EDITORIAL

Ciudad y salud

El nexo entre salud pública y urbanización fue el eje elegido este año por la OMS para conmemorar el Día Mundial de la Salud. Y no es para menos: hace ya tres años que la mitad de la población mundial vive en ámbitos urbanos y se estima que en las próximas décadas lo hará el 70 %.

Esta relación que, en principio, podría evaluarse como positiva en virtud del mayor acceso a servicios médicos y sociales que en las áreas rurales -tal cual reconocen las propias autoridades del organismo internacional- redunda a la vez en efectos negativos para los pobladores de aquellos centros urbanos en los cuales los recursos están distribuidos en forma inequitativa, o donde los servicios básicos no son prestados de manera eficiente, o donde las desigualdades económicas y sociales son más marcadas. En ese contexto es que se desarrollan con más facilidad condiciones de vida que predisponen a contraer enfermedades evitables y que son causadas, por ejemplo, por la falta de acceso a agua segura y la carencia de mínimas condiciones de saneamiento, tanto para la eliminación y tratamiento de los residuos como para la adopción de las pautas más elementales de higiene.

Por eso es que estos ítems, al igual que las condiciones de habitabilidad -en concreto, el acceso a una vivienda digna- son fundamentales para garantizar el acceso de la población a la salud, en su sentido más amplio. La misma organización señala que las medidas para lograrlo requieren, más que afectar nuevas y mayores partidas de dinero, organizar los presupuestos hacia esta meta específica.

Por otra parte la obesidad, definida como epidemia y favorecida por una sobreoferta de alimentos ricos en grasas e hidratos de carbono y una tendencia cada vez más temprana al sedentarismo, se erige como uno de los temas sobre los que resulta indispensable poner la atención de las políticas públicas. Numerosas enfermedades vinculadas a la mala alimentación y la ausencia de actividad física resultan un excelente argumento para trabajar en ese sentido desde la prevención y la concientización. Los efectos producidos por la polución ambiental y -como se dijo- la falta de acceso a fuentes seguras de saneamiento figuran también entre las prioridades a atender en los grandes centros urbanos.

Mientras tanto, en numerosas ciudades de todo el mundo se desarrollaron actividades para adherir a esta fecha, y Santa Fe decidió sumarse a la iniciativa que tuvo como lema, para este año, la consigna “1.000 ciudades, 1.000 vidas” destinada, por un lado, a abrir las calles a la población y cerrarlas al tráfico, con el objetivo de realizar campañas de concientización, y por el otro, difundir acciones particulares en la promoción de la salud.

Más allá de las voluntades individuales, se plantea a nivel de políticas públicas un verdadero desafío: frente a un crecimiento urbano sostenido, se impone planificación, orientación de partidas presupuestarias y una fuerte tarea de promoción de hábitos saludables.