La mirada de un académico

“Los molinos sienten que están cazando en el zoológico”

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“Proyecciones hacia 2016”. Esa fue la mirada el panel que integró Vilella junto al doctor en historia moderna Roy Hora y al profesor en ciencias políticas Alberto Föhrig.

Foto: Gentileza CREA

Fernando Vilella usó esta frase para explicar las anomalías institucionales y de organización que padece el agro argentino. Si no se corrigen, aseguró que podría escaparse la gran oportunidad que se avizora en el mercado mundial de alimentos.

 

Juan Manuel Fernández

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Enviado Especial a Córdoba

Como hace 100 años, la demanda de alimentos impulsa la economía agraria argentina. Pero, a diferencia de entonces, ahora la necesidades del mundo son mayores y más complejas: no sólo hay 200.000 nuevos habitantes cada día, sino que en los países más poblados como China e India la mejora del nivel de vida se traduce, entre otros aspectos, en la incorporación de una mayor proporción de carnes a la dieta, que a su vez necesita de crecientes volúmenes de granos para su producción. A eso hay que sumarle los altos volúmenes que se destinan a biocombustibles y alimentos de mascotas.

Frente a este panorama, Argentina es uno de los países con mejores condiciones para abastecer este mercado global. Cuenta con un alto nivel de tierras cultivables, posee agua en cantidad y está al tope de los países con mayor conocimiento aplicado al agro. Sin embargo también tiene algunas flaquezas que podrían anular estas ventajas: desorganización y escasa institucionalidad.

Durante el último Congreso Nacional CREA, realizado en Córdoba, la disertación del ingeniero agrónomo Fernando Vilella, ex Vice Decano y Director del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la UBA, giró en torno a la necesidad de encarar una organización del sistema agropecuario argentino si lo que se pretende es aprovechar las ventas comparativas frente a tales requerimientos.

—¿Cómo analiza desde su área de trabajo el futuro de la actividad agropecuaria en el país?

—Nosotros vemos que la demanda, que es la fuerza que tracciona, es muy alta y lo seguirá siendo. Lo digo porque la demanda depende de la cantidad de gente, de qué come esa gente y si aparecen nuevos usos. De acá al 2020 va a haber 1.000 millones de personas más; los hábitos de consumo cambian y cuando una persona le incorpora un pedazo de pollo al tazón de arroz, si pensamos en China son 1.300 millones de pedazos de pollo que hacen mucha toneladas. Y esto genera una situación diferente a la de hace pocos años atrás. Además hay nuevo usos: hacia 2025 un importante porcentaje de granos se transformarán en biocombustibles; y el consumo de las mascotas, que hoy en Europa ya demandan el 10% de los cereales y en nuestro país el 2% también se lo comen los perros y los gatos. Cuando uno mira, desde la oferta, cuales son los países que están en condiciones de abastecer esa demanda hay muy pocos actores. Y uno de los principales, entre el 3º y 4º lugar, es la Argentina porque tenemos una alta disponibilidad de tierras, agua y tecnología aplicada en agro. Pero en lo que nos desbarrancamos es en los institucional y organizacional. En el ránking que hemos conformado, en base a datos que provenían del exterior, el país estaría en un puesto 100 sobre 134 en esos ítems. Ahí tenemos mucho para trabajar y el éxito va a depende en buena medida de que esto no afecte aquellas otras potencialidades.

—¿Qué variables se toman para confeccionar ese ránking?

—En lo institucional, por ejemplo, las normas; la corrupción; la cantidad de trámites que tenés que hacer para empezar con una empresa; cómo está la infraestructura; cómo se relacionan los actores entre sí a lo largo de la cadena. Para mencionar uno del sector, “la bolsa blanca” es una responsabilidad que no se le puede delegar al gobierno; uno está usando semilla trucha que no aporta a la incorporación de nuevas variedades y hoy Brasil, que estaba detrás nuestro, nos está superando ampliamente.

—¿Se está desaprovechando un momento y podría no haber marcha atrás entonces?

—Seguro. Miremos lo que pasa con la carne, por ejemplo. Fuimos primeros actores durante el siglo pasado y este año no pudimos cumplir con la Cuota Hilton. Y esto es plenamente institucional. Se repartió el último mes antes de que se venza. Estas son las cosas que hacen que se pierdan oportunidades. Y también hicieron que en los últimos dos años bajáramos 9 millones de cabezas el rodeo y el precio de la carne hoy al público está muy por arriba de lo que podría haber estado en un crecimiento armónico con exportaciones, consumo, etcétera.

—¿Hacia donde tendría que apuntar la organización que usted reclama para poder aprovechar las oportunidades que se presentan?

—Si nosotros miramos algunas cadenas en la Argentina, vemos que los mismos actores no están alineados. Un molino, con los proveedores de harina de trigo no están funcionando adecuadamente. Hay una oportunidad, a partir de una decisión estatal de la no exportación, que hacen que los molinos sientan que están cazando en el zoológico. Con los cual los precios que le pagan al productor están bastante por debajo del FAS Teórico. Y con la carne pasa lo mismo.

—¿Quién debería corregir esa distorsión?

—Y el regulador es el Estado; pero también tienen responsabilidad los propios actores.

lo que pasa con la carne: Fuimos primeros actores durante el siglo pasado y este año no pudimos cumplir con la Cuota Hilton. esto es plenamente institucional