La deliciosa materialidad del libro

Manuel Fuentes

(EFE)

La materialidad del libro “es absolutamente deliciosa, muy sana para los sentidos y bastante erótica, al menos para un escritor”, confesó en una entrevista el novelista chileno Antonio Skármeta. “El libro permite un diálogo muy directo entre el alma del escritor y el alma del lector, no precisa de nada para funcionar”, afirmó Skármeta, quien se declaró defensor de “una extravagante y pragmática postura” en el debate sobre las nuevas tecnologías.

Convencido de que la obra escrita está preparada para resistir cualquier embate, este novelista, guionista de cine y director teatral sostiene que “el libro es un objeto bastante más sofisticado y sutil que el soporte electrónico”. Skármeta (Antofagasta, 1940) participa estos días en el I Congreso Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil, un encuentro al que desde ayer y hasta el domingo asisten 70 escritores y expertos de 16 países que se dan cita en la capital chilena para debatir, entre otros asuntos, sobre la influencia de las primeras lecturas en la formación del ser humano.

“Los libros leídos en un momento tan especial para la sensibilidad como es la infancia son detonantes posteriores de emociones, ideas y ficciones”, aseguró el autor de “El baile de la Victoria”. Pero hoy en día, “la celeridad del pensamiento y la mecánica de la escritura de los jóvenes es abrumadora. Eso introduce otro tipo de excitaciones, formulaciones y tal vez cierta monotonía superficial de lo que intercambian en sus comunicaciones. Al ser tan rápidas las comunicaciones, muchos jóvenes tienden a repetir lugares comunes y les cuesta mucho apartarse de la norma que establecen algunos líderes. En cambio, en el espacio maravilloso de la literatura hay todavía una zona de privacidad y originalidad absoluta que no es vulnerada por este hábito de la comunicación masiva”.

El panorama no es, en absoluto, desolador. “Todas las generaciones creen que su infancia fue el reino de la plenitud y todo lo que vino después, decadente. Yo me resisto totalmente a caer en ese lugar común. Ni familiarizado ni apasionado” con las bibliotecas virtuales como Google Books, a Skármeta le es indiferente por qué medio lleguen sus libros a los lectores, y confía en “una larga y feliz convivencia” entre el libro y los soportes digitales. “No tengo una percepción apocalíptica: desde su invención el libro se ha defendido maravillosamente y el auge editorial que hay es impresionante. No me trago la píldora de que viene una crisis”, enfatizó.