Para “carnavalear” bien hay que venir al sur

En el norte de Brasil, Olinda ofrece sus 30 hectáreas de ciudad colonial para festejar el carnaval en sus calles.

Para “carnavalear” bien hay que venir al sur

En Montevideo, Olinda, Barranquilla, Puno y Jujuy un maremoto de gente, colores y melodías explota por cuatro días en algo que, seguro, tomó casi todo el año anterior preparar.

TEXTOS. SOL LAURÍA. FOTOS. EL LITORAL.

Barrenando el Río de la Plata, llega desde el vecino país un susurro que burla el oleaje y la extensión de esa inmensa masa de agua. Es como un silbido bajito que confunde al principio, pero si se pone más atención se empieza a sentir el ritmo parejo de predominantes maderas que cantan:

Vengo de un sitio perdido en el sur,

entre gallegos y tanos.

Soy un criollo mestizo y cantor,

que se acunó con el tango compadrón.

Madre milonga lloramos tu amor,

madre tambor africano,

del paso doble de un barco a vapor,

herencia de gaditanos.

Y el vaivén del tambor prolongado mete ganas de averiguar más. Y en esa empresa se descubre que ya empezó el carnaval en Montevideo, que las calles se pueblan y los colores se estampan en todas las vestimentas de las personas que no dejan de candombear.

PRIMERA PARADA: MONTEVIDEO

En la ciudad que de golpe se desnutre de autos, las veredas actúan como tribunas desde donde la gente, sentada como chinito, arrodillada o parada, aplaude a las féminas descubiertas y emplumadas en verdes, naranjas, rojos y amarillos.

Atrás vienen marchando al compás del tamboril mujeres más grandes, en todos los sentidos. Polleras largas con volados y camisas con otro que envuelve los hombros, mangas que tapan los codos con más volados y pañuelos en la cabeza. Los hombres, que son menos, acompañan con atuendos que ganan en señorío y disminuyen en gracia.

Entonces sí, esos pum pum pum que se escuchaban desde hace rato, aparecen en escena. Dominados por hombres con trajes blancos y colorados. Blanca la camisa, los pantalones y el sombrero. Colorados los bordes de todos ellos. Blanco también el tambor (tamboril, para nombrarlo en su justo término) al que le dan y dan con mano y palo, soltando el ritmo que alegra el aire y explota en las generosidad corporal de las mulatas. Y en todas las patas que se mueven por ahí.

Es el inicio del carnaval más popular del sur de América, con el Desfile de Llamadas en Montevideo, donde cada “comparsa lubola” recrea la tradición colonial de los esclavos africanos, que corrían a “la llamada” de los tamboriles para arrancar con la fiesta.

La capital uruguaya, designada como la Capital Iberoamericana del Carnaval, con el candombe, que la Unesco declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, no para de mimar y entregar en un festejo continuado del carnaval. Empieza a fines de enero y sigue el baile sigue el baile hasta abril.

Antes que nada, el desfile de todas las agrupaciones por la avenida 18 de julio. Después el “Desfile de llamadas”, que se hace en dos días, por las calles del barrio sur y Palermo, donde vive parte de la comunidad negra de Uruguay. Y sigue el conteo con el concurso de carnaval, donde compiten murgas, parodistas, humoristas, lubolos y revistas. Y el Teatro de Verano, abierto todos los días, con espectáculos en tablados dispuestos en distintas zonas de la ciudad, que también tiene su Concurso Oficial.

Y como si todo eso fuera poco: hay un Museo del Carnaval.

Mientras tanto, un poco más al norte los pies se apuran por seguir otro ritmo de origen africano, pero más exigido y con preeminencia de bombo de zurdo, cavaquinho y pandero.

SEGUNDA PARADA: OLINDA

Hay que asumirlo: cuando se habla de carnaval se piensa en Río. Pero esta nota no se encandila con la majestuosidad del sambódromo ni con la maquinaria comercial que se despliega cada febrero en la ciudad carioca. Acá lo que interesa son los lugares donde la fiesta es participativa y popular y, además, barata.

