Tribunales

Declaran operadores de Salud por la muerte de un nene de tres años

De la Redacción de El Litoral

[email protected]

Se espera para esta semana que presten declaración testimonial los operadores de Salud que en algún momento tomaron participación de la historia clínica de Maximiliano Chapuig, un nene de 3 años que falleció el miércoles pasado, con un cuadro de desnutrición avanzado.

Los testigos debían presentarse entre la tarde de ayer y esta mañana, pero por compromisos profesionales previamente asumidos no habrían podido asistir al Juzgado de Instrucción Sexta, donde se investigan las causas de la muerte del menor de edad.

Están citados para prestar declaración testimonial el médico a cargo y la asistente sanitaria del Centro de Atención Primaria de la Salud de barrio Abasto; y los médicos del hospital de Niños Dr. Orlando Alassia, que alguna vez tuvieron contacto con la criatura.

Por otra parte, quienes sí atestiguaron el lunes por la mañana fueron la médica pediatra Susana Tavella y Mónica Galarza, la agente sanitaria del dispensario de Guadalupe Oeste, que previamente habló a los medios para contar una historia signada por la marginalidad, el abandono y la pobreza. Ambas estuvieron hasta la una y media de la tarde, explicando en qué consiste su trabajo y qué tipo de seguimiento tenía la pequeña víctima.

“Miedo y vergüenza”

En charla con El Litoral, Mónica Galarza declaró que “quizás haya sido un error hablar por los medios de prensa”. Pidió perdón “si a alguien lo hice mal con lo que dije” y confesó que “hoy siento miedo y vergüenza”. La mujer, cuyo trabajo consiste en atender la salud y la situación social del barrio Guadalupe Oeste, dijo sentirse presionada por sus superiores, a quienes no les habrían caído bien sus declaraciones a los medios radiales y televisivos.

Claro que la angustia que la muerte de “Maxi” le provoca tiene una larga historia. No sólo recuerda el 14 de julio último cuando la mamá fue a buscar la leche al dispensario de Risso 1745 con un golpe en su ojo izquierdo; sino todas las visitas a la casa de Azcuénaga al 1700, donde vivía la familia, compuesta por la pareja y seis hijos.

Ahora, los cinco hermanitos de Maximiliano se encuentran con sus abuelos maternos, que momentáneamente se hicieron cargo de su tutela. “Yo no quiero seguir llorando chicos”, exclamó Galarza, que trajo a cuento la muerte de la pequeña Nair Tello, ocurrida hace más de un año en el mismo barrio y a manos de un tío abusador. “Todos sabíamos de la situación de esa familia”, dijo la operadora barrial.

Historia clínica

A propósito de lo que declaró ante el juez Jorge Patrizi, Mónica Galarza reconoció que “en septiembre del año pasado Maxi fue derivado del Hospital de Niños. Esa gente viene del barrio Abasto y el Comité de Maltrato Infantil daba un buen relato de lo que le sucedía”.

Con frecuencia visitaba el domicilio de la familia Chapuig. Por lo general “la mamá no estaba” y el muchacho de 18 años, concubino de la madre, “estaba cuidando otra nena”.

“Comencé a trabajar y a investigar cómo se había fracturado el nene, porque no me cerraba cómo se había producido” el incidente. Su labor encuadraba dentro del trabajo que realizaba el equipo Alero o Servicios de Orientación Social -SOS-, y la Subsecretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia, del Ministerio de Desarrollo Social. “Eramos los equipos que estábamos interviniendo”, aseguró. Aunque todavía no se estableció la causa de la muerte, la autopsia revela que el chico alcanzaba un alto grado de desnutrición. No tenía nada en el estómago y presentaba una hernia de grandes dimensiones en los testículos.

Por la muerte de Maximiliano fueron indagados su madre, de 26 años y el padrastro de 18, que seguirán detenidos a disposición de la Justicia.

Una médica pediatra y la asistente sanitaria del barrio Guadalupe Oeste dieron un panorama de la realidad social de la familia. La mamá y su concubino fueron indagados el viernes y continúan detenidos.