Opiniones que marcan

Madre o niño, ¿quién nutre a quién?

La psicoterapeuta familiar Laura Gutman habla sobre el abandono de la lactancia materna y la pérdida del valor emocional que conlleva.

TEXTOS. INMACULADA TAPIA. FOTOS. EFE REPORTAJES.

Laura Gutman está especializada en la atención de madres de niños pequeños y parejas. La psicoterapeuta argentina es autora de cuatro libros, entre ellos “La maternidad y el encuentro con la propia sombra” y “Crianza, violencias invisibles y adicciones”. Su última publicación, “La revolución de las madres. El Desafío de nutrir a nuestros hijos”, incide en su línea de pensamiento personal sobre la realidad emocional de las mujeres que se convierten en madres y sobre el universo de los bebés.

“Nutrir emocionalmente a otro y, sobre todo, nutrir a los hijos, significa despojarnos de las necesidades y deseos propios”, comenta Gutman. Esa circunstancia en un mundo en el que la mujer afronta la maternidad cada día más tarde a favor de un crecimiento profesional y una actividad social intensa, no se emparenta muy bien con su propuesta y de ahí que abunde el “hambre emocional”.

Según Gutman, nos pasamos el día midiendo “qué es lo que obtendremos”, pero casi nunca prestamos atención a “qué es lo que ofrecemos”.

- ¿Cuál es la verdadera revolución de las madres?.

- La maternidad, actualmente, ha perdido el valor social que llevaba aparejado para la mujer y, sin embargo, sí se valora el espacio social que ha ido ganando: actividad profesional, viajes, libertad... La verdadera revolución se produce en el ámbito de las emociones, del cariño, del afecto. Si las madres encontraran el apoyo necesario en la crianza de los hijos, el niño crecería más seguro, más en su eje y con mayor capacidad para dar. Un mundo más amable se construye desde casa y, sin embargo, la tarea que se realiza en ese ámbito no está valorada.

- Todo el discurso se focaliza en torno a la madre. ¿Los padres se implican poco en la atención hacia los hijos?

- No me refiero sólo al apoyo de los padres; la crianza de un niño, incluso para dos, implica mucho trabajo. Con el nacimiento de un hijo hay una energía femenina de entrega que en los varones no se despliega de una manera natural, aunque sí en algunos casos.

Se ha perdido la familia nuclear, ésa en la que del cuidado y de las necesidades del niño también se ocupaban los abuelos, tíos o primos. Estamos demasiado solos y hay que combatir esa circunstancia.

- ¿De dónde proviene la interrelación entre la comida y las relaciones humanas?

- La alimentación es una puerta por donde mirar hacia nuestro interior, las crisis pueden ser otras. Todos tenemos una relación complicada con la comida, de ahí provienen problemas como la anorexia, la bulimia o el sobrepeso. Son las enfermedades del futuro. El alimento representa a la madre y nuestra relación con ella. Quien padece anorexia gana la batalla, el control sobre el alimento; en el caso de los bulímicos es el alimento quien puede más.

- ¿Cuál es la mejor manera de nutrir a nuestros hijos?

- Lo mejor que puede recibir un niño es que sus padres se cuestionen a sí mismos. La pregunta es qué tengo que hacer de mí para poder dar. No hay que plantear la maternidad como un estado que nos somete. El hecho de preguntarnos nos abre a nuevas posibilidades, cuanto más nos preguntemos mejor identificaremos nuestros miedos.

PIDE LO QUE NECESITA

- ¿Cómo conseguir que las circunstancias familiares no nos condicionen en nuestro desarrollo como adolescentes y luego adultos?

- El niño necesita unos padres con una gran apertura emocional, que no estén condicionados por los comentarios externos y atiendan a las preguntas y necesidades del niño. Un lactante pide pecho y decimos “no, no le toca”. Nos aferramos a las opiniones de fuera: “te toma el pelo”, “le estás acostumbrando mal” y no escuchamos al niño, que quizá necesite mamar de nuevo.

Nadie pide lo que no necesita. Debemos permanecer abiertos al niño y cerrados a los demás. Eso es hacer la revolución, y provocar que el niño crezca bajo el amparo del amor; así se logran individuos generosos para los demás, adultos que no pensarán sólo en sí mismos.

- ¿Desbarata el comentario generalizado de que los niños son egoístas?

- Si el niño está colmado en sus deseos es muy generoso en sus afectos y en crear bienestar en su entorno. Los niños amados y amparados son pacientes, comprensivos y respetuosos. Si un niño reclama la atención de sus padres, su afecto y no se lo dan, desviará su necesidad hacia otro lado, como puede ser consumir chocolate o golosinas de manera compulsiva.

El niño marca su tope, su límite, cuando está lleno en sus afectos, en su alimentación, en su deseo de estar en brazos...

Opiniones que marcan

- Los padres crían a sus hijos de acuerdo a su escala de valores, ¿cómo impedir traspasarles sus miedos o frustraciones?

- Las personas deben ser honestas y discernir dónde están sus lagunas emocionales. Tenemos un “yo engañado” que nace de tomar como propias las opiniones de otros y que condicionan nuestro mundo. Si una pareja se separa y la madre insistentemente dice: “tu padre es un desgraciado”, el niño llegará a tomar esa opinión como propia, cuando es de su madre. Una cosa es la vivencia y otra el discurso del “yo engañado”. Desarmar a este último nace de la intención personal de conocernos más.

- Esa actitud materna, puede provocar que se llegue a añorar lo que no se tiene.

- No se añora lo que no se tiene. Es el adulto quien echa de menos lo que perdió y se lo transmite al niño. Sólo si éste tiene una situación de desamparo lo asumirá como propio, pero no significará que ha sentido la falta, del padre en este caso.

- Toda la responsabilidad de nuestro desarrollo como personas recae sobre los padres, ¿y el entorno, los amigos, las nuevas tecnologías?

- Las nuevas tecnologías van por detrás de la influencia de la madre. El colegio, los videojuegos son cosas que llenan la vida, pero la presión y presencia de la madre es para toda la vida.