Si se quiere todo eso, hay que ir más allá: en el norte, en el estado de Pernambuco, la pequeña Olinda ofrece sus 30 hectáreas de ciudad colonial para festejar por mucho más de las dos horas que llevan recorrerla.

Samba por la villa, con las veredas atestadas de gente que mueve pies, caderas, brazos, mientras que la calle propiamente dicha (calle como esa vía asfáltica entre vereda y vereda) actúa de pasarela para los grupos que avanzan y tocan simultáneamente. Es que, por espontáneo y popular, el carnaval de Olinda es el carnaval de la calle.

En ese rincón donde la rúa do Amparo no te deja caminar en paz de tanto que hay para ver, con pequeñas iglesias, talleres de artistas con las puertas abiertas y músicos en las esquinas, que fue declarado Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad, se viven las experiencias más surrealistas del carnaval. Trajes y espectáculos de marionetas artesanales, los concurrentes pasando tras la cuerda que forman cada bloco, como se llama a las agrupaciones, muñecos gigantes y frevo para bailar todo el día.

Y si hablamos de patrimonios de la humanidad y de carnavales, hay que seguir más al norte todavía.

TERCERA PARADA: BARRANQUILLA

Del Atlántico al Caribe hay algo más que distancia. Caribe es sangre volando a cien mil por hora en las venas, ritmo en el alma y pasión que estalla. Y Barranquilla, señores, es Caribe. Y es carnaval. Tanto como para ser declarado Patrimonio Oral de la Humanidad.

Sólo con nombrar todas las actividades que hay en el cronograma, se siente el vértigo: la danza “El Torito Ribeño”, el Carnaval de los Niños, desfile de las Batallas de Flores, letanías, la elección de la reina y del Rey Momo, las comparsas.

Más telas que brillan al sol y rostros maquillados que sonríen, sombreros y gafas gigantes, disfraces y disfrazados al por mayor, ron y aguardiente como para que celebren por un mes continuado todos los habitantes de Santa Fe.

Y cumbia, mapalé, champeta, con un aura garciamarquiana sobrevolando la fiesta que también es celebración de la tradición y herencia.

“Quien lo vive es quien lo goza”, es el slogan del carnaval. Y habrá que creerle a la promesa promocional: Barranquilla, ya se dijo, es Caribe, y si hay algún término que pueda asociarse semánticamente a eso, es gozar.

Así, agotados, hay que desensillar y emprender la vuelta. Advertencia: cuesta dejar Colombia, que a uno le mete ganas de quedarse ahí, al margen del mundo. Por eso, para alivianar el impacto del retorno, mejor antes hacer escala en otros que se las traen.

CUARTA PARADA: PERÚ

En Perú hay un top tres: Puno, Cajamarca y Arequipa. En ese orden. La de Puno, capital del carnaval de Perú, es una fiesta alusiva a la tierra y su fecundidad. Muestra el agradecimiento por los frutos sembrados, por los productos que da la tierra y por el ganado.

Hay un gran Corzo (sí, así, corzo con “z” escriben los puneños), que sale justo después de la fiesta inaugural, a fines de febrero.

Como todo acontecimiento trascendental, también hay clásicos. La pelea es entre dos tradicionales grupos del cerro Huayna Roque: los Urili Pilcos y los Machu Haichas, que se pasean por toda la ciudad tratando de imponer su superioridad folclórica. Alrededor, bailan las parejas de “Pinkillada”, “Chacallada” y la tradicional “Tarkada”, con fondos de quenas de madera.

Como última actividad del carnaval se realiza el concurso de pandillas puneñas en el coliseo de la ciudad. Ahí entonces serán los grupos los que se disputarán en gracia.

Todo termina en marzo, con una celebración tradicional que, paradójicamente, se llama “La Fiesta de la Amargura”.

Antes de volver a casa, ahí cerquita nomás, podrá vivir otra experiencia para no olvidar.

ÚLTIMA PARADA: JUJUY

Si en cualquier momento del año visitar Jujuy es una experiencia inenarrable, en febrero se puede llegar al súmmun del súmmun. Y se está a tiempo: larga hoy y promete una semana a pura copla, chacarera y carnavalito.

