Historias del Padre Ventura Giuliani

El Padre Ventura Giuliani en la Misión de Laishí.

Historias del Padre Ventura Giuliani

Desde Vera y Pintado recibimos una nueva investigación de una asidua colaboradora de esta sección de la revista Nosotros. En este caso, refiere a Fray Buenaventura Giuliani.

TEXTOS. GLORIA DAYER DE VANETTI.

Fray Buenaventura Giuliani, “el Padre Ventura”, había nacido en Trento, Italia, el 23 de enero de 1876. Era hijo de Francisco Giuliani y de Margarita Pezatti, tenía dos hermanas de nombre María y Virginia.

Buscando nuevos horizontes se embarcaron para América en el año 1878 cuando Buenaventura contaba con solo 2 años. María, la mayor de las hermanas falleció en la travesía. La familia se afincó en colonia Avellaneda, provincia de Santa Fe, adonde nacieron una niña -a quien en memoria de la hija muerta llamaron también María-, además de José, Marcelo y Pedro.

Buenaventura era un niño enfermizo, dócil, ordenado, trabajador. Creció en el seno de una familia de profunda fe cristiana donde los buenos ejemplos y el rezo del Santo Rosario eran cosas cotidianas.

Comenzó la escuela primaria donde se destacó por su conducta y estudio y fue, además, muy buen compañero. Aprendió el catecismo y asistía a misa diariamente donde se desempeñaba como monaguillo de los padres misioneros.

La vida familiar cristiana y el acercamiento a los sacerdotes que regenteaban las entonces reducciones, que eran misioneros franciscanos, influyeron en el despertar de su vocación.

En el año 1890, con catorce años, ingresó al Colegio Apostólico de San Carlos, en San Lorenzo. A pesar de su corta edad tenía una formación cristiana privilegiada.

Pidió su ingreso en la Orden Franciscana. El postulantado del Colegio Apostólico estaba en ese entonces dirigido espiritualmente por el Padre Bernardo Trippini, a quien había conocido en Reconquista. A los 23 años (1899) vistió el hábito franciscano.

Su primer destino fue el Hospicio “San Francisco Solano”, ubicado en aquellos tiempos en el barrio más pobre de Rosario, de quintas, ladrillerías y grandes espacios baldíos. Estrenó su sacerdocio entre los enfermos contagiosos del “Aislamiento”, futuro Hospital Carrasco, adonde eran confinados los enfermos infectocontagiosos: leprosos, tuberculosos y afectados de enfermedades venéreas. Entre ellos supo desenvolverse con especial atención y afecto.

OTRO DESTINO

El 16 de junio de 1902 fue destinado a la Misión San Martín Norte que -bajo el título de “Nuestra Señora de la Soledad”- había sido fundada por los Padres Bernardo Arana y Jerónimo Marchetti con la indiada mocoví del Cacique Villalba, reducido y traído desde las costas y montes de la laguna La Blanca, en junio de 1870.

El Padre Buenaventura llegó allí enviado por el Prefecto de Misiones, Padre Pedro Iturralde, quien conocía bien la afición a las misiones del Padre Ventura y su competente preparación espiritual y pastoral para ello.

Al día siguiente de llegar a San Martín Norte se dirigió a la colonia aborigen de Dolores para revisar el nuevo salón de la escuela de primeras letras para los aborígenes, fundada por el Padre Bernardo Arana, que faltaba aún terminar y estaba construida junto a la capilla de la misión. El Padre Ventura debía concluirla y organizarla para que comenzara cuanto antes a funcionar,. Él se convertiría en su primer maestro.

Cumplió aquí una silenciosa obra de amor: impartió los servicios del ministerio, enseñó catecismo, efectuó bautismos y misas, tenía interminables diálogos con chicos y grandes, les enseñó juegos y distracciones, a construir sus propias viviendas y a cuidar su salud, mejorando el régimen de alimentación.

Vivió con inmensa preocupación la última reacción de rebeldía de los mocovíes de San Javier, producida el 21 de abril de 1904. Por este motivo, envió una carta al señor gobernador de la Provincia, don Rodolfo Freyre, informando que se había trasladado a San Javier por la agitación que advertía en los indígenas que habían pasado desde San Martín Norte para soliviantar aquel pueblo. Mencionaba como responsables a Juan Andrés, Domingo Pérez y Francisco Golondrina, quienes -erigidos en adivinos- exhortaban a los indios a reunirse en San Javier, pues de otro modo serían aniquilados por un diluvio y les afirmaban que las balas de los blancos no penetrarían en sus cuerpos.

