Condenaron al ex Arzobispo Edgardo Gabriel Storni

“Las situaciones eran anómalas y

perjudiciales para los seminaristas”

Así lo expresó la jueza Mascheroni, que ayer condenó por “abuso sexual agravado” a quien por entonces era la máxima autoridad de la Arquidiócesis de Santa Fe. La pena impuesta es de 8 años de prisión y la defensa ya apeló el fallo.

 

De la Redacción de El Litoral

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“Ha quedado palmariamente demostrado que las situaciones vividas dentro de los claustros eran anómalas irregulares y perjudiciales para los seminaristas”, dice la sentencia dictada ayer contra el ex Arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Fe, Edgardo Gabriel Storni. La jueza de Sentencia Nº 2, María Amalia Mascheroni, condenó al curial a ocho años de prisión por el delito de “abuso sexual agravado”.

La medida fue apelada por el abogado defensor, Eduardo Jauchen. Por su parte, la fiscal Nº 5, Elena Perticará, quien había pedido 15 años de cárcel, se mostró conforme con el fallo y adelantó que no apelará.

Dicha resolución llega 7 años después de radicada la primera denuncia y 16 desde que ocurrió el hecho por el cual se lo condena. Hoy Storni tiene 73 años y vive en una casa de la calle Bella Vista al 100, en La Falda, Córdoba, donde se instaló tras renunciar a su cargo cuando el caso tomó estado público y comenzó la investigación judicial.

Versión periodística

El expediente se inicia el 14 de agosto de 2002 mediante requerimiento fiscal a raíz de “versiones periodísticas” del libro “La Santa Madre” de Olga Wornart. En esa época también se hablaba de la investigación Arancibia, por las actuaciones iniciadas por el obispo de Mendoza, José María Arancibia, a quien le habían encomendado un informe al respecto.

Lo que trascendió públicamente en un comienzo fue la “la situación de Santa Rosa de Calamuchita, acaecida con un seminarista en enero de 1992” en la que se hablaba del “serio desliz que afecta a un grupo en plena formación espiritual y humana por la gravedad de los actos realizados por monseñor”.

El seminarista ofendido había ingresado en abril de 1988 con 17 años, y egresó en 1992 luego de lo sucedido ese verano.

Según su relato, tenía 21 años cuando en Santa Rosa de Calamuchita “se acerca al Obispo para que le bendiga un crucifijo y monseñor lo sujeta fuertemente con su mano, mientras le sonríe, se apoya sobre su cuello ininterrumpidamente, en una forma loca, mientras le sujeta fuertemente la cintura”, dice la sentencia. “Sorprendido y con asco, saca intempestivamente su cuerpo para un costado tratando de zafar de la situación al mismo tiempo que le pregunta si se sentía bien”. Por ese hecho hubo una causa penal en la que Storni fue sobreseído.

Otra denuncia

En cambio, hubo otra denuncia penal que este martes obtuvo sentencia condenatoria.

El hecho investigado ocurrió en enero de 1993 contra Rubén D. un joven que ingresó al Seminario Nuestra Señora Madre en 1990 y abandonó en marzo de 1993, “viéndose obligado a dejar la carrera luego de los incidentes que tuviera con el Arzobispo”, señaló la jueza.

Tras la muerte de su madre en diciembre de 1992, Rubén D. solicitó no viajar a Calamuchita como lo hacían todos los años. Sin embargo, monseñor lo cita en el Arzobispado para convencerlo de que viajara a Santa Rosa. En ese encuentro privado, el seminarista dijo que al despedirse Storni lo hace con un abrazo “que se prolonga y comienza a besarle el cuello y abrazándolo cada vez más fuerte sintió que no sabía como escapar, haciendo sentir el roce de sus partes íntimas”.

La escena descripta por el muchacho fue interrumpida por una hermana, que oportunamente tocó a la puerta de Storni.

El mismo denunciante recordaría años más tarde en Tribunales, que “había seminaristas con actitudes amaneradas que generalmente tenían una buena relación con el arzobispo”.

Otros sacerdotes que pasaron por el mal trance recuerdan frases como: “Mi pequeño San Juan”, dichas por Storni mientras besaba en la cara y la frente a un muchacho de 17 años que le había pedido confesarlo en el año 1980. “Te entregás o te vas” le habría dicho a otro joven que declaró como testigo en la causa, siempre en clara alusión a cuestiones sexuales.

