Historias que se pierden en la noche de los tiempos

Norma Battú (izq.) presentó nuevamente su producción con Susana Colombo.

Historias que se pierden en la noche de los tiempos

La escritora santafesina Norma Battú recopiló cuentos populares de la localidad de Emilia y otras de la zona, a partir del relato de sus pobladores. Historias tal como las recuerdan desde su infancia.

TEXTOS. MARIANA RIVERA

“Imaginemos que somos niños. Estamos al lado de una cocina a leña. Rodeamos a una abuela o un abuelo que, sentados en una sillita petisa, nos relatan historias cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos”.

Ésta es la propuesta de una nueva producción literaria de la escritora e investigadora santafesina Norma Battú. Su libro “Antiguos Cuentos de Colonia Emilia y Zonas Vecinas” recopila estos relatos -complementados con ilustraciones y comentarios de la autora, además de referencias históricas y biográficas que permiten remontar al lector hasta los ancestros de los narradores- que se encuentran arraigados en la población de Emilia, una de las más antiguas colonias agrícolas de Santa Fe.

Esta localidad de nuestra provincia -como recuerda la autora- está ubicada en el cruce de dos “caminos reales” y recibió a aborígenes y criollos nativos de otras provincias y países limítrofes, europeos de diversa procedencia, y sirio-libaneses.

Consultada en relación a cómo surgió la idea de escribir este libro, Norma Battú reconoció que “durante muchos años recopilé material narrativo tradicional en Emilia y zonas vecinas, en el marco del programa Conservar la Memoria, que cumplo a través de diversos proyectos en el Departamento de Literatura del actual Ministerio de Innovación y Cultura”.

Contamos -aseguró- además con el apoyo de la Comuna de Emilia, que hizo una convocatoria. De esta manera, quien deseaba aportar cuentos podía hacerlo. Además, yo ya venía recogiendo versiones por mi cuenta y decidí recopilar cuentos de Emilia y zonas vecinas porque la cultura no sabe de fronteras administrativas.

También explicó que “me propongo poner al lector en contacto con el resultado de mis investigaciones. Por eso armé una colección de volúmenes accesibles al público, que incluyen recetas y cuentos. Luego seguirán otros temas culturalmente valiosos”.

En este punto, la escritora aclaró que “el libro no incluye los cuentos que escribo tomando como base historias de vida. Para este libro mi tarea consistió en recopilar esos cuentos que relataban las abuelas y los abuelos. Algunos vinieron de otros continentes y aquí se “americanizaron’, es decir, sufrieron un proceso de sincretismo cultural apasionante, como el cuento del tigre y el zorro, que con modificaciones figura en el acervo criollo de muchos países”.

Ilustraciones e historia

La publicación posee ilustraciones de los cuentos. “Quise hacer una versión actualizada de los libros antiguos. Por eso ilustré los cuentos, cosa que me dio gran alegría, sin que signifique que me considero una dibujante idónea.Y rescaté algo que los caracterizaba: la ‘letra capital’, esas letras del comienzo, todas llenas de firuletes, que yo cambié por flores”.

Tras aclarar que no se trata de un libro infantil sino para lectores de todas las edades, Norma Battú explicó que “muchos de los que conocemos como ‘cuentos infantiles tradicionales’ no estaban en principio destinados a los niños. A diferencia de las fábulas, el mundo de los cuentos responde a sus propias leyes morales. Su ética no siempre coincide con la que estamos habituados a considerar valiosa. Se considera ‘justo’ que triunfe el débil, el oprimido, y si para triunfar es necesario engañar o estafar, aun a inocentes, en los cuentos está permitido”.

En este sentido, planteó que “hay que considerar que los cuentos fueron válvulas de escape para muchos temas que antaño se callaban, se ocultaban. Por ejemplo: se incluye un cuento cruel, en donde parecería asomar el tema del incesto. Los cuentos tenían un poder de ‘catarsis, permitiendo desahogar penas ocultas, hablar de cosas etiquetadas como ‘de eso no se habla’. En fin, eran muchas las funciones que cumplía el cuento en la sociedad antigua”.

Y agregó: “Yo recopilé el material narrativo que hallé en una zona y lo transcribí. El resultado: historias de todo tipo, algunas edificantes, otras no tanto. Todo pasa por la interpretación. Aconsejo leer detenidamente la Presentación, adonde explico pormenorizadamente el tema de los destinatarios de los cuentos. A los adultos queda hacer una selección o dialogar con los niños acerca de algunos de los cuentos”.

Narradores y destinatarios

En la Presentación del libro, su autora aclara que se trató de respetar las versiones originales de los cuentos y sólo se realizaron las modificaciones indispensables para facilitar la tarea al lector. Los cuentos fueron escuchados por los narradores durante su infancia. Algunos incluyen seres sobrenaturales, pero esto no significa que originariamente hubieran sido destinados a un auditorio infantil. Los adultos creían en la existencia de duendes, ogros, brujas, hadas, fantasmas y otros seres ultraterrenos.

También aclaró que el destinatario primitivo de los cuentos recogidos en Emilia era el campesino adulto. Entonces, eran cuentos populares y no cuentos infantiles. El campesino pobre, en Europa, debía luchar pr su supervivencia y para ello era necesario ser astuto. Por este motivo, en los cuentos se exaltaba la astucia, aunque fuera en detrimento de las virtudes morales.

