al margen de la crónica

Importancias pendientes

Extraño a un amigazo, una de esas personas eternamente bondadosas, eternamente presentes, eternamente dispuestas, que hace mucho que no veo. Una de esas personas gigantes, que junto a otras de igual tamaño, suelen seguir en la lista de espera -gracias al débil intento diario generalmente definido por los deberes o ausencia de conciencia- de un encuentro, que ya no quiero que sea fugaz. Está en la lista él y un puñado de amigos, mi hijo y la película del dragón, mi querida vieja, la charla con mi hermano, el maravilloso día de sol, la plantita de albahaca que habita desde hace un tiempo en el vaso de agua, y por ahí también estoy yo.

Ya dejó de ser una sensación, es una absoluta certeza: día a día los instantes, las personas, las palabras importantes pasan a un segundo plano, con la seguridad de que se podrán vivir, ver y decir cuando haya tiempo. Y así, en estos tiempos sin tiempos, lo importante deja de suceder o, para ser menos trágicos, sucede menos.

Por suerte a la lista de “cosas importantes” con las que supuestamente debemos consumir la vida le sumamos una larga lista de excusas a tener en cuenta: día D (la madre, el padre, la mujer, el animal, el planeta, el médico, el periodista, el maestro, el niño, los derechos, el trabajador, etc., etc.) que nos pueden llegar a hacer reflexionar sobre nuestra humanidad, encontrarnos con algo de ella, y de paso cooperar con el funcionamiento del mercado que tan vivitos y coleando nos tiene a casi todos.

Mañana es el cumpleaños de mi amigazo. Dimensiono la posibilidad que me brinda la tradición de festejar el aniversario de un natalicio, otra oportunidad de encuentro, de construcción con el otro, la posibilidad de algún “precario estado de plenitud”. ¡Festejo!

A veces me asfixia la certeza de que, un día, esas cosas quedarán pendientes para siempre.