Las tan esperadas vacaciones

Pensar en un descanso real y no idealizar tanto esos días de vacaciones puede evitar decepciones y trastornos de ansiedad.

Las tan esperadas vacaciones

Pasó un año de trabajo duro, en el que además tuvimos que sobrevivir a múltiples y variadas obligaciones y percances. Hubo que tratar de pagar todas las cuentas, de no morir de un ataque de nervios al quedar atrapados por algún piquete, de mantener la calma sin sufrir un colapso cardíaco al leer las noticias en el diario o mientras miramos un noticiero, de no ser atropellado por un auto, motocicleta o colectivo mientras caminamos tranquilos por la vereda, de esperar pacientemente a que nuestros hijos vuelvan de sus noches interminables de diversión, donde la droga y el alcohol parecen ser ingredientes indispensables. Y ni que hablar de lo que significa seguir con vida después de haber sido víctimas de un robo o de un asalto a mano armada. Vivir no es tarea fácil en los tiempos que corren.

Mientras tratamos de hacer malabares sorteando todas estas dificultades, al mismo tiempo que sobrevivimos y trabajamos, tenemos tareas normales que realizar, como conseguir o cuidar de la pareja, de los hijos -si es que los tenemos-, y además otras ocupaciones menos importantes pero obligatorias como contestar los mails, los mensajitos de texto, los mensajes en el contestador de casa, de la oficina o del celular.

Por supuesto, tenemos también que cuidar de nuestra página de Facebook y atender a las personas que quieren chatear con nosotros. Tenemos, además, que velar por nuestra salud haciendo actividad física y cuidar de nuestro físico haciendo miles de otras cosas como no subir de peso, cuidarnos la piel, el pelo, las uñas... También hay que estar al día con la actualidad y saber algo de política, de cine, de teatro y, fundamentalmente, de televisión, para no ser mirado como un extraterrestre cuando alguien habla de quienes ganaron el último concurso de “Bailando por un Sueño” o del último capitulo de “Valientes” o de “Trátame bien”. Y, por si esto fuera poco, hay que descansar, disfrutar y, a principio año, tomarse vacaciones.

La publicidad nos invita a ir a lugares de ensueño, con paisajes increíbles, mujeres hermosas y un clima ideal, siempre soleado y cálido. Cuando tratamos de bajar los sueños a la realidad nos damos cuenta de que para llegar a esos lugares y para cumplir estos sueños hay que sacar pasajes o manejar el auto y, lo que es más importante, tener dinero para hacerlo. Después de llegar al lugar elegido, hay que alojarse y para eso también hay que tomarse el trabajo de conseguir alojamiento y, por supuesto, hay que pagar por ello. Sabemos que ahora con Internet todo es más fácil. Podemos hacer las reservas después de mirar fotos de ambientes suntuosos que muchas veces resultan tan irreales y decepcionantes cómo cuando nos encontramos con algún famoso por la calle después de haberlo visto en las revistas. Pero a esta altura no podemos hacer nada. Ya pagamos, no hay reembolso y, además, todo está ocupado.

Con respecto al clima, a veces llueve o hace frío justo los días que elegimos para nuestras tan esperadas vacaciones. Es entonces cuando debemos resignarnos y esperar pacientemente las próximas, siempre y cuando logremos sobrevivir un año más.

Expectativas realistas

Por todo esto, es importante tener expectativas realistas. Para pensar y planear nuestras vacaciones tenemos que tener en cuenta nuestros deseos y los recursos de que disponemos para satisfacerlos. Esta etapa de planificación con los pies en la tierra es esencial: sin ella las probabilidades de fracaso son muy altas. Las vacaciones son para descansar, para relajarnos, para cambiar nuestra rutina, para compartir momentos con nuestra pareja y con la familia, si es que contamos con una, sin el apuro que tenemos durante el año, siempre acosados por obligaciones y compromisos.

