Tribuna política

Oposición unida o desunida

Carlos Caballero Martín

Un requerimiento habitual critica el hecho de que la oposición no se junte para enfrentar al oficialismo. Es común sentir con quienes hablamos y que sean opositores al actual gobierno -y a veces algún oficialista- un clamor reclamando tal situación.

En este momento, dicha situación no se puede dar sino a título de excepción.

En las primeras sesiones legislativas, la oposición logró juntarse debido a que había “mercadería” para repartir. Llámese presidencia de comisiones, cargos en las mismas. Uniéndose, o si se prefiere juntándose, podían llegar a obtener posiciones y conformar a todos.

Así sucedió. En la primera sesión, la oposición, si por ello entendemos a los no oficialistas, tenía algo para repartir y sus miembros no tuvieron pudor en juntarse: derechistas con izquierdistas, liberales con marxistas. Cada uno hizo su negocio. Principalmente se negociaron posiciones dentro del cuerpo. Aparentemente todos quedaron satisfechos.

Pero ahora cuando no se discuten posiciones o alguna que otra regalía la cosa cambia.

La mercadería está en manos del oficialismo, quien promete, reparte, compra presencias, tardanzas y ausencias a través de los fabulosos medios que posee. En la oposición comienzan a predominar las diferencias ideológicas. No tienen nada que ofrecerse, sólo ideas, aquellos que las tienen. Es imposible reclamar dicha unión. Podrá darse, insistimos, en algún momento de excepción, donde los junte más el espanto que las coincidencias.

Lo mismo ocurre en Santa Fe. Al oficialismo lo une la mercadería que puede repartir: cargos públicos, conchabos, subsidios y alguno que otro favorcito. Si esas mismas fuerzas estuvieran en la oposición, la mayoría de las veces votarían en forma distinta de como lo hacían antaño, y con profundas desavenencias.

En el orden nacional, con una población en proceso de deconstrucción ciudadana hay que esperar. En el tramo eleccionario surgirán uno o varios candidatos opositores. El más fuerte irá con el oficialismo a la segunda vuelta. Ahí se producirá el amontonamiento opositor que tanto se reclama. Los unirá -como dije- el espanto, pues las ideas no existen más. Sólo hay que ver cuántos son y no qué piensan. Por eso estamos como estamos.

Estamos en presencia de una democracia formal, se vota regularmente, generalmente no hay fraudes, pero estamos en ausencia de una república. Uno de sus valores esenciales, la división de poderes, está quebrado en la Argentina. Mientras se sigan discutiendo prebendas y no políticas, el Congreso será menos Congreso y la República menos República.