Cultivos de invierno

Los secretos de la colza

Cómo ajustar la siembra, la elección de la variedad, la estrategia de fertilización y el manejo de plagas y enfermedades, para lograr estabilizar los rindes. Las claves técnicas de un cultivo que crece en la Argentina.

Campolitoral/Prensa Aacrea

En los últimos años, los productores argentinos están tratando de “agarrarle la mano” a la colza, un cultivo que permite diversificar las opciones para el invierno y que está creciendo en todo el mundo por su potencial para fabricar aceites comestibles y biodiésel.

Recientemente, en la Jornada de Actualización Técnica de Cosecha Fina de la región Mar y Sierras (provincia de Buenos Aires) que organizó el grupo CREA de esa zona, el consultor Pablo Casalá repasó las claves técnicas para estabilizar los rindes, el gran desafío que hoy tienen los agricultores que están probando con este cultivo.

Una ventaja es que la comercialización del cultivo se ha vuelto más sencilla. “Hoy hay diversos compradores, existe la posibilidad de fijar valores forward y es posible vender la mercadería tomando como referencia mercados internacionales. Esto genera una mayor transparencia y es una gran ventaja si se compara este cultivo con el trigo y la cebada”, aseguró Casalá. Además, con el actual nivel de retenciones, el margen del cultivo lo vuelve muy competitivo (5% para el aceite y 10% para el grano).

Implantación y elección de la variedad

Las labores de siembra y de cosecha exigen tiempo y controles. Casalá destacó que hay que monitorear todos los estados de desarrollo y controlar la aparición de enfermedades e insectos. “Si no se cuenta con equipamiento adecuado para realizar las labores y tiempo disponible para estar detrás del cultivo, la premisa de estabilizar los rendimientos no se puede llevar a cabo”, advirtió.

El segundo factor por tener en cuenta es el alto costo del paquete tecnológico del cultivo. “Los gastos de fertilizante son equivalentes a los de un trigo de alta producción”, comparó el consultor.

“En cuanto a la densidad de siembra, ya no se habla de kilos por hectárea (la semilla comercial de colza varía de 3 a 6 gramos el peso de 1000), sino que se buscan plantas por metro cuadrado. En variedades invernales, se procuran de 25 a 40 plantas por metro cuadrado, y en las primaverales, de 60 a 80. Estas densidades permiten una mejor utilización del agua y de los nutrientes por parte del cultivo”, aconsejó.

En cuanto a la elección de la variedad, hay que tomar en cuenta varios factores. El primero es la zona geográfica. “Muchos cultivares de colza tienen requerimientos específicos de horas de frío. Es necesario considerar si la región en que nos encontramos suma las horas necesarias para expresar todo el potencial”, explicó Casalá.

Otros factores por considerar son el ciclo -invernal o primaveral-, la fecha de siembra y la fecha de floración. Según Casalá, el último punto es clave en el manejo del cultivo. “Se debe obtener una planta fuerte antes de que ocurran heladas, especialmente durante el llenado de granos, y se tiene que lograr una cosecha temprana que permita el doble cultivo”, explicó.

Fertilización y enfermedades

En cuanto al fósforo, Casalá dijo que se deben mantener los niveles mínimos de reposición. Indicó que hay que aplicarlo “todo a la siembra e incorporado, tratando de que vaya en la cuchilla turbo para evitar problemas de fitotoxicidad”.

Con respecto al nitrógeno se utiliza un modelo de consumo por parte de la colza de 60 kilos de nitrógeno por tonelada de grano que esperamos. En relación al azufre, “que es un elemento fundamental en el cultivo, más allá de los análisis de suelo, lo manejamos con una relación de 1 a 5-7 con el nitrógeno agregado. Los mejores resultados se ven al incorporarlo junto con el fósforo a la siembra”, precisó.

En las jornadas, Casalá aseguró que la necrosis del cuello es la enfermedad más importante del cultivo, por lo que recomendó tomar las precauciones necesarias, entre ellas, utilizar variedades de resistencia probada y realizar una adecuada rotación. Las esporas del hongo quedan en el rastrojo de colza y son la fuente más importante del ingreso al nuevo cultivo. También es necesario el control de plantas voluntarias y la utilización de semilla curada y de calidad reconocida, que no traiga el inóculo con ella.

casalá aseguró que la necrosis del cuello es la enfermedad más importante del cultivo y recomendó utilizar variedades con resistencia probada.

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Densidad de siembra. Para utilizar mejor el agua y los nutrientes, en variedades invernales se procuran de 25 a 40 plantas por metro cuadrado y en las primaverales de 60 a 80.

Foto: Archivo / Juan Manuel Fernández

La cosecha

Los factores más importantes para decidir entre la cosecha directa o el corte e hilerado son la uniformidad y la madurez del cultivo, la presencia de malezas y la maquinaria disponible.

Si se puede hacer cosecha directa, hay que contar con alta capacidad de trilla (60 hectáreas por máquina de colza seca) y no cosechar con más de 15% de humedad por pérdidas de silicuas verdes. Hay ensayos con 700 kilos de diferencia, cosechando con 19 ó 15% de humedad.

Se deben utilizar desecantes sólo para secar malezas, no para adelantar el cultivo, ya que los riesgos de desgrane y pérdida de potencial son muy elevados. Casalá también recomendó evitar el uso de recolectores y adaptar plataformas trigueras para levantar la hilera.

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