Por una educación que respete la diversidad

Diciembre será un mes de particular importancia para la “Nueva Escuela Secundaria Hermanos de La Salle”: egresará la primera promoción de 5º año. En estas líneas, los fundamentos de un proyecto educativo que se basa en las potencialidades de cada alumno. Y el testimonio de los padres.

TEXTOS REVISTA NOSOTROS. FOTOS. LUIS CETRARO.

Por una educación que  respete la diversidad En primera persona

Rosana Petrucci, María Fernanda Caglieri, Viviana Carballo, Lucía Citroni, Ana María Montti, Pascual Alarcón y Marcela Di Paolo, en diálogo con Nosotros.

Tres años después de que la Escuela Primaria Nº 1377 cumpliera 25 años, un nuevo motivo de festejo reúne a la comunidad educativa y tiene a un grupo de jóvenes como particulares protagonistas: este año egresa la primera promoción de 5º año de la Nº 3155 “Nueva Escuela Secundaria Hermanos de La Salle”. Ambos establecimientos funcionan por la tarde en el Colegio La Salle Jobson.

Los dos hechos tienen estrecha vinculación: en 2007 era una escuela de EGB “pura” por lo que tenía incorporado hasta el 9º año. “En el marco de la Ley Nacional de Educación y extensión de la obligatoriedad del nivel secundario, se nos dio la posibilidad de continuar con la propuesta educativa y garantizar el ciclo secundario para los alumnos que ya venían a la escuela”, reseñó Rosana Petrucci, directora del nivel secundario.

Así fue como en 2008 se abrieron las puertas al tercer año; en 2009, a partir de la creación de la “Nueva Escuela Secundaria Hermanos de La Salle”, se independizaron los dos niveles, y este año es el escenario de la primera promoción de nivel secundario de la flamante escuela bajo la modalidad Producción de Bienes y Servicios con orientación en Informática.

Pero la historia no termina allí: así como tres años atrás docentes y autoridades se preguntaron por qué no el secundario , ahora el desafío es por qué no pensar posibles articulaciones con la universidad para aquellos alumnos con posibilidades y deseos de realizar ese trayecto.

UNA DEFINICIÓN

El proyecto educativo que funciona en el turno tarde del Colegio La Salle Jobson, puede definirse por los objetivos que explican sus responsables: “atendemos a adolescentes con necesidades educativas especiales que, por algún motivo, necesitan otros tiempos para el aprendizaje pero que por sus problemáticas pedagógicas no ameritan una escuela especial”, señala Petrucci. Para ello se proponen adecuaciones curriculares y otras variables que entran en juego a fin de desarrollar capacidades que les permitan acceder al conocimiento.

Otro dato fundamental es que se trabaja con grupos reducidos, “para lograr un acompañamiento sistemático y más personalizado al grupo en sí, y a cada alumno con sus particularidades y necesidades”.

A estas dos características se suma una interrelación con otras instituciones educativas, como también con profesionales: psicopedagogos, fonoaudiólogos, médicos neurólogos y psiquiatras, siempre con la colaboración del gabinete psicopedagógico de ambas escuelas.

Pero así como es posible definir al establecimiento por lo que es, también es oportuno hacerlo por lo que no es: “no somos una escuela especial, pero sí intentamos brindar una educación especial para cada uno de los chicos”, aclara María Fernanda Caglieri, directora del nivel primario. Y agrega: “trabajamos con el currículum común, pero a partir de una perspectiva flexible y acorde a las necesidades de cada uno. Lo que hacemos es buscar estrategias para que cada uno de los chicos acceda al conocimiento desde su potencial y necesidad”.

UN DESAFÍO CONSTANTE

Pascual Alarcón es director general del Colegio La Salle Jobson, y evalúa que “ésta es una escuela viva, que nos desafía permanentemente. Cuando hace diez año conocí la escuela, no alcanzaba a comprenderla en su totalidad. Pero tan fuerte fue el desafío, el trabajo de los docentes, la pasión que pusieron los directivos, que lograron un camino de

lentas conversiones y transformaciones, comprometido con una realidad educativa que desafía a la exclusión”.

El directivo destacó el acompañamiento recibido del Ministerio de Educación, de la comunidad educativa y de la congregación de los hermanos lasallanos, “que tienen una fuerte impronta de inclusión: la pedagogía lasallana se caracteriza por una opción preferencial por los más pobres y en esto también tenemos que trabajar fuertemente para que los chicos no queden empobrecidos por la diferencia”.

Al acompañamiento del consejo directivo y del gabinete psicopedagógico se suma, para que todo esto sea posible, el deseo de una continua capacitación a los docentes para optimizar su trabajo con los chicos, dado que es un equipo que trabaja con mucho profesionalismo”. El resultado se ve también en hechos pequeños pero significativos.

LA AUTOESTIMA, UNA PRIORIDAD

“Los chicos llegan a la escuela, generalmente, con muchos fracasos a nivel escolar”, indica Viviana Carballo, psicopedagoga e integrante del equipo técnico. “A veces vienen los propios padres en busca de la institución; en otras ocasiones las sugerencias las hace otra escuela o los profesionales realizan la derivación”.

La misma situación se reitera en ambos niveles, primario y secundario, y por esa razón una de las prioridades del proyecto es, precisamente, “fortalecerlos en su autoestima para así despertar el deseo de aprender”.

