Flamenco, moda y vanguardia

El flamenco, la moda y el arte de vanguardia se dan la mano en el Museo Guggenheim de Nueva York, donde bailaores y cantaores de la talla de María Pagés desfilaron con trajes creados por artistas tan conocidos como Dalí y Picasso.

TEXTOS. DAVID VALENZUELA. FOTO. EFE

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La bailaora Selene Muñoz muestra un traje que forma parte de una exposición del Museo Guggenheim de Nueva York.

La conocida espiral que diseñó el arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright para el edificio del Guggenheim en Manhattan fue recientemente la pasarela de un desfile coreografiado que mostró hasta sesenta creaciones históricas y otras diseñadas por algunos de los artistas flamencos más conocidos del momento, titulado “Dressed to dance (vestidos para bailar)”, creador por el diseñador Roger Salas.

“Es muy bonito realzar y poner en relieve la creación coreográfica que es el vestuario”, dijo en una entrevista en Nueva York la bailaora y coreógrafa María Pagés, una de las encargadas de vestir unas obras de arte que ha cedido el Ballet Nacional de España y otras entidades como su propia compañía.

Pagés, Premio Nacional de Danza en 2002, explicó que el vestuario tiene un papel “primordial” en el flamenco y que, “en el momento de idear una creación, también se tiene que imaginar vestida”, por lo que el diseño de las prendas que se visten sobre el escenario es un trabajo que adora y que ha practicado en muchos de sus espectáculos. “Muchos de mis trajes para bailar son muy elaborados, pintados a mano en algunos casos”, indicó la andaluza, quien explicó, además, que la inclusión de las piezas de Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) y Salvador Dalí (1904-1989) rinde muestra de la estrecha relación que siempre ha existido entre el flamenco y la vanguardia.

Según la bailaora, el flamenco es “muy vanguardista” y estar en el Guggenheim demuestra que “no se trata sólo de un arte tradicional y conservador -que también lo es-, sino que ofrece un aspecto de continua evolución en el que estamos volcados muchos de los que nos ganamos la vida con esto”.

“Durante un período demasiado largo, el flamenco ha estado considerado como algo tópico en estas zonas, pero lo que no falla nunca es relacionar y confrontar el flamenco con otras artes y unirlo al ambiente cultural del lugar donde vayamos, como demostrará este desfile”, añadió Pagés.

Desfile bailable

A medio camino entre un espectáculo flamenco y un desfile de moda, el evento contó con una coreografía de Marcos Chamorro y la dirección de Margaret Jova, y en él participaron, además de Pagés y sus bailaores, Rocío Molina o Manuel Liñán, bailaores que estuvieron presentes en la décima edición del Festival Flamenco de Nueva York.

Pagés fue, sin embargo, la encargada de poner el broche de oro al encuentro, a la marcha del tema “La amargura”, incluido en su espectáculo “Sevilla” (2006), con el que descendió por la espiral del Guggenheim “con una maravillosa bata de cola de terciopelo granate”.

“Cerré el desfile con ese tema y con un traje que realmente es espectacular y que queda muy bien con el fondo blanco del Guggenheim”, añadió Pagés sobre su participación en este acto patrocinado por la Comunidad de Madrid y que contó con el apoyo de los ministerios de Asuntos Exteriores y Cultura del Gobierno español.

Los trajes han sido cedidos, además de por el Ballet Nacional de España, por la Fundación Antonio Gades, la Compañía Andaluza de Danza, el Museo Mariemma, el Nuevo Ballet Español y la Fundación Miguel de Molina, entre otras entidades, así como conocidos bailaores como Joaquín Cortés y Rafael Amargo.

Este evento, que en principio tenía que representarse en la Corcoran Gallery de Washington y que fue anulado a consecuencia del temporal de nieve que azotó la capital del país, sirvió también de aperitivo para el Festival Flamenco de Nueva York.

Ese festival echó a andar con la actuación de Pastora Galván, Manuel Liñán, Belén López y Rocío Molina en la conocida como Gala Flamenca en el teatro City Center, donde posteriormente la compañía de Pagés ofrecerá su espectáculo “Autorretrato”, “una pieza muy relacionada con Nueva York”, según la bailaora. “Fue un espectáculo que creé a petición del bailarín Mijail Baryshnikov cuando estuve en su centro artístico, quien quería que creara algo que me definiera como persona y artista, algo íntimo, y el resultado fue esa creación”, explicó la bailaora, que estos días ha ensayado en las instalaciones que el artista ruso tiene en Nueva York.