EL VALOR DEL ECOSISTEMA

Como nunca antes en nuestra historia sobre el Planeta hemos adquirido la prodigiosa capacidad de causar impactos ambientales que tienen la posibilidad de afectar y amenazar nuestra supervivencia sobre la Tierra.

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Muchos de nosotros hemos viajado y conocido algunos de nuestros Parques, Reservas o Áreas sean Nacionales, Provinciales o Municipales. Estás pretenden conservar con distintos grados un área representativa del ecosistema, su flora , su fauna, pero por sobretodo la intrincada relación entre unos y otros.

En general para nuestro deleite son paisajes soberbios, donde la naturaleza está expresada con toda su magnificencia de colores, tamaños y texturas, sin importar en que latitud se encuentren.

Pero estas áreas son por lo general pequeños manchones de nuestros territorios, no conectados entre si, con lo que bien podríamos decir que son islas de conservación, y que en la época en que nuestros Parques Nacionales fueron creados, la información que se disponía era muy distinta a la actual.

Hoy, gracias a estudios de infinidad de científicos de todo el mundo la comprensión de la manera en que funciona nuestro pequeño planeta es otra, todo esta interrelacionado, desde una diminuta alga que solo crece en la Antártida hasta los grandes árboles de las selvas ecuatoriales, desde el pólipo de un coral a nuestro preciado en insustituible oxígeno, desde la bacteria más pequeña hasta el animal de mayor tamaño.

Millones de años le ha tomado a la naturaleza tejer esta intrincada trama de relaciones, con una diversidad y equilibrio que nos resulta difícil de comprender.

Todo está misteriosamente relacionado, como en una gran filigrana universal, unos dependen del otro, y todos existen por la sola presencia de aquel, y ninguno de ellos en esta fabulosa cadena es reemplazable, con lo que la pérdida de solo un eslabón, hace que la cadena quede trunca.

Nos hemos ido acostumbrando de a poco a las comodidades que nos brinda la tecnología, el uso de combustibles fósiles que nos ha facilitado la vida, la industria agrícola que nos provee de alimentos, la minería, etc, etc. Pero a que costo?

Alguna vez nos hemos planteado cual es el costo de deforestar un área de bosques primarios para por ejemplo incorporarla a la agricultura, o secar humedales para dedicarlos a la cría de animales, y así una cantidad de industrias humanas que vienen del fondo de la historia, acomodándose a los progresos tecnológicos, pero nunca cuantificando cual es el impacto de todo este despliegue de tecnología en el medio ambiente, que no se restringe a una decena de metros o kilómetros en su derredor.

Como podríamos siquiera imaginar hace unos años atrás que la prodigiosa exuberancia del verde Amazonas, se debe al árido y seco Sahara, que todos los años le envía toneladas de polvo cargando infinidad de minerales esenciales para provocar esa explosión de vida.

Como imaginar que la fría corriente Circumpolar que barre el fondo marino, arrastra minerales y nutrientes que alimenta, probablemente a la especie más numerosa del planeta, un alga unicelular llamada diatomea, eslabón primario de una cadena trófica increíble, ya que de ella se alimenta el camarón antártico, conocido como krill, y de estos últimos depende en su gran mayoría la fauna marina, hasta el animal más grande del planeta, las ballenas.

Como poder vislumbrar, que las algas marinas transformaron el planeta, absorbiendo el carbono del aire, y dejándonos una atmósfera limpia y entregando el oxígeno vital.

Como saber hace algunos años que un humedal como los Esteros del Iberá, por citar uno, es un regulador natural del flujo de las aguas, reteniendo sus excesos para dosificar su entrega y evitar mayores crecientes en temporadas de lluvias, amén de actuar como un filtro natural de sustancias, hasta las nocivas.

Como poder saber que la energía de un solo día de sol alumbrando nuestro Planeta, equivale a toda la energía producida en un año por nuestra raza humana. Como no aprovecharla siendo casi gratuita, y digo casi porque harán falta los equipos necesarios para apropiarla y almacenarla, pero el ahorro de no quemar más carbono, bien podría ser suficiente para ello.

Como poder mensurar siquiera que la sola extinción de una especie puede ser el desencadenante de una serie de sucesos incomprendidos aún. Solo mencionar que la disminución de la población de ballenas en el hemisferio austral produjo la reducción de la población de krill antártico (euphausia superba), siendo este su alimento natural, y por consiguiente haber disminuido la presión alimentaria.

Que decir de nuestra atmósfera, la que no reconoce fronteras ni latitudes, a la que volcamos cada vez mayores cantidades de gases y partículas.

Y así podríamos seguir citando una cantidad de cuestiones y de relaciones entre las especies y los distintos ecosistemas, pero en definitiva con el planeta entero. Nunca más real la parábola “el aleteo de una mariposa en Pekín puede causar un huracán en Texas”, para demostrar el grado de relación que todos tenemos en esta pequeña casa, que llamamos Tierra.

Y también podríamos llegar a cuantificar posiblemente el valor económico de todos esos aportes por ahora gratuitos, con los que la naturaleza nos provee, aunque no tenga mucho sentido, solo para poder visualizar que tan desmesuradamente grande es la provisión natural en contraposición con toda la producción humana, y que cuando esta no es adecuada al gran engranaje natural, el daño puede ser mayúsculo.

Estamos siendo testigos de la trágica paradoja de querer generar mayores riquezas sin importar el costo, y producir una catástrofe planetaria que ponga en riesgo la supervivencia de toda especie conocida incluyendo la nuestra.

Nunca antes nuestra especie, desde nuestros más remotos antepasados tuvieron la capacidad de provocar un impacto ambiental a nivel planetario como nosotros.

Tenemos una gran cantidad de información disponible gracias a innumerables estudios científicos, para tomar algunas decisiones de vida, está en nosotros actuar esos cambios de conducta para evitar agravar el deterioro y permitir la paulatina recuperación del ambiente.

Está en nosotros llegar a comprender el valor de una gota de agua, de una roca, de una suave brisa, de un ser vivo cualquiera se éste, del aire que todos respiramos, en definitiva, de comprender que el Planeta es uno solo y que cualquier daño al ambiente no importa en que lugar del mundo se produzca, nos afecta a todos.

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Foresta amazónica, la intrincada relación entre las muchas especies que la conforman. Foto: Hugo Matteri

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Algas y corales, colorean las templadas aguas caribeñas. Foto: Hugo Matteri

biología

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