Presión y miedo

También hubo quienes lo defienden diciendo que “no pudo advertir actividad homosexual” y que tampoco “fue convocado en privado” por el imputado.

No obstante, la idea general de las personas que pasaron por el juzgado era que “se aprovechaba de seminaristas jóvenes de determinado nivel, con situaciones familiares desfavorables o carencias afectivas, les ejercía presión y les metía miedo”.

Por esos hechos Storni prestó declaración indagatoria en diciembre de 2002, cuando negó ante el juez de Instrucción la autoría de los hechos. No obstante ello lo procesaron el 25 de febrero de 2003 por el delito de “abuso sexual agravado” en el caso de Rubén D. y fue sobreseído por las denuncias de Martín L. y Raúl M.

La pena incluye además la “inhabilitación absoluta por el tiempo de la condena” destacando que cometió delito siendo Arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Fe. Antes de dictar sentencia, Mascheroni desestimó el planteo de “prescripción penal”, teniendo presente las reservas formuladas en relación a los recursos de inconstitucionalidad y federal por parte del defensor.

Arancedo espera la apelación

—Monseñor ¿cuál es su opinión sobre la condena al ex arzobispo Storni?

—Somos respetuosos de la Justicia. Pero la justicia completa, que es la búsqueda de la verdad, tiene también su instancia de apelación, creo que necesaria en este caso: va a ser un ámbito que va a darle a la Justicia plenitud. Somos respetuosos, y esperamos el triunfo de la verdad. Es doloroso para nosotros, porque es un sacerdote, ha sido el pastor de esta comunidad, hay mucha gente que lo valora, gente que reza por él. Así que también me hago cargo del dolor que tienen muchos fieles cristianos.

También yo diría que esta instancia de justicia, de verdad, tiene que llevar a la reconciliación; no solamente en lo interno de la Iglesia, sino de la sociedad. El ciclo completo de verdad y justicia nos lleva a la reconciliación nos endurece, y parece que nos quedamos en una justicia que nos separa. Creo que una verdadera justicia, cuando es encuentro con la verdad, tiene que llevarnos a un plano de reconciliación. De modo que vivimos esto con dolor, con respeto por la Justicia y con la esperanza de que, en un ámbito de mayor serenidad, se pueda establecer si realmente hubo un delito penal.

—De todos modos, más allá de la causa penal, buena parte de la sociedad está muy dolida con lo que pudo haber sido la conducta de Storni. Y para llegar a una reconciliación, espera que se haga justicia.

—Naturalmente, y la justicia tiene que alimentarse en la verdad. No sé si está totalmente cerrado el tema. La apelación es un elemento constitutivo de un proceso judicial. Sin ella, corremos el riesgo de quedarnos en una sola instancia. Sé de mucha gente que lo valora, lo quiere, sacerdotes que han vivido con él y nunca vieron nada inconveniente. Seguramente la apelación permitirá acceder también a otros testimonios.

—En cualquier caso, la gestión Storni dejó una profunda división en la Iglesia y entre los fieles.

—Es una persona de gobierno, de un carácter fuerte, por lo tanto siempre el modo de ejercer la autoridad tiene aspectos que acercan o alejan. En el caso de monseñor Storni puede ser y se ha dado también el modo. Pero esto está aparte del fondo de la cuestión del presunto abuso. Es el modo de ser de una persona, con sus valores y también su carácter. Aquí la Justicia tiene que completar su ciclo, para establecer si realmente hubo un delito penal.

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El ex Arzobispo de Santa Fe tiene 73 años y vive en La Falda, en la provincia de Córdoba. Foto: Archivo El Litoral

Verdad sepultada

“Ha quedado palmariamente demostrado con la cantidad de testimonios arrimados a la causa e indicios, que las situaciones vividas dentro de los claustros eran anómalas irregulares y perjudiciales para los seminaristas que han venido trayendo su versión para esclarecer los hechos”, dijo la jueza Mascheroni en su sentencia. A su vez, descartó que exista “un ánimo económico como fin último, sino simplemente hacer conocer la verdad sobre las circunstancias padecidas por los mismos, las cuales durante mucho tiempo estuvieron sepultadas en la sospecha y el encubrimiento”.

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