Hablan los hijos del hombre mutilado junto al Jockey Club

Historia de un hombre manso

que tropezó con un monstruo

Familiares de la víctima aseguran que hay un sospechoso. Hasta el momento no hay detenidos

Historia de un hombre manso que tropezó con un monstruo

Valeria y Débora (dos de las hijas de la víctima) no encuentran consuelo ante lo ocurrido. “El era un hombre bueno que no le hacía mal a nadie”, dijeron.

Foto: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

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El hombre encontrado muerto ayer en un reservorio junto al Jockey Club Golf fue identificado como Santiago Jerónimo Bogarín.Tenía 54 años y vivía en una humilde casita de Villa Hipódromo, junto a sus cuatro hijos y cinco nietos.

Su vida cambió drásticamente hace algo más de una década cuando sufrió un accidente cerebrovascular, el que lo dejó con profundas secuelas en su personalidad.

A partir de entonces, y como consecuencia de esa patología, “Santi” (como lo llamaban sus íntimos) se transformó en un “niño-grande”.

Antes de ese desgraciado episodio, Santiago transcurría sus días normalmente. Se desempeñaba como empleado en La Oxígena. Y en su tiempo libre despuntaba el vicio del fútbol, no como jugador, sino como árbitro.

No era un ciruja

Santiago siempre fue un hombre bueno. Un manso, como se dice. Así lo aseguran no sólo desde su entorno familiar, sino numerosos vecinos y otras personas que llegaron a conocerlo.

Y tras su enfermedad esta característica pareció marcarse con más fuerza en su conducta.

Como otro de sus datos salientes se destaca que siempre andaba con unos tarritos donde llevaba para hacerse mate cocido.

Actualmente su rutina diaria consistía en salir a caminar, a recorrer la ciudad. Le gustaba juntar diarios y revistas.

“Pero no era un ciruja... no dormía en la calle. Siempre a las 5 de la tarde ya estaba de regreso. Nunca fue de quedarse a la noche por allí. Siempre durmió en su casa”, según dijeron Débora, Valeria y Eric, tres de los hijos del infortunado.

Domingo negro

El mediodía del domingo Santiago había salido de su casa para cumplir con otra de sus actividades preferidas: asistir al baile Yeroquí, ubicado detrás del hospital Sayago, donde pasan música chamamé.

— “¡Ah... le gustaba bailar chamamé”, interrogó este cronista.

— “¡No!!! contestaron al unísono sus hijos. El iba y se quedaba en la puerta mirando. Jamás entró. Tomaba unos cuantos mates cocidos y se volvía”.

Atento a estos detalles, una primera señal de alerta se encendió la tardecita del domingo cuando Santiago no regresó a su casa.

— “Pensamos que se había quedado en la casa de algún hermano. Pero cuando se hizo de mañana y no aparecía, mi hermana fue a poner la denuncia en la policía.

— “Después como a las 2 de la tarde aparecieron unos policías y nos dijeron que habían encontrado a un hombre muerto aquí cerca. Nos exhibieron la ropa. Y allí fue todo el desastre...

Siniestro

Más adelante los hijos de Santiago narraron lo que les ocurrió la tarde de ayer cuando fueron a observar el lugar donde habían matado a su padre.

— “Estábamos mirando la escena cuando de repente vemos una persona que nos hace señas. Es un muchacho sordomudo que vive en las inmediaciones. El joven tenía en sus manos un cuchillo y simulaba que se realizaba varios cortes en su cuerpo. Nos pareció una burla. Nos señalaba el lugar. Indicaba dónde estaba la ropa. O nos estaba diciendo que él había sido el autor del crimen o nos quería decir que el había visto quién (o quiénes) hicieron todo esto. No queremos acusar. Pero nos extraña que la policía no haya dado aún con ningún testimonio.

Tanto los hijos como los allegados a la víctima se mostraron desconcertados con la ferocidad del asesinato.

Y en igual sintonía se expresaron los investigadores del asunto: — “Seguimos dos líneas de trabajo: es una venganza o es la obra de un loco”, dijeron.

Mientras..., Débora, Valeria y Eric lloran sin entender que ha pasado.

Historia de un hombre manso que tropezó con un monstruo

Reclamo. Vecinos, familiares y amigos de la familia cortaron hoy la avenida Peñaloza reclamando justicia.

Foto: Guillermo Di Salvatore


Balazo

Anoche, en el mismo sector donde se consumó el crimen de Bogarín, un adolescente fue herido de bala. La víctima fue identificada como Julio César Almada, de 17 años. Recibió un impacto de bala en su hombro derecho. Interrogado al respecto dijo que autores desconocidos lo balearon cuando se resistió a un asalto. Los malvivientes se llevaron su bicicleta y un teléfono celular.

/// EL DATO

Los investigadores del caso manifestaron que trabajan en dos direcciones: se trata de una venganza o es la obra de un loco.