De domingo a domingo

Maradona distrae, los delincuentes matan y el poder político sigue de brazos cruzados

Hugo E. Grimaldi

(DyN)

La verba encendida de Hugo Biolcati fue de frente, en la tarde-noche del sábado, contra el clientelismo, la corrupción, la imprevisión, la exclusión, la injusticia y la pobreza, para muchos los gérmenes de la inseguridad que hoy vive la Argentina.

En lo medular, la arenga del titular de la Sociedad Rural, que por sectorial no deja de ser interesada, incluyó un pedido a la dirigencia y a la sociedad para que haya cambios profundos en materia de valores, tal el estigma de la decadencia que se huele a diario.

Sin embargo, si se compara con lo que sucede en el día a día, y pese a la crítica airada a la institucionalidad y a los modos de vivir que tiene la República del Bicentenario, el filoso discurso de inauguración de la muestra agrícola, ganadera e industrial sonó más a palos de ciego que a un llamado de atención que alguien pudiese tomar en cuenta.

Hay todavía muchos oídos sordos en la dirigencia de todo tipo y color. Desde su protagonismo de tribuna, el ruralista cerró una grave semana signada por la violencia, que llegó a un desesperante clímax con el tiro que un delincuente le pegó en la cara a una mujer embarazada de casi nueve meses en la ciudad de La Plata, episodio que trastornó a buena parte de la sociedad y la dejó pensando sobre dónde estarán ubicados los límites para que el poder político reaccione.

Los responsables

Vale la pena aclarar, para que nadie se ofenda, que el poder político es el que ejercen todos quienes deben aplicar las leyes, sin correrse ni una coma de las mismas, pero también quienes deben proveer a la sociedad de normas que, dentro de la Constitución, le faciliten la vida a los ciudadanos y les abran el camino hacia el futuro.

Todo parece indicar que, por estas horas, los funcionarios del Ejecutivo, diputados y senadores están mucho más cómodos discutiendo otras cuestiones que metiéndose en un tema tan crítico, que es el que a la gente más le interesa porque afecta su patrimonio, pero además porque le va la vida.

Así, la sociedad se siente perdida y dejada a la buena de Dios por la clase política que, tan veloz siempre para leer las encuestas, no se ha anoticiado siquiera que la inseguridad es, desde hace un buen tiempo, su máxima preocupación.

Eso sí, finge como nadie conmoverse por los hechos, hace acto de presencia y arma declaraciones de compromiso, aunque en el imaginario colectivo queda claro que, en el fondo, mira para otro lado.

¿Por qué tamaña pasividad, si está bien claro que la falta de seguridad es la mayor preocupación de estos tiempos? Ante la inacción, se abre el abanico para abonar cualquier interpretación.

Progresismo mal entendido

Desde que la progresía no quiere torcer sus convicciones garantistas, hasta que los más derechosos tienen miedo de que se los tilde de represores o hasta la fantasía de que todos los que tienen que decidir están comprados por los carteles de la droga, lo cierto es que el pescado sigue sin vender.

En este caso, el discurso de Biolcati no difirió para nada de los que habitualmente pronuncia la Iglesia, recomendaciones que el oficialismo toma como ataques políticos y la oposición no hace suyas, quizás para no mostrarse tan clerical.

Otra vez, las conveniencias ideológicas o electorales aparecen por encima del bien común. Para los prejuicios de la dirigencia, Diego Maradona, Marcelo Tinelli y Ricardo Fort tienen más rating que lo que opine La Rural, mientras que la gente común sigue cayendo como moscas.

Justamente, el circo que se armó en la semana alrededor de estos personajes, tuvo a Maradona como adalid, en una puja dialéctica con Julio Grondona que dejó al 10 una vez más como víctima de los engaños del poder. Hasta la gente, que a través de las encuestas le bajó el pulgar como técnico y hasta le pidió que se capacite al respecto, tomó partido a su favor en la puja con el mandamás del fútbol, campeón del disimulo y el doble discurso. Ni qué decir con respecto a Carlos Bilardo, el empleado del mes de la AFA.

Al show del fútbol lo pagamos usted y yo

Si bien las idas y vueltas, los amores y los odios entre Tinelli, Fort y la troupe de chicas de Showmatch son parte de las reglas de juego donde lo que se presenta como real es pura ficción, una copia al fin y al cabo de lo que Martín Karadagian hacía desde Titanes en el Ring, está claro que lo hacen a su cuenta y riesgo y con su dinero.

Sin embargo, el show del fútbol, la vida dispendiosa de los dirigentes, los manejos de los clubes, las inhibiciones que les llegan porque el dinero se les esfuma, el financiamiento de los barras y hasta los sueldos de jugadores y técnicos han pasado a ser pagados en gran parte con plata de los impuestos, después de que Grondona decidiera que era hora de ponerse al calor del poder de turno.

Por lo tanto, y más allá de que, por motivos políticos, ahora a Maradona se le haya soltado la mano desde Olivos, pese a alguna manifestación de la presidenta en su favor, el financiamiento a los clubes con dineros públicos queda inmediatamente enlazado con la responsabilidad que tienen quienes deben aprobar en el Congreso la asignación de los recursos del Estado.

“Menos fútbol para todos y más seguridad para todos”, podría ser un excelente eslogan de campaña. Tal como están dadas las cosas, la discusión del próximo presupuesto nacional debería ser el punto de partida para mejorar muchas cuestiones de asignación de prioridades de gasto y, desde allí, se podría empezar a hacer algo con respecto a la seguridad en cuanto a equipamiento y personal, aunque también habrá que atender cuestiones penales, como así también temas sociales que hagan a la inclusión de quienes no tienen otra opción de vida que delinquir.

