EDITORIAL

Más controles y penas por exceso de velocidad

Siempre hay una excusa a mano para protestar contra los controles de tránsito en la ciudad: que la Municipalidad sólo quiere recaudar, que los inspectores no son confiables, que los conductores son embaucados con operativos en lugares inesperados, son sólo algunos de los argumentos esgrimidos por quienes se niegan a cumplir las normas vigentes.

Todos reclaman controles, pero pocos aceptan ser controlados. Ocurre en Santa Fe, como en cualquier otra ciudad de la Argentina.

Sin embargo, la experiencia demuestra claramente que, sin controles, las normas se violan de manera flagrante. Es cierto que no todos los conductores son igual de irresponsables, pero muchos no dudan en arriesgar sus vidas y las de los demás cuando se sienten impunes detrás de un volante.

Los controles de alcoholemia que se multiplicaron durante los últimos tiempos son un claro ejemplo de cómo influye este tipo de operativos sobre las conductas de quienes manejan un vehículo. Poco a poco se fue transformando en una situación cotidiana escuchar que alguien decide no ingerir alcohol porque debe manejar. La sola posibilidad de recibir una sanción produce modificaciones en viejas y riesgosas costumbres.

Durante las últimas horas, el municipio anunció la implementación de controles de velocidad mediante el uso de radares -llamados cinemómetros- en Aristóbulo del Valle al 8900 y en Av. Almirante Brown.

A modo de prueba, entre el 14 y el 21 de enero pasado, se midió a través de estos dispositivos la velocidad de circulación de los vehículos que transitaron por estos espacios de la ciudad. Los resultados fueron alarmantes: se registró un promedio diario de 801 violaciones de velocidad máxima en la avenida Almirante Brown.

Es decir que en ocho días se contabilizaron 6.412 excesos de velocidad permitida. En tanto, los cinemómetros indicaron que 2.716 automóviles (340 por día) circularon a 70 km/h; 2.462 vehículos (308 por día) pasaron a 80 km/h. A su vez, 953 conductores (119 por día) circularon a 90 km/h; 235 (29 por día) lo hicieron a 100 km/h; 40 vehículos pasaron a 110 km/h (un promedio de 5 por día); 4 a 120 km/h y un conductor sobrepasó los 130.

A pesar de que en la Costanera existen semáforos y lomos de burro, prácticamente 40 automovilistas fueron detectados por día circulando a más de 100 kilómetros por hora. No importa que se trate del paseo público más concurrido de la ciudad. Al no ser controlados, decenas de conductores pusieron en riesgo sus vidas y las de otras personas.

Algunos insisten en que la salida a esta grave problemática pasa por campañas de educación masivas. Sin embargo, resulta improbable que algún conductor ignore que está prohibido pasar semáforos en rojo, conducir en estado de embriaguez o circular a más de 100 kilómetros por hora en una avenida de la ciudad. Las evidencias demuestran que los automovilistas son más prudentes cuando se saben controlados y cuando se las penas se agravan. En el caso de los excesos de velocidad, el monto de las infracciones irá desde los 500 a 10 mil pesos, pudiendo, incluso, llegar a la inhabilitación del permiso de conducir durante 180 días.