Servicio deplorable

Susana C. De Reversat

DNI : 17.722.255

Sres. Directores: El motivo de ésta es para dar a conocer las penurias que padecemos los que habitualmente utilizamos el servicio de transporte público de colectivos, más específicamente la Línea 15.

El servicio es pésimo, nunca pasa en el horario en que debe hacerlo. Esto es una total falta de consideración hacia los pasajeros, ya que debemos esperar hasta 25 minutos y más tiempo también. Cuando por fin se dignan a seguir con su recorrido y levantar a las personas, vienen de a dos y hasta tres ómnibus, jugando carreras para comprobar quién llega más rápido a su meta. Olvidando que llevan seres humanos, no chatarra.

No respetan el mínimo de las normas que tienen establecidas, como acercarse al cordón de la vereda para facilitar el ascenso y descenso de los usuarios.

No desaceleran al cruzar los famosos lomos de burro y, por consiguiente, provocan movimientos bruscos en mujeres embarazadas, ancianos, enfermos (su recorrido incluye el frente de tres hospitales).

Los inspectores, al igual que el libro de quejas, han desaparecido. Ya son una especie en extinción.

El reloj de la tickeadora está atrasado hasta 10 minutos, ¿cómo demostramos que abordamos el micro a una determinada hora?

Si bien las unidades son nuevas, el colectivo en su interior está sucio, con resto de vómitos, en algunos casos.

¿Han observado que en calle Castelli y Zeballos no hay refugio para los días de lluvia o de mucho sol?

Para colmo, aumentan el costo de este mal servicio. Son unos desvergonzados.

Somos trabajadores y nuestro sueldo no nos permite elegir otro medio de locomoción para realizar nuestras labores. ¿Nos merecemos este tipo de servicio público? Si los políticos viajaran en colectivo, ¿sería éste el servicio que brindarían?

Dolor de abuelos

Elena y Gerardo Rópolo

Sres. Directores: Ya pasaron seis meses desde que nuestra nieta María de Belén Luna Rópolo no está más con nosotros. Se fue a un viaje con pasaje de ida, sin regreso y sin equipaje, donde sólo se lleva los recuerdos en el alma.

Tenía 18 años, era una nena llena de sueños y alegrías, sana en todo sentido (tenía que vivir), como todos los hijos adolescentes bien criada. Pregunto: ¿hay derecho a que el autor de lo que pasó esté como todos, paseando tranquilo como si nada hubiera sucedido? Según el juez en lo Correccional, está procesado.

Nos arrancó parte de nuestras vidas. ¿Cómo hacer para seguir viviendo con tanto dolor en el alma? Ya no nos quedan lágrimas; sólo existimos hasta que llegue el día en que nos encontremos en el lugar por todos soñado, cerca de Dios.

Señores jueces: ¡por favor, sólo justicia reclamamos! Sabemos que lo harán ante Dios y los hombres. Gracias nuevamente. Sus abuelos Elena y Gerardo.