Poesía de Victoria

Lilia Dubois

12 años. Ciudad.

Soledad:/ Viste de negro,/ y me ata en sus cadenas/ lágrimas recorren mi rostro,/ me da mucha pena./ Sentada sola,/ sin quien la quiera/ Soledad se llama,/ esta triste nena./ Huele a espina,/ con un toque de rosas/ porque ella desearía,/ no estar sola./ Quiere ser ella misma,/ pero jamás podrá/ no tiene carisma,/ mi pobre Soledad./ Centrada en un punto,/ viajando en la nada/ ella por siempre.../ Abandonada.

Reconocimiento

María Luisa Pagani de Lenarduzzi.

DNI: 5.468.656.

Señores directores: Quisiera por este medio efectuar un reconocimiento a un prestigioso médico pediatra de nuestro medio.

Gracias, Dr. Simez. ¡Gracias, Danilo! Para vos, ambas formas son iguales. Tu vida profesional ha sido un largo camino demarcado por la simpleza y la humildad. Lograste ocupar importantes cargos, merecidos, por cierto, pero nunca dejaste de ser el médico modesto que conocimos en tus inicios. ¿Te acordás cuando, allá por los ‘80, tu consultorio funcionaba en Aristóbulo del Valle? Creo que era la casa de tus padres, con una secretaria con tonada cordobesa, que nunca cobró sueldo y que se encariñó tanto con vos, y vos con ella, que hasta hoy están juntos. Vaya también un gracias para tu esposa, que nunca escatimó momentos para que pudieras desarrollar tu profesión intensamente, como a vos siempre te gustó.

Fuimos a tu consultorio siendo padres, y hoy, siendo abuelos, el devenir de los años ha hecho que comprendamos ciertas cosas, y por sobre todo, que ser agradecidos es un deber y una necesidad; por ellos este gracias con mayúsculas no es sólo nuestro, sino de tantas “mamis”, “papis” y “abus”, que a lo largo de estos años han tenido la suerte de recibir tus servicios profesionales a través de los bajitos de la familia. Durante todo este lapso, has sido un ejemplo de esfuerzo y compromiso de pos de la salud de ellos y un sembrador incansable de esperanza y superación en la difícil tarea de aprender a ser padres.

Dios te ha permitido desarrollar una labor pionera y protagónica en el hospital público y un apostolado solidario y silencioso en el ejercicio privado de la profesión. En este momento de pérdida de valores, de cansancio y frustración, en el que día a día se trabaja preguntándose para qué, sabemos que sólo te has preguntado por y para quién, dando una brillante lección de humanidad y desinterés.

Nosotros no entregamos diplomas ni pergaminos, sólo un afectuoso reconocimiento y un gracias escrito con muchísimo cariño.