Es el momento para leer un libro y dejar volar la imaginación, de observar la naturaleza, la belleza cambiante de los paisajes. Tendremos así la sensación de ser, aquí y ahora, parte de algo superior que nos trasciende. No dejemos que la ansiedad, que nos hace estar siempre en el futuro, salteándonos el presente, nos haga olvidar los pasos necesarios para programar de manera realista nuestros días de ocio.

Podremos así adaptarlos a las necesidades nuestras y de aquellas personas con quienes decidamos compartir ese tan necesario y tan anhelado descanso, reduciendo al mínimo las probabilidades de decepción.

Un tiempo juntos

Suele suceder que el período de vacaciones esté idealizado para muchas personas, y se proyecte en estos días la ilusión de satisfacer todos los sueños. Es importante poder disfrutar de este momento, en familia, con amigos, pero teniendo en cuenta que son solo vacaciones, un momento destinado a descansar y disfrutar, pero que puede haber contratiempos, desilusiones. El tiempo perfecto no existe. Cuanto más idealizamos un momento más solemos frustrarnos, porque la realidad nunca es tal como la soñamos, entonces es importante no crear castillos que luego no podamos alcanzar.

Es común que dadas las obligaciones, horarios y rutinas, las familias estén juntas recién al terminar el día cuando cada quien retorna a casa después de su jornada. Tanto hijos como pareja, se reencuentran a las 19 hs. aproximadamente, comparten las cosas del día, cenan, se bañan, charlan, juegan un rato y se van a dormir. Todo este encuentro puede ser de 3 horas aproximadamente, con lo cual vemos que si bien las familias viven juntas y conviven, no lo hacen el día completo, como sí se da durante las vacaciones, tiempo en que amanecen juntos y siguen juntos hasta irse a dormir, y así sucesivamente 10 ó 15 días, y la realidad es que las familias no están acostumbradas a este tiempo. Cuando empiezan a encontrar el tiempo, el ritmo ya las vacaciones se terminan y hay que volver a casa.

Otra situación que se repite es que cada uno ansía realizar determinadas actividades o tiempos de descanso que no siempre coinciden con la planificación que el otro tiene de este tiempo a compartir juntos.

En este sentido, es importante reconocer que cada uno puede tener deseos o necesidades diferentes, poder dar espacio para cada uno, no desestimar las necesidades del otro, los gustos del otro y tratar de respetar los tiempos: cada uno puede pasar un tiempo solo, otro con amigos y otro con la familia. Dar flexibilidad y espacio a cada miembro de la familia para que el poder estar juntos sea una opción y no una obligación.

Crisis de pareja

La pareja es la sumatoria de dos individualidades que conforman una tercera: no hay que olvidar que cada uno puede mantener la individualidad sin esto implicar la pérdida de la pareja. Esto es sumamente importante: que la pareja no avasalle por sobre la individualidad de cada uno. Respetar los momentos individuales, planificarlos. Explicitar la necesidad de ellos sin menospreciar el deseo de compartir también de a dos. Dar lugar para los sueños de uno como del otro y tratar de negociar para que todos puedan salir satisfechos.

Una crisis de pareja en vacaciones puede ser una oportunidad o un contratiempo: depende de la intención que le pongamos. Si la crisis ya existe, las vacaciones mágicamente no lo resolverán. Si se pone buena onda, se lo podrá pasar lo mejor posible, con la intención de convivir en paz y armonía. Pero sabemos que los conflictos no se resuelven mágicamente.

Sin embargo, el clima distendido puede dar la oportunidad de un nuevo encuentro, de diálogo y reflexión. El cambio de clima, de rutina, de ambiente puede favorecer el encuentro. Hay que poner la intención en ello.

Después de un año de trabajo y obligaciones esperamos ansiosos el periodo de vacaciones, con la ilusión de poder descansar y hacer todo aquello que durante el año no hemos podido. No dejemos, entonces, que la ansiedad nos invada y malogre este tiempo juntos.

