El fin de los hospitales comunitarios

 

Dr. Olinto Rodríguez Kees, Médico jubilado, ex director del Hospital J.M. Cullen de Santa Fe. DNI. 3.744.024. Ciudad.

Señores directores: La ley 6312 o de los samcos, pretendía acercar la comunidad al hospital, para que, siguiendo lo aconsejado por la OPS y la OMS, su participación significara un compromiso tanto en la gestión, especialmente para los más necesitados. Sin embargo los programas siguieron siendo centralizados (por el Ministerio) y selectivos (lo disponían los técnicos sin consultar a las entidades involucradas). Es por eso que la autoayuda y el autocuidado guiado, que tanto se valora en la atención primaria, sigue siendo una asignatura pendiente. Tampoco se estimuló la formación de una asociación de hospitales o intersamcos para que fijaran conductas. Las dos veces que espontáneamente se constituyeron otras tantas asociaciones intersamcos fueron ignoradas. La asamblea o comisión vecinal de los entes comunitarios convocada originalmente por el intendente o presidente de comuna para concretar la formación del Samco y elegir a los miembros de su consejo de administración del que a su vez nace la comisión ejecutiva, deja de ser convocada, tanto para el análisis anual de lo hecho en gestión administrativa como en temas de salud por los tres órganos tampoco se le dio participación a la comisión vecinal y, por lo general, se recurrió a imponer una intervención por parte del ministerio sin darle otras oportunidades a los entes para explicar o corregir, sus comportamientos. Tampoco participó responsablemente en la elección y ejecución de los programas de salud y en la evaluación de resultados. Los entes, los pueblos, no saben cuanto, si algo, se ha ganado en salud, y su trabajo voluntario no es compensado ni reconocido por ese bien que los impulsó a participar: “más salud para todos”. Esto llevó a que muchos desertaran del esfuerzo y otros terminaran pidiendo remuneraciones, con lo que desvirtuaban el voluntariado.

Una evaluación general sobre los samcos señalando sus dificultades, progresos o retrocesos en su cometido de brindar más salud para todos, se concretó una vez, cuando un grupo de investigadores de la Escuela de Sanidad de la UNL quiso averiguar qué causas incidían preponderantemente en la generación de conflictos dentro de los samcos. El trabajo llevó tres años, pero poco divulgado y menos discutido a nivel del ministerio. Ahora los entes comunitarios se están enterando que la ley 6.312 después de 40 años de un cumplimiento parcial o pobre en los temas de salud y muy estricto en la administración y aportes se estaría por derogar lo mismo que ese remedo asimétrico (decreto 10.608) que tampoco propició generar conocimientos y participaciones responsables en programas locales o regionales de salud.

No se formó a la gente y tampoco se potenció la sensación de pertenencia; se admitió que hasta los más jerarquizados del equipo médico pudieran “navegar bajo dos banderas” la pública y la privada. Los pocos casos con jefes a tiempo completo y dedicación exclusiva marcaron grandes diferencias en resultados positivos.

Hay numerosas cosas que corregir, pero es de esperar que el foco de los cambios no sea simplemente reemplazar el accionar comunitario por funcionarios de gobierno, desaprovechando una franca disposición a involucrarse en los temas de salud de muchos pueblos, algunos verdaderos ejemplos de comunidades saludables.