Acorde con la edad

Cada década tiene su encanto y sus prendas, para vestir siempre de manera acorde con la edad. Divertida y sexy a los 20; atrevida y “glamorosa” a los 30; moderna y “chic” a los 40, y elegante y serena a los 50.

TEXTO. CARMEN MARTÍN. FOTOS. EFE REPORTAJES.

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Sentirse bien con una misma, conocer los puntos fuertes y débiles de su cuerpo, adoptar una actitud positiva y saber elegir la ropa que más favorece son los requisitos imprescindibles para vestir de forma acorde con la edad.

La mujer, por regla general, no se atreve a ponerse cualquier prenda. “Primero perfila su estilo, luego se mira al espejo y después elige la ropa que en ese momento desea ponerse, es muy exigente”, dice la estilista Pepa Fernández.

“Con veinte años, la mujer empieza a personalizar su armario. A los treinta busca piezas que realcen su personalidad, que la distingan, mientras que a los cuarenta desea una elegancia sofisticada y salpicada con notas transgresoras”, explica.

A partir de los cincuenta las mujeres suelen relajarse y se encuentran cómodas con prendas de calidad que combinan con accesorios más “chics”, cuenta Fernández, al mismo tiempo que revela los secretos de cómo vestirse en función de la edad.

A LOS 20

Sexy, divertida y moderna; ésa debe ser la forma de vestir de las más jóvenes, que suelen vivir una etapa de multitud de inquietudes y cambios radicales. El “denim” es el tejido favorito y les sirve tanto de día como de noche.

Es el momento del color, de las mezclas atrevidas y de las superposiciones. Lo ideal resulta apostar por las minifaldas, los vaqueros pitillo, los “shorts”, las camisas vaqueras entalladas, las camisetas y los “tops”. Las sandalias y las zapatillas tipo “Converse” las acompañarán durante la jornada matinal, mientras que el tacón se encarga de sofisticar el “look” de la noche.

Los pañuelos de algodón, los bolsos bandoleras, los cinturones anchos e hiperfinos, las pulseras y los anillos son algunos de los accesorios que se requieren en esta etapa.

A LOS 30

Las siluetas marcadas, los patrones entallados y la paleta cromática se alían para definir el sello personal. A esa edad, en que ya se conoce su anatomía y sabe perfectamente lo que mejor o peor le sienta, la mujer se centra en la búsqueda de prendas que la diferencien del resto, que la etiqueten de moderna.

Los trajes de chaqueta, las camisas blancas de popelín, los piratas, los vestidos por encima de la rodilla, chalecos, “tops” lenceros, camisetas, vaqueros y prendas “vintage” son los básicos de su fondo de armario. En cuanto al color, los tonos neutros se salpican de notas negras, lo que permite envolver a la mujer con un aire de vanguardia.

Las botas de cowboy; las carteras de mano; las sandalias de tacón; las bailarinas; los cinturones, anillos y collares tamaño XXL forman parte de sus accesorios, algunos de ellos con notas exóticas como plumas o estampados salvajes.

A LOS 40

Con los años, el fondo de armario va adquiriendo calidad. A la hora de comprar, la mujer se decanta por prendas básicas e importantes, que aguantan estoicamente el paso del tiempo y que suele mezclar con gran sutileza con otras de máxima tendencia. El negro es un gran aliado y, combinado con otros tonos, resulta elegante y favorecedor.

Le gusta combinar prendas masculinas con femeninas. Así, los pantalones rectos de marcado acento varonil lo combina con blusas de seda. Las americanas, las faldas, los vestidos de cóctel y el esmoquin interpretan la versión más “chic” de los cuarenta años femeninos.

Bolsos con aplicaciones metálicas, sandalias con plataforma y los zapatos planos acompañan su estilismo.

A LOS 50

Es el momento de expresar al máximo la seguridad y la serenidad que aporta la madurez con trajes de chaqueta atemporales y vestidos femeninos. Menos es más y la ostentación no es la mejor compañera.

Las líneas limpias y rectas, y los colores neutros dominan el guardarropa. La nota de fantasía llega con los accesorios étnicos, los pañuelos de seda y los bolsos de piel labrado. Las joyas ofrecen una luz especial.

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La mujer, por regla general, no se atreve a ponerse cualquier prenda. “Primero perfila su estilo, luego se mira al espejo y después elige la ropa que en ese momento desea ponerse, es muy exigente”, dice Pepa Fernández.