EDITORIAL

Brasil y el rol de las Fuerzas Armadas

La ministra de Defensa, Nilda Garré, anunció hace un par de semanas que la Argentina estaba dispuesta a fabricar un submarino nuclear. La noticia luego fue relativizada, pero el tema sorprendió a los observadores. Se supuso que la declaración fue inspirada por las actividades festivas del bicentenario y el optimismo oficial que despertó la fiesta. También fue considerada un guiño a las Fuerzas Armadas, siempre interesadas en emprendimientos de este tipo.

Por último, se interpretó que se trataba de una advertencia a Brasil y su promocionado acuerdo nuclear con Francia. Al respecto, los historiadores recuerdan que a lo largo de todo el siglo veinte Argentina y Brasil rivalizaron no sólo por motivos económicos y geoestratégicos, sino por cuestiones relacionadas con la primacía militar. Durante la primera mitad del siglo veinte esta competencia llegó a ser muy dura, a tal punto que una de las hipótesis más firmes de conflicto fue con Brasil, nación con la cual disputábamos el liderazgo regional. Por motivos cuya enumeración excedería los límites de este editorial el mencionado conflicto fue superado; sin embargo, las declaraciones de Garré lo instalaron no como imperativo político, pero sí como antecedente histórico.

A nivel local, no faltaron los comentarios escépticos de quienes compararon la propuesta con la que en su momento hiciera la presidenta con el llamado “tren bala”. Un senador de Entre Ríos comentó que resultaba muy difícil imaginar que esta iniciativa pudiera concretarse con Fuerzas Armadas ahogadas presupuestariamente y reducidas a su mínima expresión.

En posteriores declaraciones, la ministra relativizó sus anuncios y hasta se habló de un emprendimiento con fines pacíficos, sin precisar muy bien las modalidades de esa propuesta. De todos modos, el tema quedó instalado y para más de un observador lo que la ministra intentó fue realizar una acercamiento hacia los militares con quienes sus diferencias son tan visibles como discretas.

Por lo pronto, el tema pone en el centro del debate el rol profesional de las Fuerzas Armadas y el lugar que el actual gobierno nacional les asigna. Más allá de los roces que generan los juicios a los militares comprometidos con el terrorismo de Estado, lo que la dinámica de los acontecimientos empieza a instalar, no como prioridad pero sí como una necesidad institucional, son las funciones profesionales que les corresponden a los militares en un Estado de Derecho.

La historia se encargó de desterrar el pretorianismo militar,y sus nefastas doctrinas de seguridad nacional, pero aún queda pendiente hacia el futuro una estrategia nacional que incluya a las Fuerzas Armadas. Se sabe que un Estado que merezca ese nombre no puede desconocer esa realidad. El militarismo y los atropellos institucionales cometidos por los militares en otros tiempos han sido y están siendo sancionados con severidad. Ahora se impone elaborar políticas que, sin dejar de tener en cuenta las lecciones del pasado, se proyecten hacia el futuro.