TEXTOS. Gisela Holc y Patricia Gubbay de Hanono. FOTOS. EL LITORAL

CONSEJOS

En la época que vivimos suele ser frecuente que durante el tiempo de descanso programado con la debida anterioridad-, no logremos “desenchufarnos” completamente de nuestras obligaciones y presentemos síntomas de ansiedad durante las vacaciones. Esto se debe a que si bien nuestro cuerpo necesita realizar una pausa, muchas veces, nuestra mente no lo permite.

El necesario descanso

Es importante darnos cuenta de que “debemos” descansar tanto física como psíquicamente, y organizarnos para que al momento de irnos de vacaciones no tengamos asuntos pendientes.

Sería bueno

- Priorizar nuestro tiempo de vacaciones.

- Hacer una lista de las tareas a concluir antes de las vacaciones.

- Elegir como lugar de descanso, un destino que realmente nos interese conocer.

- Disfrutar de ese espacio de esparcimiento sin culpas.

más datos

Palabra autorizada

- Patricia Gubbay de Hanono es directora de Hémera, una institución dedicada al tratamiento de los problemas que provocan la ansiedad y el estrés patológicos en los distintos ciclos de la vida. Obtuvo su licenciatura en Psicología en la Universidad de Buenos Aires en 1975. Perfeccionó su formación psicoanalítica de grado y postgrado en grupos de estudio y análisis didáctico. Trabajó en el servicio de psicopatología del Hospital Fernández y siguió su formación en el Centro de Medicina Psicosomática, completando su formación psicoanalítica en la Escuela de Psicoanálisis de Niños. Realizó un Master en Neurolingüística, Gestalt e Hipnosis Ericksoniana y en Terapia Cognitiva. Continuó su formación en Terapia Familiar Sistémica. Desde el año 1994 comienza a especializarse en el diagnóstico y tratamiento de los Trastornos de Ansiedad y actualmente trabaja con las técnicas de tratamiento más avanzadas en el abordaje de estos trastornos. Es miembro de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad y la Asociación Argentina de Terapia Cognitiva, escribiendo trabajos y participado activamente en congresos de actualización en esta área. Actualmente dirige grupos de formación para terapeutas y coordina grupos centrados en la investigación de la incidencia de la ansiedad y el estrés en las distintas etapas vitales.

- Gisela Holc obtuvo se Licenciatura en Psicología en la Universidad de Belgrano en 1995, cuando se graduó con Diploma de Honor. Durante los primeros años de su formación de postgrado, ha realizado estudios psicoanalíticos, ingresando a la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), donde participó de seminarios teóricos clínicos y realizó su supervisión y análisis didácticos. Desde hace varios años realiza cursos y seminarios de postgrado de orientación cognitivo-conductual, así como sistémica para profundizar su formación y especialización es Trastornos de Ansiedad. Durante 9 años ha trabajado en la Fundación Medicina Comunitaria, donde atendía niños, adolescentes y adultos, con una modalidad de terapia breve de objetivos focalizados. Realiza orientación vocacional, orientación a padres y trabajo con embarazadas tanto en forma grupal como individual. Trabaja clínicamente con pacientes con difluencia (tartamudez) y trastornos de alimentación. Continúa su formación orientada a la clínica de los Trastornos de Ansiedad. Ha trabajado también en selección de personal y en el área de educación.

- Hémera, como institución, propone una terapia centrada en la recuperación del problema que padece la persona afectada, no sólo en la comprensión de las causas que los generan, ya que los pacientes que acceden a un tratamiento muchas veces logran entender lo que les pasa pero no logran superar el problema que los afecta. En Hémera se cuentan con instrumentos para evaluar y llevar a cabo tratamientos focalizados específicamente en los problemas relacionados con la ansiedad y el estrés patológicos, lo que posibilita alcanzar cambios efectivos y duraderos.

+ información

www.hemera.com.ar

[email protected]

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