Rafaela y San Martín de Tucumán, unidos por el cero
Resta más de lo que suma
Pólvora mojada. Gigli, de bajo vuelo, es perseguido por Décima. Atlético no estuvo a la altura de las circunstancias y San Martín festejó un punto que no le sirve de nada.
Foto: Gustavo Conti
Atlético de Rafaela dejó dos puntos en su camino rumbo a la Promoción o al ascenso directo. De ganar Quilmes mañana, será casi imposible llegar a ocupar uno de los dos primeros lugares de la tabla.
Juan Carlos Haberkon
Rafaela (Enviado Especial)
Para Atlético de Rafaela fue un puntito que no sirve para seguir de cerca la línea del ascenso directo. A veces, no cambiar a tiempo, trae, luego, dolores de cabeza. Hoy por hoy, Atlético no tiene tiempo para las adaptaciones. Todo tiene que ser ya. Debía ganar ante San Martín de Tucumán y no lo hizo. El equipo de Trullet no fue el mismo que jugó contra Unión hace diez días; tampoco fue el mismo que fue a Rosario y se trajo los tres puntos que le sacó a Tiro Federal.
Anoche, en el Monumental, Atlético y San Martín jugaron mal, no dejaron nada o muy poco para el análisis. Peor: no arriesgaron. Ahí, el perjudicado fue Rafaela sabiendo que, si ganaba, se ponía a tiro de Quilmes y, de paso, le tiraba toda la presión al cervecero, que juega mañana con Independiente Rivadavia. San Martín jugó a sumar un puntito para seguir deambulando en un torneo que lo tiene como un participante. No pelea arriba y tampoco está comprometido con el descenso, igual Bovaglio tuvo que sacar una pelota que se metía cuando Fernández había dejado en el camino a Airaudo.
El punto no le sirvió a Rafaela, está claro; tampoco, al visitante.
Como era de esperar, con dos técnicos que conocen muy bien la categoría, el medio campo estuvo superpoblado, con más corredores y metedores que virtuosos. Era imposible penetrar esos lugares.
Todo resultó muy desprolijo. Abundaron los pelotazos y las imprecisiones estuvieron a la orden del día. Juárez nunca se hizo del balón, Serrano y Cáceres no fueron los de otros partidos, y la distribución fue dudosa.
Se intuía que el gol podía llegar por error; tampoco así apareció una emoción. No hubo nada para destacar de la primera etapa, eso que hubo llegadas y algunas hasta parecían llevar peligro. Pero todo terminó ahí, en manos de Airaudo o López, según se analice cada actuación de los arqueros.
Cerca del final del primer tiempo, Cáceres se lesionó feo, muy feo después que su rodilla se plantara en el verde césped del Monumental.
En el complemento, Atlético mejoró, pero la falta de Cáceres y el dolor que provocó su lesión (entró llorando al vestuario) se hicieron sentir.
Se sucedieron las llegadas que nunca fueron claras. El final fue a pura fuerza de voluntad de un lado y del otro. Lo mejorcito: la intención de Atlético en el segundo tiempo.
Los rafaelinos, muchos por cierto, o más de lo habitual, se fueron con desazón. Los de San Martín, un puñado de hinchas, festejaron el empate, un punto que también a los de Roldán les servía de poco, casi nada.
La falta de claridad y la ausencia de puntería fueron los males de Atlético, que no supo aprovechar el momento para quedar a tiro del cervecero.