El arte de crear y de volver a usar

Remigio Eberhardt -oriundo de San Carlos Centro- es tornero y desde hace once meses se dedica a hacer artesanías en hierro reciclado, y a construir réplicas de motos y autos antiguos. Asegura que este hobby le está dando muchas satisfacciones.

TEXTOS. revista nosotros. FOTOS. AMANCIO ALEM.

El arte de crear y de volver a usar

El sancarlino comenzó reciclando materiales para armar sus artesanías.

 

“Éste es mi lugar de trabajo, mi oficina”, nos enseñó Remigio Eberhardt, tornero de profesión y reparador de máquinas viales y cosechadoras, oriundo de San Carlos Centro.

Mico -como lo conocen en aquella ciudad de 12.000 habitantes- abrió un enorme portón que separa su taller de un sector trasero, adonde guarda los preciados tesoros que motivaron nuestra visita: sus artesanías en hierro reciclado y las réplicas de motos y autos antiguos que realiza.

Eberhardt inició este hobby hace menos de un año y en una primera instancia se dedicó a armar “verdaderas obras de arte” con materiales en desuso que pudieran ser reutilizados.

Tuercas, codos de plomería, viruta, bulones, cruzetas y cadenas de motos y autos, entre otros elementos, le sirvieron para fabricar una moto, “la morocha” (una mujer opulenta con cabellera hecha de viruta de torno), un cristo (con la cara tallada en hierro macizo), y un payador. Sobre este último, aclaró que “es medio cómico, pero era para demostrar que con cuatro o cinco bulones y una tuerca se puede hacer algo”.

Pero posteriormente se fue perfeccionando y decidió hacer réplicas de autos y motos antiguos cuidando todos los detalles de los originales. Internet fue su gran ayuda para tener precisiones y copiar las pedaleras, el techo, los faros, las ruedas o las puertas de cada ejemplar.

Consultado en relación a cómo se inició en esta actividad, Eberhardt explicó que “es otra locura en las que siempre anduve. Antes hacía aeromodelismo con radiocontrol y después tuve que abandonar por cuestiones de la vida (quedó viudo con 43 años y solo para criar a sus hijos). Tuve que frenar un poco pero no por eso dejé el taller, adonde hago reparaciones de máquinas, como las viales de la municipalidad local o las cosechadoras en el campo y también hago cualquier trabajo en tornería”.

Y continuó: “A mí siempre me enloquecieron las motos (ahora tengo una nueva) y cuando viajé a Brasil, hace casi 4 años, estuve en un negocio adonde había unas réplicas de motos hechas con materiales reciclados y me encantaron. Las quise comprar pero me dije que no tenía gracia, que yo las podía hacer. Ahí me entusiasmé y empecé a hacerla”.

DE FAMILIA

En aquel enorme taller donde crea sus artesanías conserva otro preciado tesoro de la familia (son seis hermanos) y que demuestra que lleva en la sangre este arte. Se trata de la réplica de una cosechadora que hiciera su padre, José Benito Eberhardt, cuando tenía 13 años.

“Esto no me pertenece sino que lo hizo mi padre en 1928, o sea que ya venimos de familia con este tema. Demoró dos años en hacerlo, finalizando cuando tenía 15. Cuando él murió llevamos esta réplica al museo, en calidad de préstamo, pero después lo retiramos para participar en la Fiesta del Tractor en López y ahora lo tenemos acá”, aclaró.

Y agregó: “Mi padre era radiotécnico recibido, el hijo mayor de la familia (tenía cinco hermanas), y era muy fierrero. A pedido de mi abuelo, dejó esa actividad para dedicarse a los trabajos en el campo, adonde nos criamos nosotros”.

Después de la moto con materiales reciclados vino “una coupecita, usando cadenas de motores de ciclomotor para hacer las ruedas; la Torre Eiffel, con cadenas de autos, que son más grandes, y un tractor último modelo porque mi hijo vende tractores y repuestos, y fue más fácil porque tenía el modelo acá al lado, en otro galpón”, reconoció.

Sobre el armado de la réplica de la Torre Eiffel, recordó que “destiné 70 horas de trabajo pero después ya no pude llevar el control del tiempo en mis trabajos porque cuando tengo una hora libre la aprovecho. A veces son las 10 de la noche y la familia me viene a buscar al taller para que esté con ellos. La torre está integrada por cadenas de motores de autos y cada una de ellas está soldada porque, de otra manera, no se lograría armar esta estructura”.

La artesanía está hecha a escala y -según aclaró- no hay piezas que se deban hacer, como en las réplicas de autos. Estas cadenas las encontré en las chacaritas de acá cerca, y estaban tiradas. Para hacer la torre no tenés ningún plano, te la tenés que ingeniar, y está hecha totalmente a escala porque -si no- se puede desfigurar; quedaría mal.

Y agregó: “Como hago trabajos de torno a talleres de auto y de moto -y ahora que saben qué trabajos hago- me tienen en cuenta y todas las cadenas que cambian me las guardan. De otra manera, las tiran a la basura porque esas cadenas ya cumplieron su función.

