El Acueducto Centro Oeste

Luego de tres décadas de una lamentable ausencia, el Estado Nacional vuelve a producir una inversión relevante en materia sanitaria en la provincia de Santa Fe. Está listo para ser inaugurado oficialmente y, lo más importante, ya está en pleno funcionamiento el acueducto Centro Oeste, que comenzó a construirse en 2006 y ahora beneficia a 73.700 santafesinos.

Publicaciones

“El Criticón”

“El Criticón” es una novela alegórico-filosófica que cuenta las aventuras y reflexiones del náufrago Critilo, que llega a una isla desierta donde conoce al “salvaje” Andrenio. Juntos emprenden los viajes que a través de las tres edades de la vida los llevará a la isla de la Inmortalidad. Esa isla es una suerte de olimpo de los artistas; como escribe Ángel Valbuena Prat: “El verdadero palacio de la vida, del espíritu, es la inmortalidad de la fama, de los creadores, de los artistas, de los héroes, del Ticiano y Miguel Ángel, de Góngora y Quevedo, de Homero y Virgilio, de Alejandro y César, de Cervantes y Velázquez...”.

Al margen de la crónica

A Pancho Villa lo mataron otra vez

Un grupo de actores aficionados recreó ayer el asesinato del líder revolucionario Francisco “Pancho” Villa (1878-1923) a unos metros del sitio donde fue tiroteado hace 87 años en una zona del Estado mexicano de Chihuahua.

Una misteriosa Cataluña italiana

(EFE) Hace cincuenta años, un grupo de intelectuales catalanes redescubrió que en el centro del Mediterráneo, en la isla de Cerdeña, había una ciudad en la que se hablaba catalán, pero, hasta hoy, no existía un-...

La muerte de Eva Perón

Eva Duarte de Perón murió el 26 de julio de 1952. Tenía treinta y tres años y desde hacía por lo menos dos años padecía un cáncer que se había iniciado en la matriz para luego ramificarse por todo el cuerpo. Cuando murió pesaba menos de 38 kilos. La hora de su muerte fue las 8.23, pero ese genio de la publicidad que se llamó Apold la ubicó a las 8.25, para que quedara fijada en la memoria de todos. Las 8.25, “hora en la que Evita pasó a la inmortalidad”, rezaría luego la consigna que se propagaría por todas las radios del país y que transformaría al luto más popular de la Argentina en un luto obligatorio tan innecesario como irritativo, porque Evita no necesitaba del decreto del luto obligatorio para que las multitudes la lloraran.