Sin embargo, lo que desconcierta o pone nervioso es que, más allá de las cuestiones instrumentales, no se cuente de parte del oficialismo o de la oposición con ningún plan estructurado que plantee objetivos similares a una política de Estado o que se haya armado un equipo dispuesto a llevarlo a cabo.

Destino de los recursos públicos

En relación a los recursos públicos, los proyectos que esta misma semana se encauzarán en el Congreso le provocarán al gobierno nacional un peligroso juego de tenazas que hará tambalear su manejo discrecional de fondos: por un lado, el pago de jubilaciones que sean iguales a 82 por ciento del sueldo mínimo implicará un gasto creciente y por otro, la eliminación de retenciones hará que falten recursos.

De allí, la oposición gubernamental a que se avance con ambos temas que, si se aprueban en las dos Cámaras, irán derecho al veto.

La cuestión de las retenciones a las exportaciones agrícolas está incluida dentro de un paquete mayor que vence el 24 de agosto, día en que quedarán sin efecto las facultades delegadas que el Legislativo hizo a favor del Ejecutivo, unas 1.900 leyes de las cuales cerca de 300 están en vigencia plena.

Mal que le pese al gobierno, y así lo marcó Biolcati en su discurso cuando dijo que la Mesa de Enlace es “un modelo de confianza... (donde) opinamos, discutimos, disentimos y acordamos”, en el fondo de la cuestión todos están de acuerdo en que las retenciones deben caer, en que hay que mantenerlas únicamente para la soja, con un sendero descendente de alícuotas y, después de muchas negociaciones, todos se pusieron de acuerdo también en segmentarlas, para beneficiar a los pequeños productores.

El eje del problema es netamente instrumental y se negociará en el Congreso, ya que no todos allí están de acuerdo en las modalidades, sobre todo porque no quieren cargar con la mochila de desfinanciar al Estado, en especial los partidos que se ven con chance para el año próximo. Hay quienes propician que se tome a cuenta del Impuesto a las Ganancias, pero esto exigiría variar las alícuotas de este impuesto y muchos piensan que ese cambio debería ser parte de una reforma impositiva general.

En cuanto a la segmentación, la discusión pasa por decidir cómo se extenderá ese beneficio. Hay quienes piensan que el Estado debe reembolsar a los productores, pero recién después de verificar si no hay trampa en cuanto a las extensiones de siembra y otros rechazan este esquema por discrecional y plantean que hay que evitar las burocracias (y la posibilidad de peajes) y que el productor chico pague de modo directo una alícuota menor.

En cuanto a la jubilación, la idea de la oposición es avanzar con el 82 por ciento esta misma semana, por más que el gobierno el día miércoles buscó primerear la noticia, con el anuncio anticipado por cadena nacional del porcentaje de ajuste que la ley acuerda en septiembre de cada año.

¿Y el mínimo de Impuesto a las Ganancias?

La prueba más clara de que hay un proceso de ajuste provocado por el alza de precios es que la presidenta se apresuró a convocar al Consejo del Salario para ajustar el Mínimo y los sindicalistas hablan ya de 1.800 ó 2.000 pesos, con lo cual el salto del 82 por ciento sería superior.

En relación con los gremios, mucho insistieron éstos en la readecuación de ese mínimo, tal como lo hicieron en su momento con el Impuesto a las Ganancias, aunque por estas horas a la CGT la desvela más el posicionamiento político de Hugo Moyano, quien quiere avanzar en el comando del justicialismo bonaerense.

Con este desembarco, que los barones del Conurbano resisten, no extrañó que los intendentes no se dieran una vuelta el jueves por el palco que el sindicalismo armó con el grupo piquetero de Emilio Pérsico, para recordar a Eva Perón, desde donde habló Néstor Kirchner.

Precisamente, Kirchner sigue avanzando en su plan de cambiar dinero en la calle por apoyos políticos de dudosa fidelidad, ya que ha notado cómo las adhesiones se le van deshilachando, inclusive entre muchos gobernadores, mientras su imagen crece a nivel popular.

Esa propensión a mantener alto el gasto, que la presidenta llama habitualmente “impulso de la demanda agregada” es lo que empuja los precios, aunque Cristina Fernández se lo endilgó a los empresarios, cuando les advirtió que el que los aumente ““es porque quiere apoderarse de rentabilidad, así que no le eche la culpa al Indec ni a la economía”.

Tal como se sabe que el gobierno nunca tiene la culpa, también está comprobado que sin reconocerlo suele tomar las ideas de los demás. Se apropió de la idea de la Asignación Universal por Hijo y la instrumentó y ahora se adelantó en el tema jubilatorio a los planes de la oposición y se dice que a mediados de agosto hará anuncios sobre retenciones.

Quizás si algunos referentes de la vereda de enfrente se animan a salir de la burbuja y amenazan con generar un plan contra la inseguridad, desde el gobierno alguien se anime a copiarlos y a ponerlo en práctica. Ante la nada, no estaría mal.

El poder político es el que ejercen todos quienes deben aplicar las leyes, sin correrse ni una coma de las mismas, pero también quienes deben proveer a la sociedad de normas que, dentro de la Constitución, le faciliten la vida a los ciudadanos y les abran el camino hacia el futuro.

La verba encendida de Hugo Biolcati fue de frente, en la tarde-noche del sábado, contra el clientelismo, la corrupción, la imprevisión, la exclusión, la injusticia y la pobreza, para muchos los gérmenes de la inseguridad que hoy vive la Argentina.