Mano a mano con el “Mago” Capria en Polokwane...
“El fútbol es un ambiente de viejas chismosas”
Su pasado en Unión, aquello que se dijo que en el equipo que se fue al descenso hubo jugadores que no dieron todo y un “mimo” grande a Kudelka.
El “Mago” Capria en el Centro de Prensa en Johannesburgo, lugar común donde se encuentran muchos periodistas y ex jugadores que también comentan partidos para cadenas internacionales.
Foto: Enrique Cruz (h)
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Polokwane, Sudáfrica)
“¿Qué pasó con Unión?, seguí de cerca la campaña y pensé que se le daba con Nery y con Alí. Me gustó Saucedo, conozco al muchacho que lo llevó. Es un jugador bárbaro. ¿Es verdad que se cayó en la segunda rueda? Qué lástima... Ese sabe de verdad”. Se nota que para Rubén Capria Unión es algo que le quedó grabado a fuego en su mente y en su corazón, por más que allí pasó el peor momento de su carrera, pues se fue al descenso. Pero el “Mago” habla de Unión con la misma claridad con la que jugaba, sin escaparle a las preguntas ni tampoco a algunos temas urticantes sobre cosas que se dijeron -en su momento y después también- y a las que Capria también se refirió.
—¿Qué es eso de seguir tan expectante de Unión, Rubén?, ¿por qué?
—Porque Unión fue el club que me permitió seguir en el fútbol y porque soy de los que se compromete al lugar que va. Nos tocó descender, cuando llegué estábamos muy complicados pero mi análisis del paso por Unión es totalmente positivo. Por eso lo sigo, a la distancia, pero lo sigo.
—¿Sabés que está Darío Kudelka de técnico, un tipo con el que te llevaste muy bien?
—¡Sí, claro! Con la contratación de Darío me puse más contento todavía porque es un tipo sensato, coherente, serio, y a pesar de no tener una historia futbolística detrás de él, demostró capacidad e inteligencia cuando nos dirigió. Le hace bien al fútbol argentino que tipos como Darío Kudelka dirijan. Y mucho más que lo haga en Unión.
—¿Por qué se fue al descenso Unión en 2003, Rubén?
—Más allá de las cosas que se hicieron bien o mal, hay que tener en cuenta dos cosas: primero, las limitaciones de presupuesto que tuvo Unión; y segundo, las limitaciones de cantidad de jugadores. A veces hay que asumir que uno es potencialmente menos que el rival. Pero en ese momento se veía que contra los grandes no se podía y que realmente éramos limitados. Después, se podrá decir que tal o cual jugador del plantel fue a otro equipo y rindió más. Pero hay que tener en cuenta que muchos jugadores maduraron después y que en Unión no se pudo conjugar el mejor estado individual de cada jugador. No sé si me explico...
—Claro, claro, totalmente. Vos querés decir que la explosión de muchos de ustedes, no en tu caso, fue posteriormente...
—Teníamos jugadores jóvenes... Yo siempre cuento una anécdota: el Rolfi Montenegro ganaba más, él solito, que todo el plantel de Unión de ese momento. Vos me dirás que la plata no hace todo, porque si no, el Real Madrid ganaría todos los torneos, ¿verdad?
—Verdad...
—Bueno. Nosotros le ganábamos a los grandes y perdíamos con los otros, pero los grandes eran mucho más de lo que son ahora.
—Quizás no sea lo ideal que hablemos ahora de este tema porque Ángel Malvicino ya no está con nosotros y él dijo algunas cosas un tiempo después de tu alejamiento...
—Mirá, cada uno sabe quién es quién y si querés podés ir al archivo y fijarte que cuando Oscar Craviotto se fue, nosotros le pedimos por favor que no lo hiciera, todos queríamos que se quedara. Hoy y acá, ¿para qué te voy a decir una cosa por otra? Eso sí, en su momento me dio rabia que cuando uno no está se hable mal. Con el resultado cantado, es muy fácil echarle la culpa al que no está, ¿no? Cuando las cosas salen bien, somos todos divinos; y cuando sale mal, somos unos monstruos. Pero te repito: el tiempo pone las cosas y a cada uno en su lugar. Siete años después, no necesito mentirte a vos ni al hincha de Unión. No es mi forma de ser.
Rubén Capria en uno de sus primeros entrenamientos cuando llegó a Unión. Su paso dejó huella por tratarse de un jugador de una alta calidad técnica.
Foto: GUILLERMO DI SALVATORE
—Así que vos no querías que Craviotto se fuera...
—¡No! ¡De ninguna manera! Pero yo era jugador, ¿qué más podía hacer? Y de lo que dijo Ángel Malvicino... Mirá, cuando tuve posibilidades de irme del club, los dirigentes me dijeron que no me vaya porque los mataban a todos. Para mí, lo único que tiene sentido es decir que Unión me dio la chance de seguir jugando al fútbol. Y yo, en contrapartida, me comprometí en darle todo al club en un momento difícil. Además, jugué con el menisco roto como siete u ocho partidos. Y recién me operé a fines de 2002. Y fue una satisfacción dejar al club en Primera en esa promoción con los entrerrianos.
—Vos pudiste irte después de ese partido...