La publicación también incluye la denominada “Tabla de relatos, narradores, sitios y fechas de recolección”, y comentarios. En este sentido, la autora aclaró que “Los ‘cuenta-cuentos’, como los llamo, son lo más importante. Es gracias a ellos que las historias fueron preservadas. Es interesante ver el contexto, las situaciones (‘mi abuelo asaba castañas, reunía a sus hijos y les contaba cuentos’), las distintas versiones de un mismo cuento”.

Los narradores

Para la conformación de esta obra, la autora Norma Battú recogió las narraciones de: Ceferino Pastorelli, de 76 años, Emilia; Reina Rosa Dunand, de 74 años, Santa Fe; Valentina Maite Reta, de 11 años, Santa Fe; María del Valle Muchiutti, de 78, años, Emilia; Omar Panigo, de 51 años, Emilia; Yolanda Friggeri, de 65 años, Emilia; Federico Meinardi, de 66 años, Santa Fe; Mirasol Richter, de 94 años, Santa Fe.

Reflexiones finales

Por último, la escritora Norma Battú recordó que “en 2001 hicimos una experiencia en la Feria del Libro, con la participación del Centro de Jubilados de Emilia. Éramos tres generaciones contando cuentos. Fue emocionante y demostró que se puede continuar con la tradición. La “cuenta-cuentos’ más pequeña tenía once años y había escuchado el cuento que relató a los seis años”.

Asimismo, explicó que “en el señalador que acompaña al libro están las fotografías de los “cuenta-cuentos’. Por otra parte he rastreado a quienes los habían nutrido, llegando al siglo XIX, y con las fotografías que conseguí armé un CD. Es como rendirles un homenaje, ver los rostros de los ‘cuenta-cuentos’ antiguos. Claro que los primigenios se pierden en la noche de los tiempos. Es una maravilla, en pleno siglo XXI, en medio de la llanura santafesina, oír hablar todavía de ‘libras esterlinas de oro’ o de ‘la ollita de contar monedas’, del ‘Lejano Oriente’, de ‘reyes y palacios’. Cada uno agrega algo al contar un cuento.”

Seguir el ejemplo

El libro “Antiguos Cuentos de Colonia Emilia y Zonas Vecinas” fue presentado recientemente en la sede de Unión del Personal Civil de la Nación Seccional Santa Fe por la escritora e investigadora Norma Battú. Fue acompañado con una muestra fotográfica de su colega Susana Colombo, alusiva a la población de Emilia.

“Muchos concurrentes recordaban versiones distintas de los cuentos, con otros matices. Ésa es la magia de los cuentos que por lo visto no se ha perdido”, advirtió Norma Battú, al tiempo que agregó que -como no está en sus posibilidades- aspira a que “sería deseable que en cada comunidad haya alguien que se ocupe de recopilar las distintas versiones de los cuentos populares, antes de que el tiempo se los lleve. Como sea: con tecnología, sin tecnología, anotando con un lapicito en una libretita. Como sea, pero que se haga”.

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En los cuentos no faltan los duendes, las hadas y los fantasmas.

Algunos cuentos cortos

La mujer y el marido que cambiaron sus trabajos

Contaban que había una vez una mujer que siempre se quejaba. Se quejaba porque estaba muy cansada por hacer el trabajo de la casa. El marido siempre decía que la mujer exageraba con sus quejas.

Entonces la mujer le propuso cambiar por un día los trabajos entre ellos. El marido aceptó. La mujer fue a trabajar la tierra y a hacer otras tareas. El hombre se quedó en la casa.

Cuando la mujer volvió a la hora del almuerzo la comida no estaba hecha; algo se quemaba sobre la cocina y olía horriblemente mal; los chanchos habían volcado la leche y por eso no se había podido hacer el queso; y los chicos lloraban de hambre.

Y todo esto ¿por qué?. Porque los hombres no saben hacer muchas cosas a la vez, como las mujeres.

El angelito triste

Resulta que había muerto el hijito muy amado de una señora. La madre se la pasaba llorando. Iba siempre a visitar su tumba. Y no dejaba de llorar porque lo extrañaba mucho.

Una noche soñó que estaba en el cementerio y vio venir una bandada de angelitos. Los angelitos vuelan como las aves porque todos tienen alas.

Todos estaban sonrientes, contentos, salvo uno que venía atrás de todos. como a unos veinte metros. Era un angelito triste, con las alas caídas. La madre sintió una voz que preguntaba:

- ¿Qué le pasa a este angelito, que viene triste?

Y otra voz respondió:

- Es la madre que lo cela mucho y lo extraña porque se le ha ido.

Y la otra voz agregó:

- Ese angelito está muy triste; es por eso que viene atrás de todos. Está muy triste y no quiere estar con los demás. Está triste porque la madre no para de llorar.

- Y las lágrimas le mojan las alitas y por eso tampoco puede volar.

- Por eso tiene las alitas caídas.

Entonces la madre dejó de llorar. A los pocos días fue al cementerio. A la noche soñó otra vez que venía la bandada de angelitos. Vio a uno conocido: era su hijo, que venía delante de todos, contento, sacudiendo las alas, tocando el acordeón. Y entonces se dio cuenta de que no había que llorar a los niños pequeños que mueren, sino al contrario, cantar y alegrarse porque él está contento porque está con Dios.

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Antiguos Cuentos de Colonia Emilia y Zonas Vecinas es el nuevo libro de Norma Battú.