EL JUEVES PASADO TERMINÓ EN EL HOSPITAL CULLEN

Agresión a un skater en la Plaza de Mayo

Cruzaban la plaza en skates. Primero hubo un incidente con el guardia municipal y luego fue agredido por estudiantes que vestían el uniforme del colegio Inmaculada. El joven skater terminó en estado de inconsciencia en el Hospital Cullen.

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Nicolás Miract aún lleva en su rostro la marca de los golpes.

Foto: Luis cetraro

 

ANA LAURA FERTONANI

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El jueves, alrededor de las 16, Nicolás Miract, junto a su amigo Fausto, atravesaba la Plaza de Mayo con su skate hacia el playón del Parque del Sur, donde esta ubicado el skatepark. Allí, según su relato completado más tarde con aportes de su amigo, el guardia municipal lo corrió y lo hizo caer al piso; luego, tres estudiantes lo agredieron verbalmente, y uno de ellos lo golpeó en la nuca y lo dejó en estado de inconciencia.

“Entramos por San Jerónimo y Gral. López para salir por 3 de Febrero y San Martín”, explica Nicolás, de 21 años, skater y encargado del skatepark de López y Planes y Luciano Torrent.

“En el camino el placero nos grita que no podemos andar en skate en la plaza, pero nosotros no teníamos esa intención, así que seguimos nuestro camino. Entonces nos corrió y me tiró al piso”, continúa.

Miract cuenta que se pusieron a “intercambiar opiniones” sobre la prohibición de cruzar en skate la plaza, la autoridad del placero y agresiones y faltas de respeto, entre otras cuestiones.

“En ese momento aparecen unos alumnos de Inmaculada, que presenciaron el hecho, y vinieron a querer echarnos de la plaza, básicamente fueron a patotear. Cuando desistimos de discutir y nos retiramos, me di vuelta en dirección al skatepark y uno de esos alumnos me golpeó en la nuca. Me desperté en el Hospital Cullen. Mi amigo me contó que quedé inconsciente y caí al piso, empecé a sangrar, con eso los alumnos desaparecieron y el placero, que miraba, se negó al pedido de mi amigo de llamar a una ambulancia, dijo que a él no le correspondía, así que fue un transeúnte el que llamó”.

Nicolás menciona al placero pero el hecho ocurrió con el guardia municipal. En la plaza están los dos, el placero, por la mañana y la tarde; y el guardia municipal, que inicia su trabajo al mediodía y cubre hasta casi la medianoche. Antuñez fue protagonista y espectador a la vez. En diálogo con El Litoral comenta que tiene la orden de resguardar la plaza y que los jóvenes no pueden usar allí los skates ni las bicicletas. En su versión el guardia menciona también el intercambio de opiniones que tuvo con el agredido y señala que cuando Nicolás y su amigo se estaban yendo “vinieron tres muchachos con chombas de la Inmaculada; yo pensé que venían a agredirme a mí, y los acusaron de romper todo. Uno de ellos fue el que le pegó una piña de atrás y cayó”, manifiesta, aún perplejo por el grado de violencia.

Sin embargo Antuñez asegura que desde un primer momento le brindó asistencia y que llamó al Cobem.

Nicolás ingresó a las 16.30 al Hospital y a las 23 le dieron el alta.

EN OTRAS OPORTUNIDADES

Nicolás recuerda otro incidente con un cuidador de la plaza: “Hace dos semanas, un martes a las 15, corté camino por la plaza y me gritaron, iba solo y con auriculares, así que no escuché hasta que cerca de la esquina una persona me hizo seña, y miré al guardia, que no era el mismo de esta vez. Me hizo seña de que me bajara de la tabla, pero ya estaba cerca de la esquina, así que seguí mi camino hasta el skatepark. Al rato de llegar apareció el placero y se dedicó un rato a insultarme porque yo no le había obedecido, entre todo eso dijo una frase que me quedó grabada: “yo voy a ir preso, pero te voy a enseñar a respetar”’.