—Claro, claro... Yo tuve un buen nivel en Unión. Me llamó San Lorenzo y también el Inter de Porto Alegre. Yo podría haber usufructuado eso. Estaba contento en el club y por eso decidí quedarme. Tengo gente que es del club y que aprecio. No soy demagogo ni voy a andar diciéndote estupideces porque no necesito hacerme el bueno con nadie. Yo venía de seis meses de estar parado después de haberme ido de Lanús. Y me encariñé con Unión, con Omar, el masajista, con Petete Mendoza, el utilero. Ellos me trataron muy bien; ellos y muchísima gente más que sería injusto mencionar porque me voy a olvidar seguro de varios. ¡A mí me encantaba jugar en la cancha de Unión porque es muy linda! Y te repito, es un acierto que lo hayan convocado otra vez a Darío Kudelka. Unión tiene que ascender, pero está bien que forme jugadores.
—¿Seguís en contacto con tus compañeros de aquella época?
—Claro, claro. De Adrián González soy amigo. Hizo una carrera impresionante y ahora está en el San Pablo. Con Fernando Ortiz hablo siempre...
—¿Con el Chaqueño Giménez?
—Con el Chaco tuve una gran relación, lo que pasa es que nos dejamos de comunicar cuando se fue a México, pero tuve noticias de él a través de un amigo mío, el Lobo Elías, que es de Rosario pero fanático de Unión. Pero con Adrián fue el que hice mayor amistad, aunque me llevé muy bien con el Gringo Priotti, con Patita Mazzoni, con Gustavo Raggio... Nos hicimos compinches en un momento complicado. Y siento que nosotros nos unimos ante la adversidad de lo que estábamos sufriendo.
—Esto viene bien para aclarar algunas cosas, porque en Santa Fe, donde siempre decimos que es “ciudad chica, infierno grande”, por allí se comentó que el Chaqueño Giménez habría dicho que algunos jugadores no dieron todo lo que debían...
—Mirá, lo importante es que cada uno esté tranquilo con su conciencia. Yo sólo quiero que al club le vaya bien, porque a Unión lo quise de verdad. Yo y quienes me conocieron bien, saben todo lo que hice por Unión. Pero te propongo algo, preguntale off the record a cualquiera de mis compañeros de Unión, quién es Capria. Hacelo, porque si vos me preguntás con el grabador prendido, capaz que yo y cualquiera te dice lo mejor para salir del paso. Pero off the record te van a decir la verdad. Cada uno sabe quién es quién... Pero bueno, a esta altura de mi vida pienso que hay cosas que ni se necesita aclararlas.
—Entonces, ¿qué llegó a tus oídos?
—Mirá, yo sé lo que dijo Malvicino porque un día me lo hicieron escuchar. Pero te digo una cosa, hoy el fútbol se ha transformado en un ambiente de viejas chismosas que resulta insoportable. ¿En qué plantel no hay un problema?, ¿o vos, por ejemplo, te llevás excelente, divino, con todos tus compañeros de trabajo? No, ¿verdad? Y bueno, todos tenemos nuestras diferencias, máxime en un grupo de 30 jugadores. Es difícil ser amigo de 30 jugadores... Pero a mí me molesta mucho cuando escucho que un jugador regatea esfuerzo o va a menos. Me causa sorpresa que se hable tanto de eso en el fútbol. Te pregunto: ¿qué sentido tiene guardar esfuerzo?
—Ninguno, obviamente.
—Y bueno... Si yo entro a una cancha a jugar a menos, al primero que estoy perjudicando es a mí mismo, no tengas ninguna duda de eso.
—¿El caso Palermo-Riquelme?
—En primer lugar, está el objetivo deportivo y luego la amistad. Yo no puedo provocar obligadamente una amistad con alguien. Si tengo onda, la tengo y si no, no la tengo. Es así. Si a la hora de jugar, uno no se la pasa al otro, estamos en un problema. Pero si Riquelme le hace convertir el gol “20.000 no sé cuántos” a Palermo, ¿qué me van a venir con que el problema de Boca es que Riquelme y Palermo se llevan mal o no son amigos?, ¡por favor!...
—Es que el fútbol es un poco, como decías, el reflejo de la vida, “Mago”.
—Es lo que te estoy diciendo... ¿Por qué todos se empeñan en querer demostrar que el fútbol es imperfecto porque dos jugadores no se quieren afuera de la cancha? Me parece que pretender la perfección dentro del fútbol sin ver la imperfección afuera del fútbol, es una cosa inentendible. Es llevar la frustración de afuera a canalizarla o a justificarla en el fútbol, cuando, en realidad, el fútbol es el reflejo de lo que pasa en la sociedad, porque forma parte de la sociedad. Hay muchas miserias humanas y no se perdona que en el fútbol no se tengan los mismos códigos de convivencia que tiene la gente afuera. Y si querés, te doy otro ejemplo.
—Dale, nomás...
—Si un empleado bancario trabaja en el banco “x” y se va al banco “y” porque le paga más, ¿por qué no justificar que un jugador haga lo mismo?, ¿o acaso ese empleado no se llenaba la boca hablando del banco “x” y diciendo que era bárbaro, hasta que vino el banco “y” y le puso más plata sobre la mesa?, ¿quién se quedaría a trabajar en un lugar, ganando menos, si vienen de otro lugar y le aseguran que va a ganar más?, nadie, porque todos buscamos nuestro progreso y bienestar. Y no está mal que así sea, mientras uno se duerma con la conciencia tranquila.
—¿Te queda algo más por decir?
—No... A mí, la gente de Santa Fe me conoció tal cual soy. Yo no fui un Capria jugando en Unión y yéndome al descenso, y otro distinto cuando me fui a Newell’s y salí campeón. El tiempo pone a cada uno en su lugar, te repito. Todos saben quién se portó bien y quién se portó mal, pero lo más importante es que uno sepa cómo se portó. Y yo estoy bien y duermo tranquilo.