Susurros del alma

Clary Miroznik German

Señores directores: La vida es el juego que todos estamos jugando; algunos buscan caminos, se confunden, se equivocan, pero los siguen buscando hoy y mañana; es que hasta en el ocaso de las ilusiones el hombre sigue bendiciendo la vida.

Los días buenos agregan optimismo; los malos, experiencia. Los intentos transmiten fuerza, las caídas suelen fortalecer, los sueños serenos agregan vida. La vida nos da pruebas de que día a día vamos haciendo nuestro propio destino; si lo encontráramos escrito se convertiría en monótono y aburrido; saber esperar es saber comprender. La mente maneja más cosas de las que imaginamos. Todo es relativo, pero hay quienes se salen del libreto. Las predicciones del porvenir fascinan tanto como intimidan, aunque nunca antes la humanidad estuvo tan preparada para asimilar los cambios, después de todo ya es 2010, ya es el futuro.

El país tiene su propia caja de Pandora, por ahora no sabemos qué puede haber en el fondo. El alma debe tener un espacio en el hogar que habitamos. Nos persiguen los susurros del alma de esas madres que no existen para sí mismas, abandonan su yo, sonríen cuando en su interior lloran lágrimas, enseñan a sus hijos que liberen sus almas del egoísmo, de las injusticias e intereses creados y que afronten de manera positiva y con valentía lo que les toca defender.

La curiosidad y el humor son las más puras formas de la inteligencia. La dicha consta de pequeñas cosas gratas que ocurren a diario; se necesita calidad humana en el saber vivir. Una maestra, en todos los días, durante tantas horas debe hacerles entender a los chicos que son todos humanos y deben quererse, y que detrás de cada uno debe haber un futuro proyecto.

Como en las grandes obras de ficción, teatro y literatura, la expectativa no responde a la del hombre, sino a lo que decide el destino. En este mundo de ficción en que estamos viviendo, ¿será posible que nuestra conciencia ya no sienta nada y que todo esté bien? ¿Será ésta la nueva moral? Lo terrible es que nada es terrible.

No lo podemos evitar: nos sentimos como en la “dulce espera” de la próxima crisis; seamos partidarios de la lógica, ética, concordia. Saber no es suficiente, desear no es suficiente, hacer es lo importante. Le preguntaron a A. Camus si la vida merece ser vivida y respondió con su profunda filosofía: “Yo así lo creo, aunque sólo sea para honrar a los amigos”.