“Nosotros no tenemos problemas con las autoridades, si nos dicen “acá no’, nos vamos, ya sabemos cómo son las cosas, el skate se practica en la calle, en cualquier lugar, eso es lo normal, y también es normal el hecho de que nos saquen de todos lados, pero nunca llegamos a pelearnos con nadie por esto”.

Por otro lado llegó a la redacción un padre de un skater que se llenó de indignación y preocupación frente al conocimiento del hecho: “Podría haber sido mi hijo. Están todos locos”, dijo. “El otro día mi hijo estaba en la calle, con un amigo, andando en skate y pasaron los de una moto y le empezaron a tirar patadas. No entiendo, son chicos sanos”.

Adrián consideró que esto pasa porque la opinión pública los tildó de “vándalos”. “Les echaron la culpa de las roturas de la Plaza de Mayo y jamás ves a los chicos rompiendo algo. Si la plaza está rota tiene otros autores o bien es por el uso”.

Reacción

—¿Por qué pensás que se metieron estos estudiantes?¿Hubo algún roce con ellos en otras oportunidades?

—No, la verdad no sé qué se les pasó por la cabeza, yo tengo amigos que van a la Inmaculada, amigos rugbiers. La sociedad skater no es como otras tribus que si sos hincha de Colón tenés mala relación con los hinchas de Unión, los skaters somos nosotros, no competimos contra otras “tribus’ o sectores sociales, a lo mejor en algún momento fue contra los bikers, pero en estos momentos la relación bikers-skaters es de lo más estrecha.


No en la plaza

Por su parte el director Técnico Operativo de la Secretaría de Obras Públicas y Recursos Hídricos de la Municipalidad, Marcelo Alico, que desconocía el hecho y se enteró por la consulta periodística, señaló que los skaters no pueden practicar el deporte en la plaza. “Pueden pasar, pueden reunirse, mientras que no hagan uso del skate”. Más adelante señaló que “si el chico está agrediendo el espacio público el placero debe llamar a la guardia municipal o a la policía para que intervenga, sólo si está agrediendo el espacio”. Alico se despidió de la comunicación telefónica considerando el hecho sumamente grave.

 

/// OPINIÓN

El arte de convivir

José Civita

El episodio ocurrido en la Plaza de Mayo refleja la velocidad con que se dispara la violencia en los días que corren. Cualquier cruce, aun de miradas, por fútil que sea, puede movilizar reacciones que resultan inconcebibles desde una perspectiva civilizada. Es que la civilización, producto cultural nacido de la convivencia urbana, constituye un logro de la humanidad y, por tanto, es un bien social que reclama valoración y protección en una época signada por procesos deconstructivos.

Es cierto que las recurrentes crisis socioeconómicas, la ampliación de las brechas entre segmentos sociales y culturales, el lacerante fenómeno de la marginalidad, las cada vez más acentuadas diferencias generacionales, la proliferación de tribus urbanas, el crecimiento de las mafias, la pérdida de valores referenciales y sentimientos de pertenencia, la mutación de hábitos y costumbres generan y amplifican conflictos y contradicciones con su secuela de violencias cotidianas.

Es cierto que todo esto ocurre, pero también lo es que no podemos abandonarnos a un conductismo sin brújula que nos puede llevar al desastre. Hay normas vigentes y autoridades constituidas, hay saberes y experiencias suficientes para reconducir procesos y arbitrar conflictos, hay herramientas para trabajar a nivel individual, grupal, social; para estimular respuestas y promover conductas.

Ayudemos entonces a conciliar el agitado disfrute de los skaters con el apacible goce de los contempladores sentados en los bancos de una plaza. Desarrollemos un circuito más extenso para los amantes de la dinámica de las tablas rodantes, con distintos grados de complejidad, útiles para principiantes, desafiantes para patinadores avezados; habilitemos un lugar de descarga para tanta energía infantil y juvenil. Y dejemos tranquilos a los que quieren recorrer con la mirada árboles añosos, regodearse con el aroma de flores fragantes, observar el movimiento de los pájaros o abandonarse a pensamientos y recuerdos en un plácido ambiente urbano. Hagamos ciudad, construyamos convivencia.