Al margen de la crónica

El alma de los pueblos chicos

Muchas localidades (y ciudades) que hoy componen la geografía del interior de la provincia de Santa Fe nacieron, hace algo más de un siglo, casi como una suerte “de extensión” de las vías del ferrocarril, el que en aquella Argentina del Centenario era un verdadero protagonista del aparente progreso, asociado con la condición de “granero del mundo” que asumió el país.

De esta forma, los entramados urbanos se fueron diagramando, poco a poco, a partir de un edificio primigenio como la estación de tren. Efectivamente, cualquiera con algunos años encima podrá recordar con facilidad cómo algunos fragmentos de su niñez o adolescencia se encuentran ligados profundamente a ese cuasi-mítico emplazamiento, ya que -a lo largo de varias décadas- la llegada del tren pasó a ser un rito cotidiano para el habitante de un pueblo chico, casi el único capaz de hacer mella en su habitual modorra.

Hoy, a casi dos décadas de la decisión que determinó el cese del tren de pasajeros en varios pueblos, esos espacios que alguna vez fueron alma y motor quedaron olvidados, sumidos en una progresiva ruina. Y por eso en muchos lugares optaron por avanzar en su puesta en valor -previas gestiones ante los organismos correspondientes- para uso comunitario en forma de centros culturales o museos.

En este marco, la reciente iniciativa tomada por las nuevas autoridades de la Comuna de Zenón Pereyra (departamento Castellanos) de tratar de recuperar la estación ferroviaria del lugar, aunque quizás tardía y todavía muy prematura, es altamente beneficiosa. Porque para un pueblo pequeño -unos 2 mil habitantes- contar con un espacio donde plasmar sus inquietudes culturales no deja de ser positivo. Como expresó el propio presidente comunal Sergio Toledo, la gente podrá empezar a “participar y pasar sus horas de reencuentro en ese predio”. Y esto ya amerita toda la gestión.