Eso sí: váyase preparado para no dormir en paz. Si quiere, la fiesta callejera no lo va a dejar. Menos los diablos que andan sueltos.

Es que en Purmamarca, Maimara, Tilcara o Humahuaca, lo que separa la historia entre antes y después de los festejos de carnaval es el desentierro del diablo, que abre la puerta a cuatro días de alegría, para decirlo moderadamente.

De ahí en más, un bacanal de charangos, bombos, cuecas y coplas, que no paran por cuatro días. Y, claro, banderas de colores, papel picado, talco, espuma y más de 10.000 personas que hacen del espacio común el propio, y acompañan.

Más allá de cómo se lo encare, el carnaval de Jujuy es también una vivencia antropológica: No es un espectáculo montado, es una celebración de tradición. El “desentierro del diablo” es una costumbre de los aborígenes de la zona que, contrariando la imposición católica de España, se refugiaban en ese descontrol antes de tener que controlarse en Semana Santa.

En la calle, con silbatos, trajes de colores y máscaras, los diablos de las comparsas aguantan los cuatro días para que la gente los corra y siga, no se sabe bien para qué, pero siempre es divertido.

Aquí también todo tiene relación con la cosecha de los frutos de la tierra. Y la albahaca es la fragancia de la celebración, por lo que todos andan con una ramita en la oreja.

A esta altura, ya se puede quedar contento. Suelte el diablo y recuéstese en la meditación de los tiempos pre pascuales, con los Tekis susurrándole al oído y una que otra anécdota que el diablo, que siempre mete la cola, le recordará en pleno momento de meditación.

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El Desfile de Llamadas marca el inicio del carnaval de Montevideo, el más popular del sur de América.

+ información

MONTEVIDEO

www.montevideo.com.uy/carnaval

www.montevideocapitalcarnaval.com

RECIFE Y OLINDA

www.guiapernambuco.com.br/

www.olinda.com.br

BARRANQUILLA Y PASTO

www.carnavaldepasto.org

www.carnavaldebarranquilla.org

PUNO, CAJAMARCA Y AREQUIPA

www.yachay.com/especiales/carnaval

www.punomagico.com

JUJUY

www.jujuy.com

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En medio del bellísimo paisaje, el carnaval de Jujuy es una celebración de tradición.

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En Colombia, Barranquilla es sinónimo de carnaval y “lo vive quien lo goza”.

viene de la página anterior

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El candombe, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, marca el ritmo del carnaval en montevideo.

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En Puno (Perú) , el carnaval es una fiesta alusiva a la tierra y su fecundidad.

Imperdible

Para los fans de you tube (y los que no: a animarse), no dejen de ver ahí los videos de la multipremiada murga uruguaya “Agarrate Catalina”, con parodias a Hugo Chávez, Pepe Mujica y varios líderes regionales. También el video “Dios”, donde 10 personas cantan que “es una obsesión del ser humano, siglos intentando hablar con Dios”. Imposible no reírse. Imposible no pensar.

Dos remeras y un vaso

En facebok, la popularísima red social, hay varios grupos que nuclean fans y seguidores del carnaval de Jujuy. En uno de ellos alguien recomienda llevar “únicamente dos mudas de ropa (una para ir quedarse y la otra para cuando sea hora de volver)”, un “morral para guardar el talco, la serpentina y el vaso grande (no pregunten para qué)”. Y, por supuesto: Tener o hacer amigos. Es recurso básico de supervivencia, ya que es o son los que nos van a facilitar alojamiento y comida.

Crónicas de Barranquilla

La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por Gabriel García Márquez, realizó talleres de crónica para periodistas en los carnavales de Barranquilla. Allí iban los talleristas a mezclarse en los desfiles, conciertos, danzas y comparsas, en busca de historias. Un libro recopila las mejores crónicas de los talleres que en 2004 y 2006 dictó Héctor Feliciano. Puede bajarse en el sitio de la FNPI (www.fnpi.org).

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