SEÑAL DE AJUSTE

Dr. Caligari

Roberto Maurer

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Quienes viven pendientes de Sudáfrica, o se encuentran aislados estudiando una materia de Filosofía, es posible que desconozcan los conflictos que en los últimos tiempos han anidado en “Bailando por un sueño”, de una complejidad que ya atenta contra la simplicidad del público popular. Es decir que, cuando los enajenados por el Mundial o por Kant vuelvan a la realidad, habrán ignorado hasta qué punto creció Tito, el silencioso guardaespaldas de Ricardo Fort, en quien -además- desconocerán el nuevo peinado que, han dicho, lo vuelve parecido a Joe Bazooka.

En su ignorancia, habrá que informarlos de que, luego de la transformación de Tito en personaje, Ricardo Fort lo despidió por desleal, ya que, gracias a su flamante notoriedad encontró trabajos extra y recibió propuestas para el próximo espectáculo de Carmen Barbieri, lo que podría ser considerado un acto de alta traición por Marcelo Tinelli, quien, a su vez, según otra línea de conjeturas, habría alimentado maquiavélicamente a Tito para neutralizar a Fort, una criatura que habría escapado del control de su creador, es decir, Tinelli.

La hipótesis más fácil y difundida indica que Tito, sin siquiera abrir la boca y víctima pasiva de las bromas de Tinelli, fue desarrollándose solo, como una enredadera, mientras su empleador Fort nos hartaba de querellas interminables con su ex novia Virginia Gallardo. Luego, celoso ante la creciente popularidad de su asalariado, lo echó.

Solamente La Nación logró arrancar unas palabras a Tito: “Él se enojó porque está perdiendo protagonismo, por eso hace todo lo que hace”, afirmó el inexpresivo custodio de traje negro, y agregó que Fort era mala gente, “él y su familia’”.

La Mole con Fort

Los que han permanecido ajenos al mundo real, sumergidos en las corridas de Messi o en el pensamiento de Descartes, también deberán prepararse ante la imprevista toma de partido de la Mole Moli, que en lugar de apoyar a Tito contra su archienemigo Ricardo Fort, se solidarizó con el millonario, que no merecería la ingratitud de alguien que hasta hace un mes era un desconocido y comía de su mano, según la fundamentación del púgil. Otra hipótesis del complejo conflicto sostiene que Tito fue alentado por el propio Fort, como parte de una estrategia para sacar a la Mole de su camino.

En tanto, los simpatizantes de Tito se han agrupado en Facebook, desde donde piden apoyo, aclarando que se trata de una representación “oficial”, lo que indicaría que también existen falsos partidarios de Tito, aunque es difícil determinar con qué fines hay personas que fingen semejante adhesión a Tito.

Una vez que esos espectadores errantes vuelvan del Mundial o de los tomos de Filosofía, habrá que presentarles a Marcela Villagra, de reciente incorporación, la mujer de Tito y personal trainer del millonario, de cuya existencia nadie tenía noticia, pero que ingresó con naturalidad a escena porque, como se sabe, estas situaciones producen reacciones en cadena y era necesaria su palabra, ya que, como se dijo, su marido no habla. Marcela hasta ahora ha sido prudente y no se atreve a atacar frontalmente a Ricardo Fort, el ex patrón de Tito, aunque recordó que en numerosas ocasiones ella misma, con sus propias manos masajeó la espalda dolorida del fabricante de chocolate, con lo cual insinuó que también faltó gratitud de parte Fort, quien, a pesar de haber aliviado su espalda, había echado a Tito.

En su retorno a la realidad, quienes permanecieron ajenos a ella en estos días tal vez pregunten por Flavio Mendoza, que renunció a “Showmatch” -a la hora de escribir esto la renuncia era indeclinable-, luego de su pelea con Ricardo Fort, que también fue centro de la atención de quienes continuaron fieles a Tinelli, por su ruptura con Virginia Gallardo, y las algo fatigosas discusiones y amagues de reconciliación que siguieron a la separación.

En fin, cuando los abstraídos se reincorporen al universo de Tinelli, ya se habrán secado las lágrimas derramadas por Ricardo Fort y Virginia Gallardo, cuando lloraron en una situación confusa relacionada con una sortija comprada por Fort en Tiffany’s, que regaló a su ex pareja, y que ella dijo que estaba dispuesta a devolverla, cuando él anunció que le reclamaría el anillo en el caso de que ella rechazara la extemporánea oferta de matrimonio de su parte.

Don de la naturaleza

El año pasado, cuando Tinelli creó al excéntrico Ricardo Fort, estaba asomando una nueva tendencia en “Bailando por un sueño”, donde la atracción central era la actualizada colección de los mejores traseros femeninos de este reino. A esos objetos sexuales fueron siguiendo personajes masculinos, como Fort, la Mole y Tito, y hoy ya resulta inevitable la mención de Maxi Diorio, que gana fama simplemente con dejar que aquello que la Naturaleza le colocó entre las piernas sea admirado por todos.

Con su pantaloncito amarillo, el stripper lucía un bulto que podía ser un ejemplar enrollado de “Las aventuras de Isidoro”, que Tinelli llama “termo”. No contento con asomarse al contenido del pantaloncito de Maxi Diorio, el animador se lo bajó, lo quitó y lo dejó con un slip o tanga donde la exposición fue, por decirlo de alguna manera, aún más sobresaliente y tan irresistible que Graciela Alfano y Reina Reich se acercaron en busca de una verificación táctil del fenómeno, al cual compararon, admiradas, con esas cornetas que los sudafricanos tocan durante los partidos.

Marcelo Tinelli continúa inventando criaturas inverosímiles. Quedó atrás el Dr. Caligari, satisfecho con su Cesare, el monstruoso muñeco por él creado que, al fin, era más expresivo que Tito, una criatura de cera, muda y anónima, a la cual Tinelli ha dado vida al punto de convertirla en una atracción. Hace milagros con humo.

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Marcelo Tinelli y Tito o hacer milagros con humo.

Foto: Gentileza Ideas del Sur