Cambiar de actitud

Dr. Tito L. Rocchetti.

Ciudad.

Señores directores: La Universidad San Martín de Porres, de Lima, Perú, investigó sobre los factores que apuntalaron el crecimiento y progreso de los pueblos en el mundo contemporáneo, y en sus conclusiones señaló que además del conocimiento, los recursos naturales, el talento y el capital, otro de los factores que coadyuvaron a esos logros fue la actitud o el modo de comportarse de los integrantes de sus comunidades ante los desafíos que planteaba tal empresa. Para justificar lo expresado indicaron ejemplos de países ricos y pobres que habían alcanzado un buen grado de desarrollo, lo ocurrido en países jóvenes y viejos, y en algunos con generosos recursos naturales y otros que sin ellos, como Japón, que figuraba como segunda potencia económica mundial. En las conclusiones de la investigación señalaron cuáles en su opinión eran los componentes inmersos en la actitud de la gente que producían efectos muy positivos para el crecimiento y desarrollo de sus pueblos, mencionando los siguientes: 1) Lo ético como principio básico; 2) Orden y limpieza; 3) Integridad; 4) Puntualidad; 5) Responsabilidad; 6) Deseo de superación; 7) Respeto a las leyes y reglamentos; 8) Respeto al derecho de los demás; 9) Amor al trabajo y 10) Su esfuerzo por la economía y el acometimiento.

Con ese decálogo a la vista y mirando el espejo de nuestra realidad actual advertimos con tristeza lo que nos falta conseguir para contar con esos atributos, que nos ayuden a volver a crecer y desarrollarnos como país serio y progresista. La verdad es que los resultados de ese trabajo para nosotros no son cosas nuevas sino que las hemos olvidado o dejado de lado para actuar según la “viveza criolla” a la que aludía el tango “Cambalache”. Viendo cómo nos va, debemos pensar en serio sobre la conveniencia de que es necesario cambiar de actitud al hacer las cosas -gobernantes y gobernados-, haciendo un cambio hacia lo mejor volcando nuestro esfuerzo siguiendo las pautas de conducta citadas.

La participación ciudadana actuando dentro de las pautas que la regulan, ya sea en forma directa o mediante la elección de sus representantes, constituyen bases que legitiman el ejercicio de la democracia, y se afirma que eso es tan necesario y legal que sin ella esta forma de gobierno no podría manifestarse en forma plena. Por ello, debe entenderse que quienes son elegidos en tal carácter son actores legítimos de la democracia, y los ciudadanos deben ser cuidadosos para no equivocarse y elegir a quienes además de sus aptitudes para ejercer tal representación sean creíbles y habrán de interpretar y trabajar por sus ideales y participar en los procesos de elaboración, gestión y control de la ejecución de las acciones de gobierno para el progreso y desarrollo del país y su gente.

Sobre lo que antecede viene al caso citar al mexicano Carlos Slim, el hombre más rico de Latinoamérica, que al hablar de cómo buscar el éxito expresó: “Si no usas tu sabiduría para crear cambios positivos sigues siendo parte del problema, no de la solución”.