350 años de ciencia e historia en la red

Telescopio realizado por el científico británico Isaac Newton en 1672 y un dibujo suyo del mismo año.

350 años de ciencia e historia en la red

La Royal Society, la institución científica más antigua del mundo, abre el portal Trailblazing. Allí, el internauta recorre los grandes hitos científicos e históricos desde 1650.

TEXTOS. ANA VICTORIA DE LAS HERAS. FOTOS. EFE REPORTAJES

Para la gran mayoría de los mortales, tanto Lower como otros muchos científicos pioneros de los avances que disfrutamos cotidianamente no son más que meros nombres anclados en gruesos libros de historia, una costumbre a la que la Royal Society de Londres, la institución científica más antigua del mundo, está dispuesta a erradicar.

Así, aprovechando su 350 aniversario, la institución que dirige Lord Martin Rees ha decidido que es hora de conectar con el gran público, y en especial con los más jóvenes, aprovechando el más potente -y entretenido- medio informativo de nuestros días: Internet.

Con este objetivo nace “Trailblazing” (“Pioneros destacados”), un portal que transporta al internauta hasta el año 1650 y comienza, desde ese punto, un viaje virtual e interactivo por los grandes hitos científicos e históricos auspiciados por la Royal Society durante estos tres siglos y medio.

Tal y como dijo a Efe el profesor Rees, el objetivo principal es “explicar la historia a través de los ojos de la ciencia, poniendo de relieve cómo ésta ha influido de manera determinante en la evolución de la sociedad”.

Un total de 60 manuscritos se han puesto por primera vez a disposición del pueblo, entre los que destaca la Teoría de la luz y los colores de Isaac Newton (1672) o las notas de Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de EEUU, sobre cómo volar una cometa en medio de una tormenta eléctrica (1752).

PUNTO DE ENCUENTRO

Los documentos que se exhiben han sido extraídos de los más de 60.000 artículos que los científicos más prestigiosos de la historia han ido publicando en la revista científica más antigua en habla inglesa, “Philosophical Transactions”, creada por la Royal Society como punto de encuentro e intercambio de conocimientos.

Uno de los manuscritos más curiosos es, quizá, el elaborado por Saines Barringdon, un escéptico científico británico que puso a prueba el talento del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart cuando éste visitó Londres en 1770, cuando apenas había cumplido los ocho años.

En su informe, Barringdon constata las “asombrosas” cualidades del músico salzburgués, del que dice “era capaz de tocar magistralmente nada más ponerle delante una partitura”.

No obstante, el profesor Rees asegura que, “si tiene que elegir a su científico favorito”, el agraciado es Newton. “Es el hombre que dio notoriedad internacional a la institución y sus avances han llegado a todo el mundo, han sido comprendidos por el grueso de la sociedad”, asegura.

El presidente de la Royal Society incide, así, en la necesidad de que los hallazgos científicos no se queden aislados en el sector culto de la sociedad, sino que se incorporen al imaginario colectivo.

“Charles Darwin fue el último gran científico que supo explicar a la perfección sus hallazgos al gran público”, recuerda Rees en referencia al gran naturalista y autor de “El origen de las especies”.

ÚLTIMOS AVANCES

Mucho ha llovido desde que el naturalista inglés postulara en su obra capital la Teoría de la evolución, y la Royal Society ha ido incorporando desde entonces a sus archivos los últimos avances en física, matemáticas, astronomía y, más recientemente, en genética.

En este sentido, la organización expone con orgullo el número de “Philosophical Transactions” en el que los científicos James Watson y Francis Crick explican con detalle al resto de la comunidad científica el descubrimiento de la estructura genética del ADN en 1954.

Asimismo, le corresponde al astrofísico británico Stephen Hawking el honor de estar detrás del último “gran descubrimiento” en este viaje virtual, de la mano de su teoría sobre la formación de los agujeros negros (1970).

A partir de ahí, los documentos de la Royal Society tratan de temas tan dispares como la robótica, la medicina y, en último término, hacen un guiño al papel de la ciencia en la resolución de los retos que acechan a la humanidad en pleno siglo XXI, entre los que destaca el cambio climático.

“En el siglo XVIII, la ciencia no estaba tan extendida y era practicada por un grupo limitado de aficionados. Hoy en día, implica a muchísima gente, está ampliamente especializada y muy internacionalizada”, asevera el responsable de la institución británica cuando se le pide que haga balance de la evolución del conocimiento científico.

Para el futuro, Rees desea que los más pequeños lleguen a comprender la trascendencia de la ciencia en el día a día, en cada uno de sus movimientos, y se interesen por perpetuar la actividad investigadora.

“Hay que comenzar por las escuelas -indica el profesor-, asegurar que la física, la química y las matemáticas se enseñan correctamente, haciendo ver a los alumnos la parte práctica de la ciencia”.

No hay que ir muy lejos para descubrir estas aplicaciones prácticas: basta darse una vuelta por el portal de la Royal Society para descubrir cómo la labor de Henry Fox Talbot en 1837 revolucionó la fotografía o cómo la primera pila inventada por Alessandro Volta en 1837 permite, por ejemplo, que hoy en día se pueda cambiar de un canal de televisión a otro sin moverse del sillón. Parafraseando a Albert Einstein: “la mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos”.

UNA INVERSIÓN NECESARIA

“La ciencia es cada vez más importante en la sociedad”, considera el presidente de la Royal Society, Lord Martin Rees, quien niega rotundamente que la actual crisis económica vaya a suponer un antes y un después en la inversión en esta materia.

A su juicio, “muchos países, como por ejemplo EEUU, han visto que invertir en investigación a largo plazo es vital para salir de la crisis, porque permite adquirir una ventaja competitiva frente al resto de los estados”.

En este sentido, también subraya la importante implicación de la ciencia a la hora de garantizar la producción necesaria de alimentos para poner freno a la desnutrición, el desarrollo de energías renovables o la lucha contra el cambio climático.

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el experimento de Franklin sobre cómo volar una cometa en una tormenta, 1752.

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Notas de Isaac Newton sobre la refracción de la luz. 1672.

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El presidente de la Royal Society, Lord Martin Rees.

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La escalera del ADN, obra de James Watson y Francis Crick en 1954.