AL MARGEN DE LA CRÓNICA

Aventuras dominicales

 

Supongamos que un ciudadano de a pie desea asistir a cierta feria de diseño auspiciada por el municipio local, en la que se anuncian algunos números musicales, a realizarse los domingos por la noche en uno de los locales ya emplazados a la vera de la ruta 168, lugar destinado para recibir a todo el conglomerado de la noche santafesina. Llegar hasta la zona no será problema para nuestro protagonista, ya que puede hacerlo en taxi o tomando un coche de la Línea 2.

De elegir éste último, sus problemas comenzarán a la hora de bajarse: al no haber parada frente a los boliches (separados además de la ruta por un tejido) tendrá que optar por descender o frente a la Ciudad Universitaria o en el ingreso a Wal Mart, ambos sitios separados por varios cientos de metros de su destino. Tendrá que llegar al mismo caminando, optando entre hacerlo del lado interno del tejido, exponiéndose a ser arrollado por un auto, o por el externo, en una franja donde se mueven sombras de animales y personas desconocidas.

Una vez en el local es tiempo de disfrutar, al menos hasta la hora de irse. El evento suele terminar alrededor de la medianoche, horario en que taxis y remises descuelgan sus teléfonos. Para colmo de males, en esa zona no es raro perder la señal de celular. Una buena idea parece ser cruzar la ruta (en realidad no es cruzar sino zigzaguear para bordear el tejido) y esperar el transporte público en la garita que está frente a los boliches... sólo que será en vano, ya que ni el 2 ni la C se detendrán allí. Otra vez hay dos opciones: caminar hasta el ingreso a barrio El Pozo, donde se supone que los coches paran, o marchar en sentido contrario, para, en el mejor de los casos, tomar el colectivo en la garita que está a la entrada de la Ciudad Universitaria, o en el peor escenario, caminar un poco más... hasta bulevar y Vélez Sarsfield.

Mientras mantiene el paso vivo hacia el casco urbano, nuestro atribulado héroe se pregunta cómo funcionará la cosa cuando la mayor parte de la “movida nocturna” se traslade a esa zona: un misterio casi tan oscuro como las sombras que rodean su camino.