Literatura y cine con trenes

Andrés Alejandro Andreis

“¿Qué es la libertad?/ Poder pensar./ ¿Dónde se piensa mejor?/ Cuando se viaja confortablemente/ en un tren de larga distancia”.

Estas palabras, que pertenecen a Germán Sopeña, periodista y secretario general del diario La Nación, desaparecido trágicamente en un accidente de aviación, el 28 de abril de 2001, fueron escritas en el prefacio de su libro “La libertad es un tren” y, nos señalan el universo inconmensurable que divisamos a través de la ventanilla de un tren.

Recuerdo al respecto en mis viajes diarios a Laguna Paiva para tomar servicio en la estación, entre los años de l958 a 1970, en ocasiones que viajaba con el conocido tren obrero que partía a las 4.28 de Santa Fe, que entre el rítmico balanceo del coche, prestaba atención desde mi ventanilla, a los cambiantes paisajes de arboledas y campos sembrados en las campiñas guadalupanas, de Ángel Gallardo, Monte Vera, Arroyo Aguiar -entre otros pueblos de la línea ferroviaria- en el momento justo que el alba dejaba paso al amanecer, mientras los pensamientos afluían en tropel y la imaginación hacía de las suyas. Todo esto lo iba matizando con la lectura, y de las tantas me quedó en la memoria el “Yo Acuso” de Emilio Zola, “El Erial” de Constancio Vigil o el “Diccionario de músicos célebres” como así biografías y novelas clásicas. No era el único que leía libros, estaban también los lectores del diario El Litoral y de revistas mundanas. El resto dormía teniendo en cuenta que los que viajaban en su mayoría eran técnicos, obreros y administrativos de los talleres de Laguna Paiva a los que les esperaba una dura y larga jornada a su arribo minutos antes de las 6 de la mañana, hora del inicio de tareas.

En abril de 1972 en un viaje con mi esposa a Salta, el tren se detuvo por varios minutos frente a la Posta de Yatasto por un pequeño desperfecto mecánico. La estación homónima se encuentra a poca distancia del lugar y la historia nos cuenta que allí se produjo en enero de 1814 el encuentro de los Generales Belgrano y San Martín. Mis pensamientos comenzaron a imaginar aquel momento clave de nuestra historia, el abrazo, sus saludos y aquellos diálogos que la brisa se llevó, con las tropas formadas rodeando la escena en un paraje por entonces montaraz.

Cada uno de nosotros es un librepensador en los trenes del mundo, imaginamos posible lo imposible en otro sitio, las ideas y por qué no las fantasías surgen en un largo o mediano viaje. Todo se posibilita desde un tren mientras se viaja, desde escribir, tomar fotos, charlar animadamente con un ocasional viajero o viajera, hacerse de amistades sinceras y duraderas, proyectar negocios o encontrar el amor que siempre fue esquivo. La tecnología a nivel de países adelantados con trenes de alta velocidad, quizás haya restado en parte ese encanto, pero el tren cautivó y seguirá cautivando a través de los tiempos, porque su esencia no ha variado.

Novela y cine

A no dudarlo que el tren siempre tiene fundamentos literarios que llevan a escribir novelas que en su mayoría se vuelcan al cine de la mano de notables escritores y guionistas de películas que ahondaron el mundo de poderosas locomotoras tirando coches de aventura y misterio, entrando en grandes estaciones, con un devenir de secuestros, robos y crímenes, atentados y descarrilamientos, pero también de despedidas y reencuentros enternecedores.

El tren fue protagonista de una historia dramática cuando llevó a centenares de muertos durante la peste de la fiebre amarilla al antiguo cementerio de la Chacarita en Buenos Aires en el verano de 1871 y que le costó la vida al ingeniero y conductor de aquel tren el inglés John Allan, contratado por el gobierno argentino en el inicio de nuestros ferrocarriles en 1857. No recuerdo si se hizo una película con capacidad argumental al respecto. Pero por si todo esto fuera poco, quién no recuerda los siempre vigentes documentales que hoy se pasan en la televisión, de los viajes a la muerte de ciudadanos judíos, hacia los campos de concentración en trenes de carga ordenados por la barbarie nazi durante la 2da Guerra Mundial de 1939, fundamento de muchas películas que vemos en la actualidad.

La famosa novelista Ágatha Christie comentaba: “Los trenes han sido, desde siempre, uno de mis objetivos favoritos”. Su obra más conocida “Asesinato en el Orient Express” fue producto literario de sus constantes viajes en este suntuoso tren inaugurado en 1883 y que unía París con Estambul.

Casi la mayoría de las novelas relacionadas con los trenes, se extendieron en el cine que potenciaron las obras de los autores como lo fue “Doctor Zhivago” de Boris Pasternak, que inmortalizara el actor Omar Sharif, con dramáticas escenas en el tren que lleva a la familia del médico ruso rumbo al destierro en los Urales. “Ana Karenina” de León Tolstoi con capítulos conmovedores de chicos jugando con trencitos de juguete, el ensueño angustioso de Ana, cuyo final dramático se exterioriza arrojándose a las vías del tren. No alcanzaría esta nota para nombrar muchísimas novelas más llevadas a la fama por el cine en relación al ferrocarril, como las que también cobraron prestigio “Lawrence de Arabia” de David Lean, “La vuelta al mundo en 80 días” de Michael Anderson, “El expreso de Shangai” de Josef Von Sternberg, o “La lista de Schindler” de Steven Spielberg.

Nuestra patria chica santafesina plasmó en película el cuento “Los inundados” perteneciente a la obra de Mateo Booz, “Santa Fe, mi País” y el documental “Tiredié”, de Fernando Birri, que nos muestran como protagonista principal al tren, que se involucra en esta oportunidad con la realidad social de la región. El ferrocarril será siempre un tema recurrente, sus vías, sus puentes, sus estaciones y su entorno seguirán siendo fuentes de inspiración para poetas, escritores, novelistas y cineastas de todo el mundo.

Literatura y cine con trenes

Un regreso a la “Belle epoque” en Venecia, donde el Simplon Orient Express emula al legendario tren expreso de Oriente.

Foto: Archivo El Litoral