Museo Nacional de Bellas Artes

El periódico Martín Fierro es

llevado a la tridimensionalidad

Mora Cordeu

Télam

La exposición “El periódico Martín Fierro en las artes y en las letras”, que abre sus puertas al público este martes en el Museo Nacional de Bellas Artes, permite ver cómo operó la vanguardia porteña de esa época y cómo se fue tejiendo un entramado cultural, cuya influencia persiste en el tiempo.

“Creo que lo único que quedaba para hacer con el periódico Martín Fierro (1924-1927) era llevarlo a la tridimensionalidad”, dice Sergio Baur, el curador de la muestra, en una entrevista con Télam. El gran aporte de la revista “fue haberle mostrado a una sociedad que estaba creciendo, en plena ebullición, que existía otro arte, otra forma de hacer crítica literaria a la tradicional”.

Baur desgrana los nombres de jóvenes que recién llegados de distintos viajes por Europa, entre 1922 y 1923, tuvieron un papel preponderante en la configuración de una vanguardia reflejada en la revista como los hermanos Borges (vinculados al ultraísmo), Pettoruti (futurismo), Pablo Curatella Manes y Xul Solar.

A su regreso, esos jóvenes buscaron un espacio en la revista Martín Fierro, iniciativa de un “gran gestor cultural”, Evar Méndez, que luego de sacar la primera, fundó la segunda época. Fueron incentivados también “por la crítica de arte promovida en especial por Alberto Prebisch”.

“Oliverio Girondo hizo el manifiesto de la revista, un texto rupturista que anticipó su carácter de tribuna de vanguardia”, agrega el integrante del Consejo Consultivo del museo.

Canon literario

¿Por qué el nombre de Martín Fierro? “La revista siempre reconoció que dentro de esa vanguardia muy adscripta a los movimientos internacionales tenía que haber elementos de una identidad nacional”, subraya Baur. A partir de su aparición “se va a crear un canon literario que es liderado por Borges y el grupo de Florida, aunque no es químicamente puro ya que hay cruces con el grupo de Boedo. Roberto Arlt escribe para Martín Fierro, hay comentarios de libros de Alvaro Yunque y los hermanos Tuñón alternan entre ambos grupos”.

“La idea curatorial -explica- es hacer de Martín Fierro un objeto museográfico. Es ver qué se desprende de esas páginas y cómo se pueden leer esas páginas a través de objetos que pueden ser exhibidos en una muestra. Para esto resultó ineludible la gran colección del Museo Nacional de Bellas Artes.

“Hay que destacar el apoyo incondicional del equipo técnico del Bellas Artes: la muestra se gestó y se gestionó desde el Museo. El montaje es preciso, renovador y permite visualizar muy bien una época”.

Se expondrán obras de Paul Gauguin, Pablo Picasso, André Lohte, Emile Antoine Bourdelle, Carlo Carrá, Amadeo Modigliani, Marie Laurencin, Diego Rivera, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Norah Borges, Pedro Figari, Adolfo Travascio, Valentín Thibon de Libian, Víctor Pizarro, Alfredo Bigatti, entre otros.

“Así como hay grandes protagonistas de la pintura; el objeto, el impreso, la página de la revista, el libro, el volante, la tarjeta de invitación, la documentación que corresponde a la revista, son elementos puestos en la misma jerarquía”, aclara. El visitante entra a la muestra -un espacio único con subdivisiones- a la calle Florida de ese tiempo a través de un filme de los años 20 de José Agustín Ferreyra (La chica de la calle Florida) de un minuto 50 segundos, casi un documental.

Después hay un análisis de cómo la vanguardia argentina se consolida a través de una experiencia muy interesante: el periódico mural Prisma, ejemplares de Proa y antecedentes de la vanguardia española (revistas Cosmópolis, Grecia, Los Quijotes).

Conexión intelectual

El análisis de Martín Fierro y el arte internacional deja al descubierto “cómo era la conexión de la intelectualidad extranjera con la revista”. En el sector de la Literatura, especifica Baur, “seleccionamos cerca de 90 primeras ediciones de estos jóvenes escritores que tuvieron una crítica en el periódico”. Hay textos de Girondo, Borges o de Leopoldo Marechal, entre muchos otros.

De pinturas hay unas 70 obras, la inmensa mayoría son del museo; hay un préstamo de la colección Blaisten de México; una obra de Alfredo Guttero, de la colección de arte de la Cancillería argentina; del Museo Provincial Emilio Pettorutti y de colecciones privadas.

“Como todo emprendimiento cultural de gente joven -apunta-, la revista tiene un circuito vinculado a la espontaneidad de las relaciones. Y esto la hace fresca, atractiva, muestra una permanente inquietud por incorporar elementos nuevos. Y presentamos algunos textos de la vanguardia de Boedo que tuvieron su lugar dentro de la revista, porque no se puede desconocer que hay otra vanguardia enfrente: crítica, polémica que también observa”, advierte.

La Biblioteca Nacional aportó una colección de la revista Martín Fierro “y algunos números sueltos los enmarcamos para establecer el diálogo con la Literatura y las Artes Plásticas”.

Todo ocurre en cuatro años de vida de la revista “en los que se afianza esa gran tradición de la cultura argentina del siglo XX y lo que va del XIX”.

“Martín Fierro fue una manera de interpretar un proyecto cultural nacional y latinoamericano, que adhirió al concepto del arte por el arte para trazar su camino intelectual y creativo. Tal como lo expresó uno de sus antiguos directores: a partir de Martín Fierro se escribe y se pinta de otra manera en el país”, escribe Baur.

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Uno de los primeros números del periódico. A partir de su aparición, según estudiosos, se escribió y se pintó de otro modo en el país.

Foto: Télam

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“El hombre de la flor II”, obra de Emilio Pettoruti.

Foto: Archivo El Litoral

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Oliverio Girondo

Foto: Archivo El Litoral