En medio de un obstinado y tenebroso silencio

Jimena y Vargas, buscados en Brasil

El jefe de Investigaciones de Rafaela viajó a la frontera, mientras el rastreo telefónico no arroja los resultados esperados. Los interrogantes que no cierran.

Juan Carlos Scalzo

El paso de las horas acrecienta la incertidumbre sobre la suerte corrida por Jimena Perassi, cuyos movimientos se perdieron el pasado domingo, cuando cerca de las 14 cruzó el paso fronterizo de Paso de los Libres, junto a quien fue su última pareja.

Si el hombre la llevó forzada, ¿por qué la chica no denunció su rapto al detenerse en el puesto de Gendarmería? Por el contrario, si se fue por su propia voluntad, ¿qué poderoso motivo le impide comunicarse con sus allegados? ¿Cuánto tuvo que ver en el desenlace de esta historia que Vargas supiera que la joven cenó en casa de su ex marido la noche del viernes?

Hace dos años, Jimena Perassi dejó a su marido (padre de sus dos hijas) por Martín Vargas. Tiempo después, ambos fueron a vivir a la casa de la madre de la chica.

Pero la convivencia comenzó a deteriorarse por los celos casi enfermizos del hombre y, hace alrededor de dos semanas, ella decidió terminar, confesándole que tenía la intención de volver con su ex marido.

Vargas dejó la casa de su suegra y fue a vivir con sus familiares a Susana. Jimena nada le dijo a su familia de la separación, pero una de sus hermanas se comunicó con Vargas y éste le comentó la novedad.

Aquí surgen -abordando la hipótesis que más fuerza ha cobrado: el rapto- dos interrogantes: ¿Vargas, con intención de retener a la chica, elucubró su acción o repentinamente algo lo desequilibró y empujó a tomar esta decisión?

Parece contradictorio que, para escapar, el hombre quisiera hacerse de dinero la misma noche del viernes, horas antes de sacar de la ciudad a Jimena. Para eso ofreció un televisor a otro policía de la comisaría donde trabajaba.

Ese mismo día Vargas quiso vender su moto a cualquier precio en un comercio al que llegó solo y con el vehículo embarrado. De ser así, ¿adónde dejó a la mujer para que no escapara?

La segunda eventualidad pudo surgir del viernes, cuando Vargas se enteró de que Jimena compartía una cena con su ex marido, situación que lo pudo haber desestabilizado emocionalmente, al punto que aproximadamente a las 2 de la madrugada fue hasta la casa de la chica, quizás para comprobar si estaba, con la excusa de llevarse el televisor, de su propiedad, el mismo que había vendido momentos antes.

Luego retomó su trabajo, salió a las 7, fue a Susana donde se cambió de ropa y volvió a Rafaela y se llevó a esa mujer que quería mantener a su lado.

Amenazada o por temor a las represalias contra sus hijas, Perassi decidió obedecer y seguirlo pero, sugestivamente, dejó su celular arriba de la mesa del comedor como una manera de llamar la atención de que algo no estaba bien, piensa su madre.

Cabe preguntarse por qué si Jimena cruzó la frontera contra su voluntad no denunció la situación al momento de hacer el trámite migratorio en el puesto de Gendarmería.

Si por el contrario Perassi acompañó voluntariamente a su ex pareja, qué poderoso motivo la lleva a no comunicarse con su familia o para saber de sus hijas.

Luego, si Jimena siguió a Vargas por decisión propia no se entiende con qué objetivo cruzaron a Brasil, como si se ocultaran o escaparan de algo o alguien.

Desde ayer, se suceden enigmáticos llamados telefónicos a la casa de la familia y cuando son contestados sólo se recibe un tenebroso silencio del otro lado del auricular.