Seamos viajeros de la eternidad

 
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Javier Adúriz. Foto: Archivo El Litoral.

Por Roberto Daniel Malatesta

“Esto es así”, de Javier Adúriz. Ediciones del Dock. Buenos Aires, 2009.

“Principalmente porque me llegó la hora del despojamiento... en busca de mis vagas certezas... Sí, maltrecho lector: seamos viajeros de la eternidad”.

El párrafo precedente, extractado de la primera prosa que inicia este cuaderno, nuevo libro de Javier Adúriz, nos entrega la idea de un propósito. Nos habla de despojamiento, de certezas, adjetivándolas inquietantemente, y nos invita, considerándonos casi con piedad: maltrechos lectores, a su viaje.

El libro, y he dicho cuaderno pues el mismo autor nos confiesa que utiliza un vetusto cuaderno para su escritura, recurre a una técnica más usual en la literatura oriental que la occidental, desarrolla una prosa que remata con un haiku, nombre que desvirtuará o bien recompondrá o si se quiere, traducirá al “criollo” pues el mismo lo denomina en una de las prosas de este libro “ahijú” la cual remata con éste: “Fumo de paz/ Un poquito de buda/ Chupando mate”. Y como que lo visualizamos y comprendemos la traslación.

Entonces, entre la vaga certeza y la rotunda concentración del, y ya no le demos más vuelta al nombre, ahijú, el tema del despojamiento. Ha dicho en la presentación del libro Jorge Aulicino: “Adúriz ha decidido oponerse, de una vez, al manierismo. Ha sabido muy bien qué es la “maniera’ ha conocido la maña...”. Y aquí viene ese testimonio de vagas certezas, donde con un sentido de duro humor (él lo ha sabido definir como el reverso de la desesperación) consciente de que esa maña nos ha maltrecho, desfilan sus temas como: ese país incierto por el que transcurrimos (tomo un verso de un libro anterior: “esa turra injusticia que nos ahoga a todos”); nuestras confrontaciones literarias, “Y sí, ésta es la escena del entierro del conde Orgaz, que en realidad es Borges”; la vida después “Adónde irás/ Ahora, si tu cuerpo/ Se desvanece”; la familia, este tema con un toque de dulzura contrastante con el resto del libro, pero feliz, “Después y casi de inmediato sos los hijos, cada día, cada hora, la vida entera... La sostenida ternura”; el tiempo como momento absoluto del hoy, para el que vale también el último párrafo.

Y ese tiempo que siempre es hoy quizás sea el que nos hace únicos invitados, lectores maltrechos a este viaje por la eternidad que emprende con “Esto es así” Javier Adúriz.