EDITORIAL

Educación, más que un conflicto salarial

 

El ciclo lectivo 2010 que se inicia el lunes próximo, comienza con huelgas. La disputa salarial entre los gremios docentes y el gobierno provincial se ha profundizado en las últimas horas. La semana pasada, la cartera educativa propuso realizar un aumento escalonado, comenzando con un 7%, pero fue rechazado por los gremios docentes que esperaban una propuesta que se acercara a la nacional, del 23% escalonado hasta julio.

El gobierno provincial sentó su posición sobre la base de la reconstrucción del salario, en comparación con la evolución de los precios que mide el Ipec.

A partir de las restricciones económicas y financieras que afronta la provincia, y si se tiene en cuenta que el 50 por ciento de la nómina salarial provincial corresponde al rubro educativo, es comprensible la propuesta realizada por el gobierno.

Desde fines del año pasado, los sindicatos docentes vienen profundizando el conflicto. Los 180 días de clase establecidos por la Ley 25.864 se redujeron a 152. De los 28 días que los alumnos no concurrieron a la escuela, 9 fueron paros docentes realizados durante octubre, noviembre y diciembre. Después de un año en que se abrieron concursos y titularizaciones, esa postura luce desmedida.

Las discusiones salariales entre los gremios y el gobierno son normales. Pero en lo que concierne a la educación es alarmante que las discusiones siempre estén dominadas por cuestiones salariales, mientras desmejora de continuo la calidad de la enseñanza.

La educación implica el compromiso de padres, maestros y políticos. Hoy el sistema educativo no parece dar respuesta a las necesidades que le plantea la sociedad. Ya no funciona como el lugar donde el proceso de enseñanza trata a todos por igual, donde es posible pensar en la movilidad social. Por el contrario, aparece con crudeza la fragmentación, la falta de estímulos y el déficit docente.

Quienes tienen la posibilidad de pagar no dudan en mandar a sus hijos a colegios privados, aunque tengan que hacer esfuerzos para abonar la cuota. Es que la escuela pública ha perdido su histórica calidad académica, para orientarse a la atención de los problemas sociales que acucian a los alumnos. No es sencillo empezar la jornada educativa con niños con hambre o que traen consigo problemas de violencia familiar. Tampoco es fácil para los docentes hacer su tarea sin el apoyo de los padres desde la casa.

Los valores que la escuela del siglo XX ayudó a transmitir fueron importantes, pero hoy están desgastados. Es hora de reaccionar, porque un pueblo que no construye su futuro va muriendo de a poco. Cientos de años de modernidad han demostrado que el futuro se erige sobre los cimientos de la educación. Por eso, la docencia tiene responsabilidades que no pueden quedar reducidas a la mera discusión salarial.