Revista teatro

Teatro en tiempos de oscuridad

De la redacción de El Litoral

Recibimos en nuestra redacción el último número de “Teatro”, la revista del Complejo Teatral de Buenos Aires, como siempre con una cuidada y elaborada edición. Entre sus temas más destacados figuran el diálogo entre Oscar Araiz y Mauricio Wainrot sobre el Ballet Contemporáneo de la institución. También, notas sobre el Festival Internacional y las razones de una programación; Escenas de la biblioteca: el cine según Sartre y El Memorioso: Luis Diego Pedreira.

El tema central de este número es “Krapp, la última cinta magnética. Beckett y su teatro de la intemperie”. En la nota editorial, Guillermo Saavedra señala que contra lo que suele pensarse, la obra de Samuel Beckett no es el ejercicio de una mirada nihilista ni una invitación al suicidio colectivo sino una vigorosa apuesta a la acción en medio de la parálisis. Una minuciosa y progresiva tarea de desvelamiento de las ilusiones con que la orgullosa humanidad intenta olvidar su precaria condición. Un descarnado memorándum: más allá de las diferencias de clase, ideología o género, todos estamos igualados en una misma indefensión cósmica; y es responsabilidad de cada cual hacerle frente y obrar en consecuencia, sin abandonarse a la desesperación ni a la resignación.

Podría decirse que de eso, entre otras cosas, trata Krapp, en la última cinta magnética.

Y que el reestreno de esta pieza clave en la producción beckettiana ostenta, en nuestro desmejorado presente, una inequívoca y saludable pertinencia. Hacer Beckett hoy, supone rescatar la paradójica vitalidad de sus criaturas en medio de la miserable condición en que se encuentran. Y, para una institución dedicada a producir y difundir las artes de la escena, implica además desplegar esa consigna en el amplio abanico de todas sus actividades. Este último número de la temporada aspira, pues, a ser leído en esa clave.

Otras temáticas

El mismo Saavedra -director de la publicación- hace referencia al resto del contenido de este número. En tal sentido, sostiene que entendiendo el histórico encuentro entre Oscar Araiz y Mauricio Wainrot -dos grandes coreógrafos que condensan, además, buena parte de la trayectoria del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín- como la voluntad de crear aun en circunstancias difíciles.

Disfrutando de una nueva edición del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea, en cuanto posibilidad de liberar nuestra imaginación del encierro al que la someten los criterios preestablecidos.

Recordando al fallecido Carlos Pais como un hombre de teatro que eligió el riesgo de la fidelidad a sí mismo antes que la imitación de tendencias en boga.

Maravillándonos ante la revolucionaria tarea del escenógrafo checo Josef Svoboda, de la cual se ofrecen testimonios en el Hall Central del Teatro San Martín, ubicándola en el contexto de grandes dificultades en que logró llevarla a cabo. Y rescatando la infatigable obra que, en la Argentina, llevó adelante un artista como Luis Diego Pedreira, evocado en la sección El memorioso.

Haciendo un balance de la reciente edición del Festival Internacional de Buenos Aires, orientado este año a las nuevas producciones de aquellas regiones del mundo en donde nunca nada es demasiado fácil.

Rindiendo homenaje a los hombres y mujeres que aportan su esfuerzo al funcionamiento de este Complejo Teatral desde las áreas de Salas, Boleterías y Mayordomía.

Redescubriendo la lucidez crítica de Jean-Paul Sartre; en este caso, para dar testimonio de su experiencia como espectador de cine mudo.

Aproximándose a la intimidad del proceso que hace posible cada sábado la emisión del programa radial La ronda de los teatros.

Y ponderando las opiniones de Daniel Veronese, volcadas en el habitual cuestionario de Las 10 de última.

Si el lector recorre estas páginas con la sospecha de que el arte puede paliar nuestra desnutrida atención, de que un escenario puede ser el lugar en que la vida sea provisoriamente redimida, la tarea habrá sido, modestamente, cumplida.