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El investigador considera a Ituzaingó como una ciudad que evoluciona constantemente, tanto en población como en sus costumbres, y que tiene un antes y un después del complejo binacional.

Antes y después de la represa

El investigador correntino Miguel Raúl López Breard se autodefine como historiador de la antropología de la región guaranítica, habla en esta entrevista del pasado y presente de una zona transformada por el hombre a partir de la construcción de represa hidroeléctrica Yacyretá.

TEXTOS. INGRID MÜLECK. FOTOS. EL LITORAL

La historia de Ituzaingó empezó a cambiar su rumbo con la construcción de la represa Hidroeléctrica Yacyretá; la gente se asentaba en el entonces pueblo para tener un porvenir mejor. La Entidad Binacional Yacyretá está construida entre Argentina y Paraguay, sobre el río Paraná.

Ituzaingó se fue poblando con personas de diferentes partes de Argentina y el mundo, y su cultura se fue amoldando de alguna manera a todas las que llevaba la gente de acuerdo a su lugar de origen y, de algún modo, hizo que surgiera una nueva. Desde allí, una cultura abarcó a todas las demás. La inmigración que se produjo fue tal, que hizo difícil parar esta confluencia.

No hay nadie mejor que Miguel Raúl López Breard para apreciar este fenómeno en su totalidad. Este escritor de la zona conoce como nadie la cultura guaranítica por haber nacido y vivido en el mismo hábitat en donde permanecía una gran parte de los pobladores originarios.

La provincia de Corrientes -y más precisamente la ciudad de Ituzaingó- tiene tantas historias como este investigador para contarnos, y que se confunden con su propia biografía. “El mito guaraní propiamente dicho no existe ya, no ha llegado hasta nuestros días en estado genuino, y lo que se transmitió en forma escrita u oral reconoce la deformación del tiempo y la influencia de culturas extrañas, producto de la evolución natural de estos pueblos”, sostiene en las páginas de “Mitos guaraníes”, un libro de su autoría editado en el año 1995.

SUS COMIENZOS COMO ESCRITOR

- ¿Cómo se caracteriza a usted mismo como escritor?

- Bueno, hay una cantidad de anécdotas que tengo, que fui juntando. Por ahí me escriben alguna carta y me dicen historiador, por ahí me dicen poeta. Lo último que me dijeron fue compositor; eso es muy gracioso porque demuestra también que nadie me lee, o muy pocos me leen, o el que me escribió no me leyó. Pero yo creo que soy un investigador, y naturalmente, como investigador podría encuadrarme como historiador de la antropología de la región guaranítica.

- ¿Qué lo impulsó a comenzar a escribir?

- Yo creo que comencé a escribir, de lo cual ya hace más de 40 años, para contar -primero- mis propias vivencias. En segundo lugar, como consecuencia de mis inquietudes de lector, que las tuve desde muy chico. Comencé escribiendo por una incógnita que tenía con respecto al origen del lugar donde vivía. Mis primeros trabajos estuvieron referidos a la historia de Ituzaingó, buscando un poco cómo se originaba el pasado del lugar. Y esto me fue llevando a una serie de preguntas que me formulaba. Un día, andando por los simposios folklóricos que se realizaban en Cosquín, el doctor Augusto Raúl Cortázar me dijo: “pero vos andás como pobre viajando, ésto evidentemente no es para vos”. Porque ya tenía una familia de traer y no podía ser que ande en viajes que me iban a llevar simplemente detrás de una inquietud. Ahí me dijo: “vos, el material que tenés en la puerta de tu casa es el material folklórico y ese material es de la región guaranítica evidentemente”.

No me resultaba nada difícil, porque de alguna manera yo era producto del medio. Sabía hablar el idioma del nativo, el guaraní. Me había criado en el campo, era de un pueblo tan ribereño como éste por donde pasaba tanta gente de la región. Así que tenía el material realmente muy a mano y así comencé escribiendo un poco sobre leyendas, un poco sobre las costumbres e hice un opúsculo en 1964 sobre la historia de Ituzaingó, e inmediatamente después comencé con los trabajos de tipo folklórico. En esa línea tengo dos tipos de escritura: uno es el trabajo de investigación pura, que podríamos decir de la antropología folklórica, basado en dos tipos de experiencia -la investigación de campo y el trabajo comparado a través de la bibliografía de otros autores- y la otra es la de creación pura. De tal manera que expresen, de alguna forma, el carácter del hombre de la región. Y ese personaje de los cuentos míos que están hoy alrededor de los cien cuentos, o quizá un poco más, se fueron dando a través del tiempo en cuatro libros editados, y cuentan costumbres, creencias, mitos, etcétera. Describen al hombre de la región con sus vivencias, y el otro fue reflejando a través del Devocionario Guaraní, que fue el primer libro de investigación, Mitos Guaraníes, “El Ñeengá” que quiere decir, en guaraní, refranes, adagios, que podríamos decir termina concretándose todo eso en el Diccionario Folklórico y recientemente en Vocabulario Regional.

- ¿En dónde comenzó a publicar sus libros?

- Comencé publicando en Buenos Aires y me resultaba más fácil -es una forma de decir- porque yo estaba vinculado al diario La Nación. Era corresponsal del diario en la zona y eso me posibilitó encontrar una imprenta que me imprima los libros. Toda una etapa en la que yo pagaba la impresión de los libros, hasta que hace más o menos diecisiete años una editorial de Asunción -que me parecía más apropiado por la temática que expresaba en mis escritos- me abrió la puerta y se hizo cargo de la edición. A partir de ahí dejé de pagar, de mandar a imprimir y todas esas cosas que cualquier escritor hace como primera etapa.

