Llegan cartas

Corte y familia

Mercedes González

DNI 2.389.799

Señores directores: La reforma constitucional del año 1994 ha realzado la protección a la familia, pero lamentablemente nuestra Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe todavía no se anotició de ello.

Debo sufrir -con los consiguientes padecimientos emocionales y psicológicos- que un familiar fuera denigrado por el máximo tribunal al hacerlo descender todas las categorías del escalafón del empleado judicial, por el sólo pecado de seguir a su cónyuge, a quien lo trasladan, ascendido de sede judicial, siendo ambos trabajadores de la Justicia por más de veinticinco años.

Me pregunto: ¿dónde está la protección al núcleo familiar?

Es evidente que, si así se resuelven dentro de la propia Justicia los derechos de los trabajadores, invocando reglamentos propios de épocas negras de nuestro país, luego, pobres los demás mortales que deben bregar anónimamente para que se cumpla con un solo designio, cual es lo establecido en la Carta Magna.

Las leyes están, sólo es necesario que se haga justicia. ¡Vaya paradoja!

Perro de la calle

Nelly López de González.

LC: 3.309.034. Ciudad.

Señores directores: Una vez tuve madre y padre. Fui feliz, me acurruqué a un cuerpo cálido que con ternura me amamantó. Crecí llenando mi cuerpo de curiosidad, aprendí a sacar la lengua jadeando, así conocí el cansancio; moví mi cola conociendo la alegría; aprendí a olfatear muy fuerte al acercarse el peligro.

Qué bueno y hermoso es este mundo. Mas ahora, sin entender, estoy solo, sin nombre, como lo tienen otros perros que usan collares y con mantas los cubren orgullosos sus dueños, para que no tengan frío. A mí sólo me dicen: “¡Fuera de aquí, perro de la calle!”. De la calle, de todos.

Mi vida no tiene vicios, soy fiel, nunca traiciono, sirvo de abrigo a otros olvidados en la calle, niños huérfanos, viejecitos abandonados como yo, y de noche los acompaño en su dolor.

Alberto, tú no nos comprendes, no sabes del sufrimiento, del hambre, de la soledad, del desprecio, por ser sólo de la calle.

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y a todo ser que se mueve en el planeta, por eso estoy en este mundo. Ese Dios al que tal vez tú o tu familia le rezan; cuando lo hagas, dile en mi nombre que le doy gracias a esas señoras que Él me envía para que me den de comer y pídele también al intendente si escucha tu pedido de “tomar cartas en el asunto” que no nos mande la perrera. Allí nos hacen sufrir y nos matan.

Habrá una mamá perra y un papá perro en algún lugar de esta ciudad, que llorará la muerte de un hijo.

No me odies, Alberto, sólo ábreme un poquito tu corazón...