CONTRA VIENTO Y MAREA

El Padre Ventura debió afrontar todo tipo de dificultades para llevar adelante su misión: esas creencias muy comunes en ellos, ese deambular permanente sintiéndose dueños de todos los espacios, la falta de higiene, de apego al trabajo.

En el año 1907 fue trasladado a la misión indígena franciscana del Chaco Central con asiento en Laishí. En esta misión de indios Tobas, en un medio desprovisto de todo elemento para cobrar impulso, se había propuesto revertir cuatro aspectos fundamentales: la falta de recursos, la libre vagancia del indio, la libre distribución de bebidas alcohólicas a ellos y la vida completamente libre que se les permitía.

Allí estuvo por espacio de veinte años. Su incansable y tesonera labor lo llevó a ver que su perseverancia y empeño habían dado sus frutos alcanzando -además- otros aspectos logrados en agricultura, ganadería, instrucción y construcción de talleres, entre otros.

Formó una banda de música con indios Tobas de la Misión Franciscana de San Francisco de Asís del Laishí de Formosa. Esta banda actuó por primera vez el 3 de febrero de 1913 en San Lorenzo, en el acto en conmemoración al centenario de la Batalla de San Lorenzo. Junto al Padre Ventura, el 28 de enero de 1913 la banda visitó al obispo monseñor Agustín Boneo en su palacio.

En el año 1927 regresó a San Martín Norte, lugar donde desempeñó la mayor parte de su vida sacerdotal. Desde allí asistió espiritualmente a una amplia zona: San Martín Norte, Colonia Dolores, Gobernador Crespo, Pedro Gómez Cello, Vera y Pintado, La Criolla, Colonia La Camila, La Negra, La Blanca, La Penca, llevando la Palabra de Dios hasta los lugares más difíciles de acceder en aquella época. Su celo por la salvación de las almas no reconoció barreras.

El Padre Buenaventura Giuliani falleció el 30 de julio de 1961, a los 85 años, en San Lorenzo donde, ya anciano, pasó sus últimos años. Al cumplirse treinta años de su fallecimiento, sus restos fueron trasladados al Templo Nuestro Señora de los Dolores de San Martín Norte, donde descansan hasta la actualidad.

El 30 de julio de 2006 fue inaugurado en San Martín Norte la “Casa de Retiro” que lleva su nombre: “Fray Buenaventura Giuliani”. Sacerdote, misionero, alquimista, maestro, santo, fue un ejemplo de vida para imitar y merece en la vida de nuestros pueblos un lugar de privilegio por su misión cumplida como ejemplo de sacrificio y de fe, y como paradigma de entrega y coherencia testimonial.

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El Padre Ventura utilizaba una voituré para llevar adelante su admirable apostolado.

UNA HISTÓRICA VOITURÉ

El Padre Ventura utilizaba una voituré para trasladarse de un lugar a otro en esta amplia zona donde -por muchos años- llevó adelante su admirable apostolado. Era casi un símbolo para quienes lo conocimos y no podemos pensarlo sin ella.

Muchas anécdotas han quedado en la memoria de antiguos pobladores: como por ejemplo, identificarlo a lo lejos, verlo chapalear barro en los caminos cuando las persistentes lluvias los volvían intransitables, encontrarlo empantanado en medio de su trayecto y, aún más, verlo llegar a destino con la última gota de combustible. Otros se arriesgan a afirmar que con el tanque vacío.

Lo cierto es que utilizó este vehículo cuando era único en la zona por sus características, cuando la tecnología mostraba nuevos modelos de avanzada para la época y cuando -por su antigüedad- pasó a ser codiciado por coleccionistas. Fue utilizado por el Padre Ventura durante todos los años que le tocó misionar en esta localidad.

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Banda de música de indios tobas visitando al obispo monseñor Agustín Boneo en 1913.

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Fray Buenaventura Giuliani nació en Trento, Italia, el 23 de enero de 1876.