Y desde ahí comencé editando en Asunción, porque en el mundo el que sale a buscar literatura guaraní no va a Buenos Aires. Y de Corrientes nadie sabe que existe si uno está en Europa o en Estados Unidos. Entonces en guaraní se piensa en Paraguay. Así que ese fue un camino que me llevó de la mano hacia la publicidad y la publicación de mis libros en otros países. Pero hace siete años se abrió una editorial en Corrientes que comenzó a interesarse por mis trabajos. Si bien es cierto que es una editorial con menos campo de expansión porque es nada más que provincial o regional, me da la posibilidad de que abra mi publicación hacia nuevos lectores.

Hoy estoy con dieciocho libros editados y con mis publicaciones dando vuelta por todos lados, consultadas y leídas en varias universidades de todo el mundo.

“ETERNA” INFLUENCIA Y CONFLUENCIA

- ¿Cómo cree que se alimenta una cultura?

- Yo creo que no hay cultura sin instrucción, no hay cultura sin lectura. Acá quizá valga la pena recordar lo que decía Borges: “Yo no soy por lo que he escrito, sino por lo que he leído” o quizá podamos decir lo que decía el presidente Avellaneda: “Cuando me dicen de alguien que tiene el hábito de la lectura estoy predispuesto a pensar bien de él”. Entonces, yo creo que ése es el camino.

- Como profundo conocedor de nuestro pueblo ¿le asusta pensar que con tanta gente de otros puntos del país viviendo aquí, se disuelva la cultura del lugar?

- A mí no me asusta porque indudablemente eso sucede o sucedió. Pero la dinámica es de los pueblos, ha sido así a través de toda la humanidad. El hombre es inmigrante de por sí, y el hombre viaja con su propia cultura, es decir, lleva una mochila en el cerebro. Entonces esta ciudad nuestra es una maravilla, porque es la resultante de una conjunción de distintas corrientes culturales, que nos hace ser distintos en el contexto regional a todo el marco que nos rodea. Nosotros no somos misioneros, no somos rosarinos, no somos correntinos: somos “ituzaingueños”. Somos producto de esta consecuencia de todas las corrientes que han venido a alimentar esta nueva ciudad, es decir, aquí somos todos recién llegados. Uno vino de Salta, otro de Tucumán, el otro de Río Gallegos. “Yo vine de Ituzaingó, el que no puede volver soy yo... ya no tengo mi pueblo de antes”, pero ésa es la realidad.

DETRÁS DE UN MEDIO IMPORTANTE

- ¿Cómo es trabajar para un diario como La Nación?

- Creo que apasionante, en primer lugar por los correctores. Como Mayea, por ejemplo, que me devolvía (las notas) porque tenía una ortografía pésima: porque la b larga, porque la v corta, porque la s, porque la c, porque el punto, porque la coma. Entonces los primeros tiempos me resultaba muy engorroso, pero me enseñó mucho. Me posibilitó contarle al país a través de un diario tan importante, como es y sigue siendo La Nación, las cosas que sucedían en este pequeño lugar, cosa que también ha cambiado porque hoy la función que cumplía o que cumplíamos nosotros, que éramos los corresponsales, la cumplen las agencias informativas. Y las agencias informativas, sea cual sea, generalmente se venden la información entre ellos, tienen su asiento en los grandes centros y reflejan nada más que las noticias de las grandes urbes. Entonces, el interior del país o el interior profundo de esta América nuestra no se refleja en los medios, sean televisivos, radiales, escritos, porque está reflejado por las agencias informativas que también responden a esta sociedad de consumo.

BIOGRAFÍA

Miguel Raúl López Breard nació el 13 de enero de 1938 en Ituzaingó, provincia de Corrientes. Es escritor, investigador e historiador de la antropología de la región guaranítica. Ejerció la docencia y fue corresponsal del diario La Nación. Además, fue diputado provincial.

TRAYECTORIA

Es miembro de la Junta de Historia de la Provincia de Corrientes y miembro fundador del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes. En el campo de las Letras se destaca por su investigación folklórica en el área guaranítica, y escribió para diversos medios del país y del exterior. Secretario de Cultura y Educación de la Municipalidad de Ituzaingó (Corrientes).

más datos

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La biblioteca que tiene en su casa Miguel López Bréard, con colecciones muy antiguas.

GRANDES CAMBIOS

- ¿Cómo cambia su tarea de escribir con la llegada de la tecnología?

- Cambia mucho, porque comencé escribiendo con una máquina Rémington pesada, después evolucioné a una eléctrica, y después de eso -lo más traumático, por la edad naturalmente- fue ir a la computadora. Pero hice un curso para poder adaptarme a esta tecnología.

Yo veía una cantidad de colegas que seguían y siguen aún escribiendo a máquina, inclusive García Márquez. Pero no podemos marginarnos de todas las puertas que abre la tecnología moderna. Estoy muy satisfecho con todo ésto porque me abrió la posibilidad de escribir desde mi casa, de vincularme desde este lugar que antes era tan lejano a todas las publicaciones del mundo donde actualmente publico. Convivo trabajando con ellos o respondo consultas de colegas de todo el mundo.