OTRA ETAPA

Posteriormente, Remigio Eberhardt se fue “retirando del uso de las cadenas y en los otros autos no las usé sino que armé pieza por pieza”. En esta nueva etapa de trabajo Internet fue su herramienta básica.

“Empecé a meterme en Internet para buscar modelos de autos, sobre lo que no tenía conocimientos, y me perdí. Antes pensaba que la computadora era sólo cosa de chicos pero después Internet me ayudó mucho para mi hobby. Mis hijos y mi señora (después rehice mi vida) me dan una mano con todo ésto. Por eso le doy tanto valor. Parece pero nunca es tarde para aprender; nunca podemos colgar los brazos y decir que ya aprendimos todo. Ahora todos están enloquecidos con lo que estoy haciendo. Mi hija más chica me ayuda a buscar modelos de autos en Internet para ver más detalles”.

Fue entonces cuando armó un mateo (original 100%, con las réplicas de las luces a carburo) y un Chevrolet 1929. “Se trataba del primer auto que tuvimos en mi familia cuando éramos chicos, incluso tengo fotos de esa época. Lo hice a escondidas y cuando lo presenté, mis hermanos se emocionaron mucho. Y así me fui entusiasmando cada vez más”, reconoció.

Y por eso, después vino un Ford T modelo 1914, “el primer modelo original completo, incluyendo las ruedas”, comentó, al tiempo que agregó que “tiene hasta la pedalera como era la original, detalles que pude sacar de Internet y copiar. Estos autos -que reemplazaron al mateo- no tenían paragolpes, pero sí porta auxiliar”.

Todos sus modelos están totalmente hechos en chapa, con soldadura eléctrica; no hay nada en madera. Estos autos -reseñó Eberhardt- tenían las capotas de lona, pero yo sigo la línea de esa capota en chapa, que luego llevé a arenar. Es una máquina que larga arena a presión, con un soplete, arena a la chapa que quizás está oxidada y queda como nuevo. Después le paso un barniz en aerosol para que la pieza no se vuelva a oxidar, ya que si uno la pinta quizás queda más linda pero a la vista no se sabe si es de plástico o de madera”.

SATISFACCIÓN PERSONAL

Este hobby ya le permitió a Remigio Eberhardt participar en muchas exposiciones para mostrar sus artesanías, como las de autos restaurados o en fiestas regionales.

“Cuando uno tiene ganas de hacer algo siempre encontrás el tiempo para dedicarte a eso”, aseguró, quien dijo estar atrapado por su nuevo hobby: “Tengo un problema: si tengo algo empezado no puedo dejarlo hasta que lo termino. A raíz de eso no duermo de noche porque lo quiero ver terminado. Por eso pienso en mi papá, que debió haber sido muy tranquilo, ya que demoró dos años en hacer este tractor, y yo no aguantaría”.

Por último, Eberhardt admitió que “hay pocas personas que sean tan felices en su trabajo como yo. Creo que es una medida para hacer las cosas bien. Pero también veo muchas personas que quieren jubilarse y cuando lo logran están locos porque no saben qué hacer después. Si Dios me da la fuerza para seguir, no matándome tanto a golpes como antes, voy a seguir con este hobby porque me parece que es una buena terapia”.

Y continuó reflexionando: “Desde los 20 años que estoy trabajando y ahora tengo 63. Lo que me ayuda a seguir es que siempre me jugué por hacer las cosas bien, para poder seguir adelante. Ahora que estoy en contacto con la gente por mis artesanías, me llaman por teléfono y me felicitan. Es lindo que después de tantos años te pase ésto. Si gusta no lo se, pero lo importante es que me hace bien a mí”.

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el chevrolet 1929 es otro de sus preciados tesoros.

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Con cadenas de motor de auto, Eberhardt construyó una réplica de la Torre Eiffel.

SUEÑOS Y PROGRESO

“Siempre quise ir a estudiar pero en esa época los padres estaban mentalizados de otra manera. Éramos seis hermanos y como vivíamos en el campo, si alguien quería ir a estudiar acá no se podía y tenías que ir a Rosario o a Córdoba. Además, te decían: “qué iban a decir tus hermanos’, porque no trabajabas”, recordó Remigio Eberhardt.

Sin embargo, planteó que “no pude ir a estudiar pero de lo que sí estoy contento es que terminé saliéndome con la mía. Si voy a una empresa a trabajar me mandan a barrer porque no tengo ningún diploma de nada. Pero en la práctica de tornería tengo mucha experiencia y, a raíz de eso, llegué a ser jefe de mantenimiento de Lheritier”.

Y agregó: “Luego llegué a armar mi taller, que era mi sueño, hace 27 años. Así me independicé y me fue muy bien, y empecé a hacer más lo que quería. Ahora espero seguir con las ganas que tengo y estar bien físicamente en adelante, para continuar con este nuevo hobby”.

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PARA VER

www.ferroartes.com.ar