Uno de los objetivos del equipo directivo es lograr que los docentes establezcan vínculos sanos e intensos con sus alumnos y generen empatía: “a partir de allí cualquier aprendizaje se puede realizar”, expuso la psicopedagoga.

Lucía Citroni, profesora de Lengua, recuerda los progresos de un alumno que ingresó en 1º año con un diagnóstico de dislexia, y reflexiona que “desarrollando confianza en sí mismo desde el inicio, todo se hace con más ganas”. En ese punto, consideró fundamental ayudar a los chicos a “buscar el camino para que comprendan que ellos también lo pueden hacer, cada cual con sus recursos y sus propios tiempos”.

En cuanto a los padres, “también llegan a la escuela cansados o angustiados, porque generalmente detrás de un chico con dificultades en el aprendizaje, hay una familia que está conflictuada. Muchos de ellos se acercan a nosotros con incertidumbres, a veces no del todo orientados respecto de la problemática de su hijo, quizá porque recibieron un diagnóstico médico y nada más. Nuestra función es ayudarlos a que comprendan la situación particular de sus hijos para que puedan acompañarlos desde su lugar de padres, que es diferente al nuestro de educadores”.

UNA VERDADERA INTEGRACIÓN

Contar con una promoción de 5º año supuso algunas novedades que se fueron produciendo de manera natural: el deseo de tener su propio buzo que los identificara como futuros egresados; la decisión del viaje de estudios... Pero en todos los casos -explicó Alarcón- “la opción fue hacer de ésta una escuela inclusiva, viva, abierta a los desafíos, donde se valore cada una de la experiencias que son las que, en definitiva, permiten la modificabilidad, la conceptualización y la trascendencia”.

Por otra parte, en el contexto de la sociedad santafesina, existe un mayor conocimiento de la institución que, “a pesar de tener un recorrido de muchos años, quizá por el hecho de ser una escuela chica en relación con otras, mucha gente desconoce”.

“No todo es fácil -admitió Alarcón-: aún nos quedan situaciones por resolver como la categorización para la incorporación de las obras sociales, a fin de dar respuesta a algunas problemáticas que en otros ámbitos están resueltas.

Trabajar con la diversidad en todos sus sentidos y con una mirada permanente en la misma, necesariamente nos impulsa a integrar escuela - familia - comunidad, bregando por la búsqueda constante de caminos alternativos que hagan posible que nuestra propuesta se adecue a las necesidades de los alumnos y respondan a la realidad que nos desafía”. Así es como, en este camino, cada progreso resulta un motivo de orgullo que convalida la decisión de ofrecer una nueva oportunidad.

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“Lo que hacemos es buscar estrategias para que cada uno de los chicos acceda al conocimiento desde su potencial y necesidad”.

UN LUGAR EN EL MUNDO

Todo parecía estar bien desde que Marco nació hasta que un día nos citaron del jardín cuando iba a salita de 4 años, y el mensaje fue: “Marco asiste a clases pero no aprende” . Así empezó la carrera desenfrenada de profesionales, pediatras, psicopedagogas, psicólogas, terapistas, endocrinólogos y neurólogo; pero el diagnóstico seguía siendo incierto.

Lo primero que pensamos fue cambiarlo de escuela para reducir el nivel de exigencia escolar y cambiar de contexto. Los docentes hacían todo lo posible para ayudarlo a superarse, pero él llegaba a casa y preguntaba: ¿Por qué mis compañeros leen y yo no? ¿Por qué nadie quiere hacer gimnasia conmigo?¿Por qué todos se ríen de mí?... Marco empezaba a sentirse diferente aunque el espejo no lo reflejara.

Una nueva consulta reveló Trastorno Generalizado del Desarrollo y la recomendación de una escuela acorde a sus necesidades de aprendizaje. Así, tomamos contacto con esta escuela a fines de 2008 y luego de algunas entrevistas nos confirmaron el ingreso para Marco.

Desde ese momento, el almanaque dejó de perseguirnos. No importaba tanto que a los 6 escriba, que a los 7 lea, que a los 8 sepa las tablas. Lo que queríamos como papás era que él, con su corazón noble, se sintiera parte de un grupo, capaz de insertarse en la sociedad, que su autoestima florezca. Y así fue.

Ahora Marco recuperó su sonrisa, tiene amigos en la escuela y se siente contenido, a la vez que aprende los contenidos curriculares. Marco encontró su lugar en el mundo.

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María Fernanda Caglieri, directora del nivel primario, y Viviana Carballo, psicopedagoga.

En primera persona

Me pidieron que escriba acerca de nuestra experiencia en la escuela y me ha llevado varios días de reflexión.

Reflexión acerca de la misión de una escuela, de mirarnos en retrospectiva en torno a los dos largos años que hemos transitado -nuestra hija como alumna y nosotros como padres- por esta experiencia compartida.

Y en esta revisión quiero hablar de la decisión y la vocación de hospitalidad de la escuela. De la decisión y la vocación de alojar a aquellos y aquellas que otras instituciones decidieron excluir. De la decisión de reconocer a las y los alumnos con su historia, su forma singular de aprender, con sus afectos, sus modos de ser y de estar en el mundo.

Hablo de una escuela que no resigna su tarea de enseñar y que toma en cuenta a quienes aprenden, que se propone una formación integral y trabaja activamente para lograrlo.

Encontramos en ésta, una escuela que enseña, que permite aprender, que alienta a soñar, a desplegar las alas y a volar.