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María Fux cumplió una etapa

Tiene 88 años y se despide de los escenarios, pero no de la docencia.

TÉLAM /DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL

La notable trayectoria artística de la bailarina, coreógrafa y danzaterapeuta María Fux llegará a su fin este viernes en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación cuando presente las dos últimas noches del espectáculo unipersonal “Diálogo con imágenes”.

“Después de 60 años bailando como solista en el escenario, siento que esa etapa se cierra y es muy bueno que lo haya podido ver”, dijo Fux.

La artista de recientes 88 años -cumplidos el 2 de enero- bailará la puesta Diálogo con imágenes a partir de 22 obras de tres autores: Vasili Kandinsky, Emilio Renard y Pérez Celis.

Al desmenuzar el por qué de la elección de estos artistas plásticos, Fux explicó que “Kandinsky me da la sensación de libertad que me remite mucho al juego y que me produce un estado de alegría, Renard es puro misterio con sus líneas y Pérez Celis me moviliza desde el color”.

“Danzar a partir de la imagen no es una idea de último momento sino que es un trabajo de toda mi vida para aprender a comunicarme con el cuerpo y poder transmitírselo a la gente que no escucha a través de la visión”, señaló la artista.

“De ese modo -se explayó- adquirí un encuentro muy fuerte con la imagen que me dio un lenguaje para moverme que logré resumir para este trabajo de unidad con todo lo que viví y sigo viviendo, con todo lo que veo en relación a la posibilidad de expresarme”.

“Así como para cada uno una música sugiere algo diferente, lo mismo sucede con la imagen y no hay decodificaciones automáticas”.

VOCACIÓN

María hace 30 años enseña danzaterapia en Italia (donde posee centros propios en las ciudades de Milán y Florencia), reflexionó que su despedida artística “obedece a que en la vida se cumplen etapas”.

“Cuando llegué a los 80 y seguía bailando ya me miraban como si fuera de otro planeta -indicó- pero para mí es maravilloso y sorprendente estar en vigencia con los jóvenes”.

Enseguida y haciendo gala de la sabiduría que ha recogido en su intensa existencia, añadió que “hay gente de 30 ó 40 años que está muy vieja porque no es la edad, es esa cosa de proyectarse en los otros”.

Al hacer referencia a su tránsito personal, confió que “tengo la alegría muchas veces de despertar, muchas veces de participar, siempre dando. Considero que la vida ha sido muy buena conmigo porque me ha dado vocación y porque siempre he sabido desde muy chica que quería danzar y que lo poco que tenía era para darlo, tanto desde el escenario como cada día frente a cada grupo de gente diferente a mí”.

“Sigo aprendiendo cada día que el lenguaje es de todos”, remató ligando lo artístico a su tarea terapéutica desde la danzaterapia porque, dijo, “siempre me interesaron los límites, los míos y los de la gente”.

Fux, quien debutó profesionalmente en 1942 en el Teatro del Pueblo, consideró que “si yo sigo dando lo que tengo a través del movimiento es porque he aprendido a usar mis propios límites. Si doy estímulos al otro como trato de estimularme a través de lo que siento, puedo darle la posibilidad al otro de expresarse, porque el arte es eso”.

“El arte es para todos -insistió- no para los privilegiados y no es un mundo de encantamiento, es un mundo de lucha, de aprender, de no saber, de pelear, es la vida. Porque no es diferente el arte a la vida”.

Alejada de la escena profesional pero no de la actividad, la creadora adelantó que “voy a seguir con la formación de gente a través de seminarios, voy a trabajar con gente que tiene más o menos problemas que yo y a preparar el próximo espectáculo del grupo de danzaterapia que se va a estrenar que se va a llamar “¿Y ahora qué?”’.

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El arte es para todos, dice, no para los privilegiados.

Foto: ARCHIVO EL LITORAL

EN EL COLÓN

A lo largo de su vida profesional, Fux logró bailar en el Colón, una experiencia que, entre risas, recordó: “tuve fiebre del miedo y un susto más grande que una casa”.

La intérprete hizo hincapié en su debut en el máximo coliseo argentino en 1963 cuando “presenté un espectáculo bastante extraño para esa época ya que bailé poemas de Lorca, “El canto de los adolescentes”, de Karlheinz Stockhausen, dancé sin música y acá estoy”.

“Para mí fue tan importante bailar en el Colón como hacerlo en las minas de Zapala. No voy a negar lo que significa el Colón pero yo no me la creo y, definitivamente, no soy mejor persona por haber estado allí”, resumió con claridad.

/// EL DATO