¿Llegaron los trigueros K?

Las mesas provinciales avalaron el reparto arbitrario del cupo que comprarían los molinos. Incoherencias de algunos dirigentes.

Juan Manuel Fernández

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Esta semana el trigo volvió al centro de la escena. Al inconmensurable inventario de anuncios esta vez se le sumó el fallido de una supuesta Mesa Nacional Triguera, que aún no se sabe si se conformó o no.

El cuento suena repetido, a pesar de la gran creatividad para inventar, medidas, planes, programas, mesas y acuerdos laberínticos. Esta vez pretenden imponerle al trigo una “denominación de origen” para que las compras digitadas que realizarán los molinos se cuotifiquen por distritos.

Insólitamente, la maniobra parece gestarse en una concepción secesionista que atenta contra la igualdad que debiera regir entre las provincias. ¿Con qué criterio se determina que Entre Ríos pueda vender 300.000 toneladas de trigo, pero Santa Fe sólo 150.000? ¿Quiere decir eso que ya no hay una “mesa de los argentinos” sino una “de entrerrianos” y otra “de santafesinos” y en cada una de ellas el pan debiera valer distinto, en función del trigo que pudo comercializar cada una?

Se anunció que los “pequeños y medianos productores” (una entelequia con gusto a coartada) accederán a créditos blandos para financiar el almacenamiento de su cosecha hasta que le permitan venderla; que se abrirá (una vez más) la exportación; y lo más insólito: que le prestarán $630 millones a los molinos para que adelanten compras por 1.5 millones de toneladas de trigo.

Pese a que la Mesa de Enlace no firmó la creación de la Mesa Nacional Triguera, corresponde resaltar la actitud de dirigentes provinciales que se cortaron solos y acordaron según el interés de los suyos. ¿Y el federalismo tantas veces proclamado como bandera no sólo sectorial sino política? ¿Cómo se sentirá un autoconvocado de Reconquista que se movilizó a Buenos Aires por “un país más federal” cuando se entere que para él no habrá comprador de trigo, pero sí para un bonaerense?

Desde una de las entidades firmantes, argumentan que tienen la obligación de “generar soluciones urgentes para quienes en muchos casos se encuentran en situaciones límite”.

Casi dos años atrás, cuando las brasas del incendio por la 125 todavía ardían y no se hablaba de otra cosa más que de retenciones a los granos, algunos dirigentes tamberos se apresuraron a buscar una solución para sus representados con el mismo razonamiento. Eso les valió el mote de “tamberos k”. ¿Será el momento, entonces, de hablar de los “trigueros k”?