Entre la historia y la historieta

María Luisa Miretti

Motivar al niño a leer implica entrar en disputa con otros medios como la TV, el cine y la historieta, por la facilidad y el facilismo que promueven. Si bien todos apuestan al disfrute, habría que reflexionar sobre las bondades de cada uno, priorizando a los que dejan “huella” y contribuyen al desarrollo del pensamiento. Será función del adulto otorgarle significación al objeto libro, como fuente de conocimiento y de placer permanente, al que siempre se podrá recurrir.

Se puede abordar un texto en su adaptación al cine, la historieta o la TV, pero eso no significa haberlo leído. Es relevante aprender a leer imágenes, secuencias de viñetas, íconos, globos, como aprender a leer cine con su maravillosa recreación estética; pero el libro como tal requiere una lectura diferente para no desaprovechar aspectos que en los otros pueden no tener la misma carga simbólica: el tono, el clima, los “entre” o los “tras las líneas”, es decir “lo no dicho”, clave de toda lectura para su valoración, objetivo último de la literatura.

Para el Psicoanálisis, el libro es al niño “ese objeto transicional” como puede ser el “trapito” o “la manta” que acarrea con valor sustituto para lograr placer. Desde esa óptica, todo su contenido debería ser tan gozoso como anhela, por lo cual será necesario tener en cuenta: sus motivaciones, su edad afectiva, intereses, es decir, atender a su perfil para ofrecerle lo más adecuado, así no se desanima ante la historia que contiene el libro, sino que le genere el mismo o mayor placer que el que anda buscando, para luego repicar en otros libros, iniciando de ese modo un recorrido lector exitoso y placentero.

Una estrategia que puede funcionar es recordar escenas de la historieta, de la película y del libro- y compartirlas, preguntando y preguntándose, no con carácter evaluativo, sino para apreciar, valorar y ver las posibles semejanzas y diferencias que los hacen únicos y que resulta placentero compartir.

Sugerencias:

Boggie, el aceitoso, de Fontanarrosa (historieta y cine); Donde viven los monstruos, de Sendak (libro y cine); King Kong, de Browne (historieta, libro y cine); ¡Shrek!, de Steig (película, ilustraciones) que pueden motivar la lectura de Pedro es una pizza, del mismo autor; Frankenstein, de Shelley (película y libro en sus distintas versiones).