Argentina tuvo que haber matado en el área de Nigeria pero perdonó

Llevamos 170 goles, pero nos debió salvar un defensor

1.jpg

Un “Pipa” llena de humo.
Muy lejos se vio a Gonzalo Higuaín del nivel que muestra cada fin de semana con la camiseta del Real Madrid. Despilfarró increíbles opciones de gol, con arquero y sin arquero. ¿Se viene Milito desde el vamos?

Foto: EFE

 

Messi, Higuaín, Tévez y Milito en campo; Agüero y Palermo en el banco. El arquero nigeriano fue la gran figura de la cancha.

 

Darío Pignata

[email protected]

Jugamos mejor un partido en el Mundial que todas las Eliminatorias, eso está claro. Aun con algunos desarreglos en el fondo, como en el primer tiempo cuando a Jonás le hacían el 3-1 casi siempre, desnudando la frase más escuchada del primer tiempo: “¡Y claro, si no es “4” para marcar!”. O cuando nos metían largo el lateral con la mano adentro del área y no era buena la cobertura de los centrales.

Se ganó bien, se jugó mejor. Mejor que Nigeria y mejor que antes. Hubo inteligencia y madurez para entender los últimos 10 minutos que no iba a entrar más. Entonces, tenencia total de pelota. Si lo que sobra, por lejos, es técnica.

La deuda pendiente que dejó el debut fue la falta de contundencia. Y si bien el arquero nigeriano fue figura, en muchos casos hubo más vicios en la definición que méritos técnicos del tractor amarillo rival.

170 goles

Arrancamos el juego con Messi (47 goles en torneos oficiales para Barcelona en la temporada que acaba de terminar), Higuaín y Tevez (29 cada uno en Real Madrid y Manchester City, respectivamente), sumando 105 gritos. En el banco quedó un plazo fijo de 65 tantos, desparramado entre Milito (30), Agüero (19) y Palermo (16). En total, 170 festejos como no tiene ninguna selección en el Mundial. Y tampoco en el mundo.

Sin embargo, la mano de Dios se volvió a acordar de Maradona. Un vez más y van... Es que ganamos 1-0 con gol de Heinze y encima de jugada preparada con pelota quieta. La más linda respuesta para lo que el ambiente del fútbol le critica a Maradona: que no trabaja y que citó algunos jugadores —caso Heinze— por cuestiones vinculadas mucho más con el negocio del fútbol que con el juego.

Ese 1-0 fue apretado porque perdonamos la vida en cada mano a mano y no hubo nocaut en el momento justo. Entonces, a sufrir, mucho más cuando llegaron los increíbles cuatro minutos adicionados.

La barba... el “Barba”

Debieron pasar 16 años para que Maradona volviera a un Mundial de Fifa. Para estar adentro, del otro lado de la cal, pero adentro. Ya no como comentarista de canales de TV que se peleaban por tenerlo como “exclusivo”, tal como ocurrió en Francia ‘98, Japón-Corea 2002 y Alemania 2006. A los argentinos nos encanta “agarrarnos” de las casualidades estadísticas. Y el capricho de los números, datos, fechas, días, resultados, marca que Diego se fue de un Mundial contra Nigeria (la famosa imagen de la enfermera rubia llevándolo de la mano al doping) en Estados Unidos 1994, después del famoso “me cortaron las piernas” y volvió contra Nigeria —ahora como DT— en Sudáfrica 2010.

Mostró algo de Menotti, como cuando a minutos del partido, estaba adentro del campo saludando, concediendo entrevistas, sacándose fotos y buscando en la tribuna a su nieto para tirarle un beso. Y mostró algo de Bilardo (del otro Bilardo, claro está, el que dirigía y trabajaba), cuando “escondió” el equipo hasta el final y celebró con Mancuso la jugada de pelota preparada en Pretoria para tener la tranquilidad del tempranero 1-0, justamente del “Gringo” Heinze: después de Garcé, el más cuestionado de la famosa lista de 23.

Hay que tener en cuenta que este hombre que está vestido de pantalón, camisa, saco y corbata por pedido de sus hijas dirigiendo a la Selección Argentina en un Mundial en junio de 2010 es el mismo que el 14 de abril de 2007 quedaba otra vez al borde de la muerte —como en el 2000 y 2004— por “hepatitis tóxica derivada del abuso de alcohol”, según el parte médico oficial del Sanatorio De los Arcos. Este hombre de barba, que tantas veces llamó al celular del “Barba”. No pasaron diez años, apenas pasaron tres y piquito. ¡Cómo no va a tener la cara de juguetería que tenía pisando el césped del Ellis Park! Porque todos queremos ganar el Mundial. Ganar un Mundial. Pero en la intimidad, Maradona sabe que ya ganó. Como cantaba Rodrigo: “Es el partido que un día, el Diego está por ganar”. Y lo ganó. Al Mundial de adentro. Ahora, está soñando ganar con ganar el Mundial de afuera, el que estamos viendo todos.

Vuelvo a la estadística, a las casualidades, a todo eso que queremos encontrar caprichosamente para asegurar que nos va a ir bien. Como cuando un relator dice que “la última vez que un partido inaugural terminó 1 a 1 fue en México ‘86 cuando salimos campeones con Maradona”.

No tiene límites el ingenio popular cuando de fútbol se trata en este bendito país. Entonces, la Argentinidad surge al palo. Como nunca. Así, se escucha al toque, después de ver a Juan José Campanella disfrutar del Oscar este año con “El Secreto de sus ojos”, una increíble comparación: “Cuando ganamos el Oscar anterior con “La Historia Oficial’ de Norma Alejandro fue en 1986 y salimos campeones en el Azteca con Maradona”. Queremos que todos los caminos conduzcan a México. Sí o sí.

Bienvenidos al Mundial

El rendimiento individual no mostró grandes desniveles. Acaso la decepción por la levedad de Higuaín en cada mano a mano y lo poco que aportó Di María, indicado por todos como “el jugador que se destapará en la Copa del Mundo”.

Fue Mascherano el verdadero “relojito” del equipo. Cuando tuvo que presionar, presionó. Cuando tuvo que pegar, pegó. Y cuando tuvo que jugar corto, jugó. Fue capaz Messi de armar tres o cuatro jugadas de las diez que hace en todos los partidos con el Barsa. Pero no está mal, por algo se empieza: antes no podía inventar ninguna. Fundió motores Verón y fue previsible su cambio.

El esquema fue ambicioso con los puntas arriba. Diego se la jugó a la altura del potencial y de la historia. Estamos en el Mundial. Había que ganar y se ganó. Si alguien apostaba quién haría un gol en un imaginario 1-0, cualquiera iba a la fija de esos 170 goles de los delanteros argentinos desparramados en las mejores ligas del mundo. Sin embargo, el fútbol sigue siendo el arte de lo impensado: con las situaciones que el equipo generó, no hubo goles de los galácticos. Nos terminó salvando el “Gringo” Heinze, el titular más cuestionado a Maradona. De pelota quieta, el rubro más cuestionado a Maradona. Algunos dirán suerte. Otros, directamente, hablarán de un destino que empieza a estar marcado.