A PROPÓSITO DE LA IDIOSINCRASIA SANTAFESINA

Preguntas sobre la chatura

Preguntas sobre la chatura

Estanislao Giménez Corte

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I

¿Pero qué es, entonces, la chatura?; ¿es una condición, es un karma, es un accidente geográfico; su falta? ¿Una pesada herencia recibida es?; ¿un trauma, un estado anímico como de inmovilidad, o pereza, o quieta, apagada desesperación? ¿Qué es, entonces?: ¿una influencia del contexto, una estatura de las cosas, tan exigua por momentos, tan triste, que abominamos, que no queremos ver pero que nos dobla, frágiles, como papel, ante el aliento caliente que expiden las cosas?

¿Qué es, la chatura?: ¿es un destino preescrito en arena, en granito, en cal, arrojado sobre nuestras espaldas por antecesores que no supieron otra cosa que acumular peso en vida como para dárnoslo?; ¿es una herencia genética, maldita, que -de generación en generación- nos lega esta espantosa sensación de pesadez autoinfligida?; ¿qué es?: ¿una suerte de parábola de raíz bíblica en la que creer, como en la peste?; ¿es una justificación; es una condena original contra la cual es mejor resignarse, que vence las voluntades en su condición de inmemorial yugo; que vence?; ¿es una descripción la chatura; es una alusión a nuestras propias imposibilidades, a la falta de profundidad, de vuelo moral e intelectual, que observamos, a los lados, desvanecer las altas empresas, los dulces ideales?

¿Es la chatura la anunciación de la tragedia que sentimos latente, pero que nunca implosiona?; ¿es el apocalipsis, tan escandalosamente anticipado que decepciona?; ¿es una descripción severa de nuestros temores, una grave mirada fría sobre los otros; la omisión de una mirada inquisidora sobre nosotros, la imposibilidad de sostenernos la mirada desnuda en el espejo?; ¿es la percepción de algo macabro, presente pero impronunciable, que sentimos pero no podemos decir?

¿Qué es la chatura?; ¿todo ello junto, concentrado, disperso por doquier: lo maldecido, lo que no llegamos a comprender pero nos ata, nos ahoga, nos condena?, ¿todo ello en torno a un gran término en el que descansa nuestra necesidad de comprensión? ¿Qué será, la chatura, entonces?

II

Todo el tiempo, en todo lugar, en la ciudad toda, todos dicen siempre que todo -que todos los males del mundo- va hacia una conclusión alquímica o quintaesencia explicativa de las cosas, a una suerte de nervio central que lo reúne y justifica todo, que anestesia la culpa, que sirve como tranquilizador epílogo, como desenlace esclarecedor pero paralizante. Todo en esta ciudad, todo -los mosquitos, el ocio, el cansancio; la crisis económica, el calor, la cara de ciertas gentes; el desempleo, la poco afición al trabajo de otros- se explica por la chatura. ¿Y entonces?

Huir de la chatura, maldecirla, describirla como una condición serial y enfermiza de los otros. Eso hacemos; intentamos eso. Todos la aborrecen y culpan a ésta por la otredad desesperante, plana y rasa, de todo lo que alrededor hay, del alrededor que cae como en dominó para dar a la chatura su perfecta arquitectura carente de relieve. La culpa transferida como si de un virus que se halla en el aire y en las cosas se tratara. Polvo que se ve sólo a contraluz; aura de mala energía de la que hay que escapar para no contagiarse ¿es eso la chatura?

La chatura está en las bocas de los altos sujetos ilustres y en la de los mocosos de la calle; como si todo intento laboral, intelectual, empresarial, artístico, estuviese condenado a la muerte, rigor mortis, por la propia anomia y un pesimismo innato que sale de los poros. La chatura se degusta; es vinagre y sal en las bocas rencorosas que la pronuncian como la contraseña mágica de la tragedia. La chatura se respira, se siente; podría tocársela, lo mismo que a un límite aparecido al momento de extender la mano; percibirla como la prisión intangible del que teme.

III

Lo escuché, tanto: “El problema de esta ciudad es que está en un pozo; el exacerbado apego por el empleo estatal; la corrupción, las inundaciones, el calor, la gente, el vecino, nuestro suelo, el peronismo, la humedad, la inflación, la falta de valor”, y así. Todo un rosario de anatemas, de causas, de consecuencias, a la usanza de “El sistema”, de Galeano.

Metáfora de la pampa; figura de condición social; norma; promedio; estrechez de mirada; miopía, vaguedad; espanto que nos desune en la planicie quieta ¿es eso la chatura?; ¿será la pretensión de buscarle explicación una mañana de frío, en una casa, en un teclado, sin querer salir, sin poder salir, a ver qué hay afuera?; ¿es eso, no entender que hay que hacer más que pegar adjetivos dolorosos y agresivos a nuestra carnadura de sustantivo concreto -santafesino-?; ¿será eso la chatura, la falta de arrojo para ir en busca de?

La chatura se degusta; es vinagre y sal en las bocas rencorosas que la pronuncian como la contraseña mágica de la tragedia. La chatura se respira, se siente; podría tocársela