El agua, un tema crucial para la producción

El “eterno” desafío de los Bajos

El autor de la nota, conocedor como pocos de la realidad del norte, hace un balance del manejo hídrico y propone algunas claves para solucionar un problema estructural.

Jorge Heer

El departamento 9 de Julio de la provincia de Santa Fe comprende una superficie de 176.000 hectáreas sumamente planas, cuyas escasas pendientes transcurren de noroeste a sudeste a lo largo de toda su geografía. Casi la totalidad de esas hectáreas integran, ya sea como zonas de aporte o de escurrimiento, el sistema denominado Bajos Submeridionales de la Provincia de Santa Fe. La región es mayoritariamente ganadera, y de esta somera descripción se infiere que la misma tiene un alto grado de dependencia con los recurrentes ciclos climáticos de sequías e inundaciones que soporta este sector del norte del país.

Los trabajos emprendidos en la región, con el declarado objetivo de minimizar los daños originados por estos ciclos, tanto desde la órbita del Estado como del sector de la producción, han carecido -muy al estilo argentino- de un esquema de de planificación y programación técnica lo suficientemente idóneo como para considerar estos meteoros en un todo que debe estudiarse en su conjunto y a través del tiempo.

En el año 1990 se crea por ley provincial el Consejo para el Saneamiento de los Bajos Submeridionales de la Provincia de Santa Fe, que recién toma forma unos 12 años más tarde, empujado por una producción que venía sufriendo un prolongado ciclo húmedo, origen de severos inconvenientes y gruesas pérdidas a lo largo de más de 25 años.

Hasta ese momento, en épocas de sequía, se profundizaban los pozos y construían algunas represas, pocos eran los estudios sobre las localizaciones de buen agua o las profundidades indicadas para la extracción de la misma sin daño a los acuíferos. Cuando llegaban las crecientes, canales por doquier, sin muchos estudios sobre cuánta era el agua que se despilfarraba por esa vía o cuánto daño hacía al final de su camino.

La magnífica herramienta que encontramos al alcance de la mano con el Consejo, no supimos utilizarla debidamente, y quedamos en los aprontes sin elaborar las más importante de las misiones que teníamos, como era le Plan Maestro que rigiera los trabajos hídricos de la región. Seguimos con las improvisaciones y con el concepto que se continuara trabajando con lo urgente, que además resultaba buen negocio para la corporación hidráulica y algunos más; y desechamos lo importante, que era consensuar un camino crítico elaborando un manejo racional de los ciclos y sus excesos. Hoy las consecuencias de la última temporada de sequía han quedado a la vista. La región, según el último registro de vacunación, ha perdido en esta aventura aproximadamente el 50 % de su rodeo vacuno. De esta astronómica cifra, podemos considerar sin temor a equivocarnos, que un 20 %, o sea el 10 % del total, han muerto en los campos y el resto ha emigrado en diversas formas. Lo importante a tener en cuenta es que aún las haciendas que salieron del departamento en su momento sin perder la titularidad de sus antiguos dueños más temprano que tarde tuvieron que ser vendidas para pagar los enormes gastos generados en el salvataje del resto de los rodeos que habían perdido casi todas las posibilidades de continuar sustentándose naturalmente. Hemos llegado al anacronismo de tener que llevar agua de bebida en camiones tanque desde el río a 100 km. de distancia y por períodos que en algunos casos superan los 2 años.

Ni que hablar de los forrajes que prácticamente fueron inexistentes y llevaron a los rodeos de la zona a estados corporales que en muchos de los casos impedían el traslado de los mismos al no poder siquiera viajar en camión con posibilidades de sobrevida.

Desastre

Para los productores pequeños y muchos de los medianos el desastre fue completo y muchos han abandonado su puesto en el campo, modestas viviendas rurales, por falta de recursos para sobrevivir en ellas. Los que quedan ven reducidas al mínimo sus posibilidades de recuperar un nivel de producción que asegure su sustento.

No han corrido mejor suerte los agricultores, ya que los que quedan en pie, por más que la agricultura tiene una mayor velocidad de recuperación, tardarán bastante tiempo empeñando considerable esfuerzo para lograr salir adelante.

Este rosario de vicisitudes, a las que estamos sometidos los habitantes de estas comunidades, tanto en el campo como en los pueblos, podrían morigerarse con políticas inteligentes, pensadas a largo plazo, elaborando manejos idóneos de los recursos hídricos, no permitiendo que estos desastres lleguen a las magnitudes descriptas.

La región muestra una importante producción en materia ganadera y también agrícola como para que se piense en ella como una fuente de recursos que merece ser protegida de estos avatares. Sin ser economista considero que el repago de lo que haga falta invertir para lograr esta ansiada estabilidad productiva será muy beneficioso para la región, la provincia y el país.

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Estudio. Para el autor, los trabajos emprendidos en la región, han carecido de un esquema de planificación y programación técnica lo suficientemente idóneo como para considerar estos meteoros en un todo que debe estudiarse en su conjunto y a través del tiempo.

Foto: archivo el litoral