Llegan cartas

Despedida

Dr. Héctor Almitrani, Dr. Santiago L. Paviotti, Dr. Danilo A. Simez, Dr. Miguel Angel Candioti.

Señores directores: Luego de haber transitado poco más de 10 años en la conducción del hospital de niños Dr. Orlando Alassia, el equipo conformado por los doctores Miguel Ángel Candioti en la Dirección Asociada de Relaciones Institucionales, Danilo Simez en la Dirección Asociada de Atención Pediátrica, Héctor Almitrani en la Secretaría Técnica y Santiago Paviotti en la Dirección Médica Ejecutiva, concluyen una etapa. Con la jubilación se agota un tiempo de trabajo en una dependencia del Ministerio de Salud, dando paso a una nueva conducción.

Se suma a la despedida también el Dr. Eduardo Filomena que actuó en igual período como coordinador del ambulatorio y del semi-ambulatorio.

Las referencias vivenciadas hasta aquí son numerosas, remontándose al año 1989, cuando Paviotti comienza un ciclo de 21 años en la dirección del anterior hospital de niños Dr. Ricardo Gutiérrez.

A partir del año 1995 comienza la etapa del armado y diseño administrativo del nuevo hospital, en la que parte del citado equipo de conducción asumió su responsabilidad, concluyendo cuatro años más tarde (agosto de 1999) con su puesta en marcha. En el mes de agosto pasado se realizó una breve reseña del crecimiento y los cambios que experimentó el mismo a lo largo de los años. Con el transcurrir del tiempo sólo se nos ocurre expresar agradecimientos. En este caso en particular a la prensa escrita, por los espacios cedidos por distintas causas y motivos, por el trato dispensado a la institución aun en las pocas circunstancias en donde la crítica se hacía necesaria, y sobre todo por la calidad y calidez de los periodistas que concurrieron a nuestra casa en búsqueda de la información requerida.

Educación vs. transgresión

José María Chartier.

DNI: 6.191.112

Señores directores: Educación: palabra que encierra todo un esquema de personalidad, respetuosidad, cordialidad etcétera.

Desgraciadamente, hoy está siendo manoseada, por la transgresión, conformada por la infracción, la corrupción, la violación de las leyes, la desobediencia y mucho más.

Quizás, quien ha nacido en esta época no se da cuenta, porque vive la mera actualidad; pero a quienes venimos de la primera mitad del siglo XX nos cuesta transitar este camino plagado de obstáculos, desidia y deshonor.

Perder la educación significa perder la hombría de bien, despojando todo lo bueno y adquiririendo todo lo malo.

Hoy al niño le está permitido delinquir y como nadie lo reprende, él cree que lo que hace está bien.

La droga, la delincuencia, robos y todo lo que sigue, sólo se combate con educación, no con leyes, porque si se hacen leyes se necesita un ejército para que se cumplan; de otra forma quedan durmiendo en los cajones.

Pediría a las autoridades nacionales y provinciales crear y fomentar escuelas, máxime en los barrios y en las mal llamadas villas; una escuela cada cinco cuadras a la redonda. Formar un ejército de maestras/os y de educadoras/ores y volver al verdadero sentido de la palabra, única forma de convencimiento y contención. Los resultados se verán en poco tiempo.

Una palabra bien dicha a tiempo, vale más que cien garrotes.

Con educación se formará una nación de gran futuro. Si no cambiamos nosotros, nada cambiará.

Me despido pidiendo más escuelas, porque mis mejores años de mi niñez los pasé en una escuela de campaña, donde el maestro era respetado, valorado y escuchado.

¡Qué lástima que todo aquello hoy se está perdiendo!